Por: Gustavo Beliz

El nuevo número de la Revista Integración & Comercio detalla las claves para renovar la convergencia entre Latinoamérica y China.

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Quien se despreocupa del futuro se condena a preocuparse del presente, advirtió Confucio con sabiduría. Y pocos temas son tan relevantes para el porvenir de América Latina y el Caribe como su estrategia de integración con China y el impacto que el nuevo tablero geopolítico tendrá para las economías de la región.

Por esta razón el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) dedica la nueva edición de la Revista Integración & Comercio a repensar las relaciones entre Latinoamérica y China. El número 40 de nuestra Revista incluye reportajes exclusivos a Premios Nobel y destacadas figuras, artículo académicos inéditos y casos de estudios de empresas latinoamericanas que han logrado triunfar en el mercado chino.

Analizamos las transformaciones recientes de la economía China, su impacto en la región, qué puede ocurrir con la demanda de alimentos y cuáles son las políticas públicas que contribuyen a fomentar la innovación y cerrar la brecha tecnológica con nuestra región.

A partir de este número, debido a una alianza con Editorial Planeta, la Revista Integración & Comercio estará disponible en todas las librerías en formato de libro para facilitar su lectura y ampliar la difusión del contenido.

El vínculo entre el gigante de Asia y la región necesita revitalizarse a la luz de las trasformaciones geopolíticas actuales. La importancia de esta agenda es esencial para el desarrollo: en pocos años, China pasó de ser un mercado menor a convertirse en uno de los principales socios comerciales, desplazó destinos tradicionales de las exportaciones y comenzó a suministrar flujos vitales de financiamiento.

De manera más o menos directa, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe aprovecharon las necesidades crecientes de materias primas y alimentos, y se subieron, sin mayor esfuerzo del que representa sacar ventaja a las condiciones naturales, a la ola surgida en el lejano oriente.

Una serie de factores hicieron posible el crecimiento exponencial chino en las últimas décadas: la apuesta a la innovación, el incremento de la productividad y una mirada que prioriza el largo plazo fueron sólo algunos de ellos. En 2010, China superó a Japón y se convirtió en la segunda economía del mundo, con una participación aproximada de 15% en el PIB global. En 2015 concluyó el XII Plan Quinquenal, cuyo objetivo fue consolidar a China como potencia, y en 2016 se puso en marcha el XIII Plan Quinquenal, con foco en el fortalecimiento del consumo interno y la inversión privada, y el posicionamiento de capitales en sectores estratégicos.[1]

La convergencia fue casi automática. El comercio bilateral pasó de US$ 18.000 millones en 2004 a U$S 260.000 millones en 2014. En la actualidad, de las exportaciones de la región, el 36% de las mineras, el 12% de las alimentarias y el 10% de las energéticas tienen como destino al mercado chino.

 

Gráfico 1. Resultado de la balanza comercial con China

En millones de US$, países seleccionados de América Latina, 2014

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Fuente: Elaboración propia en base a INTradeBID.

 

Pero China se encuentra atravesando un proceso de transformación signado por interrogantes, donde tres tendencias operan simultáneamente en la construcción de una nueva fisonomía.

En primer lugar, existe un rediseño de la táctica comercial, impulsada por el explosivo crecimiento de la productividad y por la expansión hacia otros sectores y mercados. El grado de densidad de los vínculos comerciales tiene su correlato, como muestra el artículo de Song y Wagner (Universidad de Chile), en la inversión de origen chino que reciben los países para financiamiento de obras de infraestructura y otros proyectos de obra pública.[2]

Después de una expansión extraordinaria, la economía china crece a la menor tasa de los últimos 30 años, afectando con el freno a los mercados globales. Las consecuencias para la región son inmediatas: el 60% de las ventas externas se compone de productos básicos y casi 20% corresponde a hidrocarburos. La caída de los precios de las materias primas (en especial del petróleo) redujo de manera abrupta el valor de las exportaciones regionales.[3]

 

Gráfico 2. Comercio total de América Latina con China

En millones de US$

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Fuente: Elaboración propia en base a INTradeBID.

 

Crece entonces el riesgo de sufrir los coletazos que deja una mayor dependencia y de la primarización de las exportaciones. Estos son los efectos que derivan de un período de bonanza seguido de un cambio de la fase del ciclo, reflejado en una disminución del precio de los productos primarios, como se observó en los últimos años. El auge de los productos básicos podría haber dado lugar a un típico caso de “enfermedad holandesa” con sus secuelas de exposición y vulnerabilidad. Los difíciles remedios hubieran sido la temprana conformación de fondos anticíclicos y la puesta en marcha de políticas activas para incentivar la diversificación exportadora, atenuando los problemas de un intercambio primarizado.

La segunda tendencia imperante tiene lugar en la esfera financiera y es otra pieza clave de la transformación en marcha. Con nuevas instituciones bancarias (AIIB, NBD), una apertura gradual de los mercados de capitales y una mayor flexibilidad cambiaria, China inició el sendero de la internacionalización de sus finanzas.

Los riesgos para la región están asociados con el potencial contagio y el efecto propagación de movimientos bruscos en los mercados. La estabilidad macroeconómica, la reputación y las reglas claras son en este sentido un potente antídoto cuando crece la aversión al riesgo y los capitales inician un vuelo a la calidad. Por delante tenemos el desafío de resistir la tentación de reducir el papel de China a un prestamista de última instancia y de lograr optimizar racionalmente los recursos disponibles para financiar infraestructura.

En tercer lugar, hay una tendencia de cambio tecnológico que podría modificar, tal como ocurrió con el automóvil, con el teléfono o con internet, la forma en que nos relacionamos con el mundo. Y China está en la vanguardia de esa disrupción. Según un informe reciente de Oxford Martin School, China reemplazó a los Estados Unidos como el mayor mercado para la automatización industrial. El 77% de los empleos chinos corren riesgo de automatización, muy por encima del 57% promedio de los países de la OCDE.[4]

¿Cómo impactarán en nuestra región estos cambios tecnológicos exponenciales? En noviembre de 2015, el periódico China Daily informó que un consorcio chino abrirá el laboratorio de clonación más grande del mundo en la ciudad de Tianjin, donde prevé producir un millón de cabezas de ganado por año.[5] La visión de una China especializada en productos intensivos, en mano de obra barata y compradora de alimentos resulta ingenua.

237_e_ACTIVIDADES1_Foto1-01Durante su conferencia en INTAL 50, el evento que conmemoró el año pasado el cincuenta aniversario de nuestro Instituto, Raymond McCauley, de Singularity University, aseguró que en breve será posible comprar en las góndolas del supermercado hamburguesas fabricadas en laboratorios sobre la base de procedimientos genéticos y biotecnológicos. Empresas como Memphis Meats, Mosa Meat y Modern Meadow compiten en Sillicon Valley por ser pioneras en abaratar y popularizar la carne artificial. Tenemos que estar atentos: sólo el MERCOSUR exporta al año US$ 9.000 millones de carne bovina.

 

Gráfico 3. Composición del comercio con China, por grandes rubros

Participación en porcentajes, 2003-2004, en millones de US$

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Nota: China incluye el comercio del territorio continental de la República Popular de China más el de Taiwán y las regiones administrativas especiales de Macao y Hong Kong. Fuente: Elaboración propia en base a INTradeBID.

 

Las estimaciones muestran que un incremento del 10% en la inversión de I+D se traduce en un alza de casi 2% en la productividad total de los factores y China planea subir de 2% del PIB a 3% (un incremento de 50%) su inversión en I+D para 2020.[6]

La región precisa con urgencia mantenerse en línea con el ritmo de la innovación mundial; establecer los intercambios de tecnología y la transferencia de conocimiento que le permitan evitar la desglobalización tecnológica, al mismo tiempo que analiza con una visión prospectiva el impacto de las nuevas tecnologías en su estructura productiva y su comercio.[7] Una cooperación que cierre la brecha tecnológica entre ambas regiones se puede lograr mediante acuerdos mutuamente beneficiosos.

 

Gráfico 4. La economía china: tendencias, riesgos y desafíos para la región

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Fuente: Elaboración propia.

Al riesgo de desglobalización tecnológica se suman otras fuerzas que apuntan en igual dirección, como las guerras de monedas o la concentración oligopólica de técnicas productivas.[8]

En este marco, la pregunta que atraviesa este número de Integración & Comercio es cuál debería ser la posición de la región ante el nuevo panorama en China. Ponemos énfasis en las nuevas problemáticas con el objeto de edificar un punto de referencia sobre qué posiciones puede adoptar América Latina y el Caribe frente a estas tres tendencias.

Iniciamos la travesía con una orientación general, desde el faro de las transformaciones estructurales, donde Margaret Myers (Inter-American Dialogue), Carlos Moneta (Universidad de Tres de Febrero), Evan Ellis (U.S. Army College), Dominik Hartman (MIT) y Rhys Jenkins (University of East Anglia) explican las claves del progreso chino, la prospectiva hacia 2030, las posibilidades que ofrece la Nueva Ruta de la Seda, y la relación entre el crecimiento y la inclusión social.

Desde el faro del intercambio, Kevin Gallagher (Boston University), Mauricio Mesquita Moreira (BID), Tang Jun (Zhejiang International Studies University), y Romina Gayá y Rosario Campos (INTAL) analizan el futuro del comercio con China y las perspectivas que abre su estatus de economía de mercado en la OMC.

Desde el faro de la seguridad alimentaria y la sustentabilidad energética, Yang Wanming (embajador de China en la Argentina), Nelson Pizarro (CODELCO), Martín Piñeiro y Eduardo Bianchi (Grupo CEO) y Iacob Kosh-weser (Departamento de Comercio de EE. UU.) examinan las sinergias entre la región y el gigante asiático en minería, energía y alimentos.

Desde el faro de la innovación, Eric Warner (Rand Corporation), Gary Gereffi (Duke University) y Pamela Aróstica (Universidad Libre de Berlín) exploran el despegue de China hacia la sociedad del conocimiento, los nuevos procesos productivos, el financiamiento del desarrollo y la capacidad de la región para transitar la senda hacia la sociedad del conocimiento.

237_e_ACTIVIDADES1_Foto2-01A lo largo de estas páginas, quedará en claro que la fase de complementariedad automática y fácil (2000-2008) y el impasse que siguió a la poscrisis (2009-2014) deben encontrar, en una convergencia inteligente, una etapa superadora. Los tiempos de la adaptación pasiva terminaron y urge un cambio de estrategia que venga de la mano de iniciativas pujantes. La asociación que antes fue natural debe buscarse ahora de la mano de políticas públicas de integración activas. El nobel de Economía, Edmund Phelps, lo grafica a la perfección en el texto que abre este ejemplar: las frutas más bajas del árbol ya fueron cosechadas y ahora el esfuerzo para conseguir lo mismo tendrá que ser mayor.

Este nuevo período posee características muy distintas a los anteriores y requiere, por lo tanto, un enfoque diferente. Volatilidad macroeconómica y financiera, bajos precios de productos primarios y menores tasas de crecimiento son sólo algunas de las causas que debilitan la conexión meramente comercial entre China y América Latina y el Caribe.

Asimismo, será más difícil obtener los beneficios de la integración con China que antes los países conseguían a nivel individual. Las nuevas fuerzas de la globalización se despliegan en la formulación de mega-acuerdos regionales, donde la negociación y la cooperación entre los países ocupan lugares prioritarios en la agenda.

En un mundo cambiante, ofrecemos información e investigaciones de autores de primer nivel mundial, una guía de lectura para quienes se interesan en las complejidades del vínculo entre China y nuestra región. Se presentan distintas visiones sobre cómo profundizar los lazos entre ambas regiones, aprender del paso del tiempo y aprovechar el nuevo escenario. Necesitamos reformular y potenciar la relación con China para que, basada en la mutua confianza, crezca con madurez.

No partimos de cero. En cooperación multilateral, hay antecedentes relevantes como el diálogo MERCOSUR-China, iniciado en Beijing en 1997, que produjo sucesivas rondas de encuentros en 2000, 2003 y 2004. A mediados de 2012, el entonces primer ministro chino, Wen Jiabao, visitó Brasil, Uruguay y Argentina, y expresó su interés en avanzar en un acuerdo de libre comercio con los países del MERCOSUR, promoviendo un estudio de factibilidad. Pero la negociación conjunta perdió ímpetu y proliferaron acuerdos bilaterales, como el de Asociación Estratégica Integral con Argentina y Brasil, o los diferentes Acuerdos de Cooperación vigentes con Uruguay y Venezuela, para mencionar sólo el caso del MERCOSUR.

La nueva modalidad de acuerdos “hechos a medida” firmados por China, como muestra el artículo de Renato Baumann (IPEA), y la experiencia negociadora de Costa Rica, Perú y Chile, que aquí también detallamos, son antecedentes imprescindibles de cualquier perspectiva regional.

En noviembre de 2015, expertos chinos y latinoamericanos participaron del seminario internacional “Las relaciones económicas de China con América Latina y el Caribe: una visión prospectiva”, organizado por el INTAL. Allí se debatió el potencial de las exportaciones no tradicionales, los desafíos culturales que enfrentan los hombres y mujeres de negocios cuando incurren en nuevos mercados y la necesidad de reducir los costos logísticos y de transporte para que la región eleve su competitividad. Trade and not aid (comercio y no asistencialismo) fue el lema en el que coincidieron los representantes de ambas regiones.[9]

Una receta para amortiguar las corrientes adversas puede tener múltiples ingredientes: diversificar las exportaciones, ganar inserción en las cadenas globales de valor, fomentar las pequeñas y medianas empresas, reducir las fricciones comerciales, capacitar a los funcionarios públicos, avanzar en la transparencia de las regulaciones,[10] elevar los incentivos para la competencia local y la cooperación externa, ampliar la escala de las políticas de transferencia, mejorar los estándares ambientales, promover la seguridad alimentaria, la inclusión social, la inversión en innovación y tecnología, incorporar valor agregado y generar empleo de calidad.

La era del viento favorable de Oriente y la navegación fácil han terminado. Es momento de trazar un rumbo creativo, calibrar con lucidez una estrategia de integración que nos permita sortear las dificultades que presenta el mar revuelto de la globalización en el siglo xxi. Retornando a Confucio, ocuparse más para preocuparse menos. Las oportunidades siguen estando ahí.

 

Bibliografía

Banco Mundial y Centro de Investigación para el Desarrollo. 2013. “China’s Growth through Technological Convergence and Innovation”, en: China 2030: Building a Modern, Harmonious, and Creative Society. Washington DC: Banco Mundial.

Frey, C.; Osborne, M. y Holmes, C. 2016. “Technology at work v2.0. The Future Is Not What It Used to Be”. Oxford Martin School Working Paper. Citi GPS: Global Perspectives & Solutions.

Giordano, P. (Coordinador). 2015. Monitor de Comercio e Integración 2015. La recaída: América Latina y el Caribe frente al retroceso del comercio mundial. Washington: BID. Octubre.

Gransow, B. 2015. “Chinese Investment in Latin American Infrastructure: Strategies, Actors, and Risks”, en: E. Dussel Peters y A. Armony, coordinadores. Beyond Raw Materials Who are the Actors in the Latin America and Caribbean-China Relationship?. Buenos Aires: Nueva Sociedad y Red ALC-China.

Gruss, B. 2014. “After the Boom–Commodity Prices and Economic Growth in Latin America and the Caribbean”. Working Paper No. 14/154. Fondo Monetario Internacional.

International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD). 2016. Strengthening the Global Trade and Investment System in the 21st Century. Ginebra: ICTSD.

Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL). 2015. Conexión INTAL N° 232. Buenos Aires: BID-INTAL. Diciembre.

—–. 2015. Informe MERCOSUR N° 20. Nota técnica N° IDB-TN-876. Buenos Aires: BID-INTAL. Noviembre.

Jiang, W. 2015. “Tianjin plans world’s largest animal cloning Factory”. China Daily. 23 de noviembre.

Orr, G. 2016. “What might happen in China in 2016?”. McKinsey. Enero.

Sheng, A. 2015. “What can Douglass North’s work tell us about China’s future?” World Economic Forum. 21 de diciembre.

[1] BID-INTAL (2015).

[2] Entre 2005 y 2014, el 40% de los préstamos que recibió la región de China se destinó a proyectos de infraestructura.Sobre el tema, véase Gransow (2015).

[3] Giordano (2015). El informe muestra que, entre julio de 2014 y junio de 2015, el valor del comercio global declinó 11,8%, lo que representa una caída equivalente a un tercio del colapso comercial de 2008-2009.

[4] Frey, Osborne y Holmes (2016).

[5] Jiang (2015).

[6] Sobre el tema, véase el documento del Banco Mundial y Centro de Investigación para el Desarrollo (2013). Sobre el impacto de shocks productivos, véase Gruss (2014).

[7] En el número anterior de la revista Integración & Comercio abordamos en profundidad la cuestión del impacto de las nuevas tecnologías en el comercio y la integración regional.

[8] Un caso de concentración es el que se puede producir en el sector primario con las semillas transgénicas.

[9] INTAL (2015).

[10] ICTSD (2016).