El NODO i+i (Integración Regional + Inclusión Social) es un espacio de pensamiento compartido, que tiene como objetivo diseminar ideas inspiradoras para reducir la brecha de desigualdad en las Américas. El primer encuentro de 50 líderes de la región se realizó el 25 y 26 de septiembre en la Universidad de Columbia, Nueva York.


 

El Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), con el apoyo del Sector de Integración y Comercio (INT) y el Sector Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), organizó en conjunto con la Universidad de Columbia, el Nodo i+i que se llevó a cabo los días viernes 25 y sábado 26 de septiembre de 2015, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, en coincidencia con la visita del Papa Francisco y la Asamblea General de las Naciones Unidas.

La iniciativa busca fomentar una red de trabajo entre líderes emergentes y académicos en América Latina, el Caribe y los Estados Unidos para el intercambio de ideas y casos de éxito sobre integración regional e inclusión social. De este primer encuentro participaron 50 referentes de 13 países involucrados en la ejecución y evaluación de iniciativas sociales.

El Nodo i+i es un espacio de pensamiento compartido que busca construir una nueva forma de analizar los viejos problemas y entender los nuevos, siempre con enfoque en las personas y su contexto particular, y con una vocación por la innovación en las políticas públicas que promuevan la equidad.

La jornada inaugural del viernes 25 de septiembre contó con las palabras de John Coatsworth, Rector de la Universidad de Columbia; Luis Almagro, Secretario General de la OEA; y Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias en el Vaticano. Asimismo, la visión del BID fue brindada por Antoni Estevadeordal, Gerente del Sector de Integración y Comercio; Héctor Salazar Sánchez, Gerente del Sector Social; y Gustavo Beliz, Director del INTAL.

En las palabras de bienvenida, Coatsworth remarcó que “la equidad no sólo es un tema de moralidad sino de estabilidad política y de consolidación de la democracia”. En esa misma línea, Almagro sostuvo que “no hay mayor discapacidad en el mundo que no entender que somos todos iguales”. Por su parte, Monseñor Sánchez Sorondo expuso sobre la última encíclica papal “Laudato si” definiéndola no solamente como “una encíclica sobre la naturaleza” sino también como “una encíclica social”.

Héctor Salazar Sánchez brindó un panorama general sobre la situación social de la región en términos de acceso a salud, educación, transferencias monetarias condicionadas, empleo y productividad. Así, por ejemplo, mostró los avances en materia de distribución del ingreso: “desde 2000 a la fecha, la desigualdad se redujo considerablemente si consideramos el coeficiente de GINI pero los vientos de cola que beneficiaron ya no están tan seguros”. Para Salazar, la región enfrenta dos grandes retos: mantener las tasas sólidas de crecimiento y proteger los programas de inversión social.

Por su parte, Antoni Estevadeordal analizó los cambios estructurales que tuvo la región en materia de comercio en los últimos 15 años donde Asia pasó a ser el socio más importante, representando actualmente un 22 % del intercambio comercial y con la expectativa de llevar ese porcentaje a 33 % en la próxima década. Asimismo, Estevadeordal remarcó la oportunidad que genera el comercio entre países en desarrollo, conocido como sur-sur, que era prácticamente inexistente hace 20 años y hoy es del orden del 20 %.

La jornada del sábado 26 funcionó bajo un formato especial de “inteligencia colectiva y co-creación” donde cada participante tuvo 5 minutos para presentar una propuesta, caso de estudio o investigación académica, para luego generar un espacio de diálogo con el resto de los participantes.

La reunión se organizó en cuatro paneles temáticos donde se analizaron las distintas brechas de ingresos, de oportunidades de vida, de acceso a la salud, educación, vivienda, nuevas tecnologías y, más en general, a distintos tipos de derechos efectivos.

El primer panel se centró en empleo y tributación, centrándose en cómo reducir la desigualdad laboral, qué impacto tiene la estructura tributaria y qué medidas contribuyen a mejorar la calidad del empleo. Las respuestas convergieron en la necesidad de aunar crecimiento con mejores empleos, intentando pensar nuevas formas de superar los problemas de productividad de la región, sobre todo apuntando a estrategias de desarrollo novedosas que aprovechen, de forma innovadora, las ventajas de cada país. Ventajas desde una perspectiva que aúne recursos naturales con conocimientos y sobre todo, que favorezcan una manera original de pensar la relación entre producción de materias primas, industria y servicios.

Otros temas que se trataron fueron cómo favorecer a los grupos más excluidos, entre ellos, a la población privada de libertad que requiere reintegrarse, a quienes habitan las zonas con mayores carencias, a los que enfrentan desafíos físicos o mentales de envergadura.

Sobre la estructura tributaria, hubo consenso sobre su importancia para disminuir la desigualdad así como de la necesidad de profundas reformas para aumentar su progresividad y, en algunos países, la base de captación de recursos. Pero también hubo acuerdo en que ninguno de los temas tratados tiene resoluciones sencillas: los límites institucionales, técnicos y políticos de los intentos por mejorar el empleo, la tributación y la situación de núcleos duros de exclusión fueron el centro de muchos de los debates.

El segundo panel se centró en las políticas sociales, en particular de transferencias monetarias condicionadas (TMC), que se han aplicado en la región para disminuir la desigualdad y también cómo la sociedad civil puede colaborar en esta tarea. Luego de exposiciones donde responsables de muchos de estos programas presentaron sus logros y los líderes de la sociedad civil, su contribución a resolver otras desigualdades, de tipo digital, de cohesión territorial, de integración por la cultura, se realizaron varias propuestas. Entre ellas, pensar la articulación de los programas de TMC con otras políticas, revisar las condicionalidades de forma innovadora, pensar el impacto en los territorios además del ya estudiado en las familias y medir si están ayudando a quebrar la reproducción intergeneracional de la desigualdad.

El tercer panel se centró en el impacto de las políticas de salud, educación e innovación tecnológica en la reducción de la desigualdad. Las distintas presentaciones convergieron en celebrar el aumento de la cobertura educativa en toda la región pero, como problema persistente, surgieron las brechas en calidad entre las clases sociales. Las propuestas de estas mesas giraron en torno a innovaciones en las formas de encarar comunitariamente la prevención en salud, de cómo las nuevas tecnologías podían favorecer a reducir distintos tipos de brechas como, por ejemplo, aquellas vinculadas a las dificultades de movilidad territorial, y también qué implementaciones tecnológicas eran las que garantizaban un mejor aprovechamiento por parte de los estudiantes de la alfabetización digital.

El cuarto panel se centró en la integración regional y la globalización. Las preguntas giraron en torno al posicionamiento de América Latina ante los nuevos desafíos de la globalización y cuáles debían ser las prioridades en temas migratorios. Por un lado, hubo consenso en los desafíos que abría la integración internacional que podía favorecer a ciertos sectores pero también, sin una regulación apropiada, podía también ser muy perjudicial para otros. Asimismo, las presentaciones avanzaron en la difícil situación de los migrantes indocumentados en EE.UU., en particular de origen latino, y en la necesidad de avanzar en su integración con una profunda reforma de la política migratoria. También se trataron los retos de las agendas de seguridad de América Latina. Y hubo acuerdo en la oportunidad que se abría por la nueva relación entre Estados Unidos y Cuba.

Estos fueron sólo algunos de los temas que se plantearon en el primer encuentro del Nodo i+i. Sin dudas, fue el puntapié inicial para la conformación de un desafío que apunte a seguir incorporando nuevas experiencias. Hay mucho por hacer en la región, pero también mucho se ha hecho en esta última década. Por ello, conectar y hacer sinergias entre distintas experiencias es una forma de aprovechar al máximo el camino recorrido para seguir disminuyendo las desigualdades.

En los próximos números de Conexión INTAL detallaremos las ideas específicas que surgieron de cada panel.

 

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