El crecimiento de la producción mundial de carnes está vinculado a un fortalecimiento de la capacidad de oferta de los países emergentes, incluidos algunos latinoamericanos.

Los alimentos: expansión y transición nutricional

En las últimas décadas, los sectores agropecuarios han sido positivamente impactados por la innovación y la creciente densidad tecnológica que se observan en muchas otras actividades. Al mismo tiempo, se han producido importantes modificaciones en la estructura mundial de estas actividades. Este es uno de los ámbitos en que las economías emergentes han ido cobrando protagonismo en la producción y el comercio mundial. Nuevas y definidas tendencias en la demanda de bienes agropecuarios se han traducido en cambios en la composición microeconómica de su oferta. En sus distintas variedades, la carne ‑una fuente fundamental de proteínas para la alimentación humana‑ no ha sido ajena a estos fenómenos.

De hecho, las carnes son solo uno de los rubros inmersos en marcados cambios experimentados por la alimentación hace varias décadas.[1] En primer lugar, hace por lo menos medio siglo, se verifica un sostenido crecimiento en la capacidad de producción de un espectro muy grande de bienes alimenticios. Una variedad de logros tecnológicos ha impulsado el consumo por habitante de alimentos a nivel global. La generación de oferta adicional ha reducido las presiones de precios y ha ampliado la gama de bienes. Los procesos acelerados de crecimiento del ingreso (en particular, en China y la India), han dotado de poder adquisitivo a capas crecientes de la población, en buena parte canalizado hacia la alimentación.

En segundo lugar, desde los años noventa se registran cambios cualitativos en la composición de la dieta que algunos analistas caracterizan como una “transición nutricional”. En parte, esto significa que han ganado importancia relativa productos de alta densidad nutricional, es decir, aquellos que poseen más proteínas, minerales y vitaminas por caloría. El núcleo de este fenómeno es un salto en el consumo de hortalizas con baja proporción de hidratos de carbono, frutas y aceites vegetales, en detrimento de los cereales, legumbres secas y raíces feculentas. En el caso de las carnes, a nivel global la “transición nutricional” no ha implicado un fenómeno de sustitución, sino la consolidación de una tendencia positiva en el consumo y la producción que se había iniciado con antelación. De cualquier manera, si bien la dieta global tiende a ser más intensiva en proteína animal, en los últimos años se presenta como un proceso más pausado que hace unas dos décadas.

 

Los cambios en el dinamismo de la producción mundial de carnes

La producción global de carnes puede ser dimensionada a través de un indicador de producción física que agrupa como un bien relativamente homogéneo las tres principales variedades de este producto consumidas: carne vacuna, porcina y aviar.[2]

Una primera perspectiva de la evolución de esta actividad en la economía mundial se visualiza comparando la dinámica de su producción agregada con la del PIB global (Gráfico 1).[3]

Gráfico 1: Producción de carnes y PIB mundial, 1990-2017

(Promedio móvil bianual de las tasas de variación anuales, en porcentajes)

Nota: La producción de carnes corresponde a un agregado de la producción física de las carnes vacuna, porcina y aviar, medida en toneladas métricas; el PIB global corresponde a una serie que agrega las estimaciones nacionales a precios constantes mediante tipos de cambio de mercado, 2000=100. Las cifras de 2017 son proyecciones en ambos casos. Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del FMI.

Nota: La producción de carnes corresponde a un agregado de la producción física de las carnes vacuna, porcina y aviar, medida en toneladas métricas; el PIB global corresponde a una serie que agrega las estimaciones nacionales a precios constantes mediante tipos de cambio de mercado, 2000=100. Las cifras de 2017 son proyecciones en ambos casos.
Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del FMI.

Pueden distinguirse dos periodos claramente definidos en el comportamiento relativo de la producción mundial de carnes. El primero comprende la década de los noventa, años durante los cuales la producción del sector creció a tasas con frecuencia superiores al del producto mundial. A partir del año 2000, sin embargo, el dinamismo del sector es inferior al de la economía mundial, manteniendo un ritmo de crecimiento relativamente estable hasta 2014 (en torno al 2% anual). En este último año, se registra un enfriamiento de la producción que parece tender a estancarse.

Un panorama más preciso de este comportamiento se muestra en el Gráfico 2.

Gráfico 2: PIB mundial y producción de distintas variedades de carnes, 1990-2017

(Promedios quinquenales de las tasas de variación anuales, en porcentajes)

Nota: El último intervalo considerado comprende ocho años; las cifras de 2017 son proyecciones. Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del FMI.

Nota: El último intervalo considerado comprende ocho años; las cifras de 2017 son proyecciones.
Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del FMI.

La expansión acelerada del sector, verificada en los noventa, estuvo impulsada básicamente por la producción de carne aviar y porcina ya que, ya desde esos años, el ritmo de producción de la carne vacuna fue inferior al del producto mundial medido a precios constantes. Esta tendencia se prolonga después del año 2000, aunque, en rigor, solo la producción de carne aviar siguió superando en dinamismo al de la economía mundial. A partir de ese año el perfil del crecimiento agregado del sector cárnico mundial se ubica dentro de un patrón más maduro, una vez atravesada la fase de expansión casi explosiva en los noventa.

La producción por habitante de carnes da otra indicación sobre el patrón evolutivo del sector (Gráfico 3).

 

Gráfico 3: Producción (Kg) por habitante de distintas variedades de carnes, 1990-2017

(Promedios quinquenales de los coeficientes anuales)

Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del Banco Mundial.

Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. y del Banco Mundial.

En el intervalo 2010-2017, se produjeron, en promedio anual, 35,2 Kg de carne por habitante en el mundo. Esta cifra es 28,5% superior al promedio respectivo del primer lustro de la década de los noventa (27,4 Kg/habitante). Es decir, en unas dos décadas, el contenido de proteína animal (de estas tres fuentes[4]) de la dieta media mundial se elevó casi un tercio. Por supuesto, se trata de un proceso con fuertes heterogeneidades, en donde seguramente predomina la incorporación de carnes a la canasta de consumo de grupos poblacionales donde tenía una participación muy baja o nula.

Dentro de este espectacular resultado global, cabe observar dos aspectos. En primer lugar, es claro que el crecimiento de la producción por habitante de carnes se ha ido moderando. Entre el primero y el segundo quinquenio de los noventa, la expansión bordeó el 10%; entre el periodo 2010-2017 y el lustro precedente, alcanzó 5%. Por otra parte, es también claro que el incremento se ha efectuado a través de una recomposición de la importancia de las variedades de carne en la canasta. La producción de carne vacuna pasó de 9,1 Kg/habitante a inicios de los noventa a 8,4 Kg/ habitante en el periodo más reciente.

De hecho, la estructura de la producción ha sufrido una importante modificación, notable a partir del año 2000 (Gráfico 4).

 

Gráfico 4: Composición de la producción de carne por variedades, 2000-2017

(En porcentajes)

 

 Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU.


Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU.

El mayor peso relativo de la carne aviar en la actualidad se ha logrado en detrimento de la carne vacuna, principalmente, pero también de la carne porcina. Esta última sigue, en todo caso, siendo preponderante en esta canasta.

El protagonismo productivo de los países emergentes

La expansión del sector mundial de carnes se ha efectuado en paralelo con una modificación significativa en la participación de los distintos países en la producción (Gráfico 5).

Ese cambio ha consistido en una apreciable ganancia de los países emergentes en relación a los países desarrollados. En el intervalo 2000-2017 (que emplea un año de referencia a partir del cual el sector ingresó en un régimen de crecimiento más estable), las economías emergentes pasaron de representar 57% de la producción global a 63%. La mitad de esa ganancia (3,4 puntos porcentuales, p.p.) se debe al crecimiento de la producción de carnes en América Latina, en especial en Brasil. En el caso de las economías asiáticas, es sorprendente el aumento de participación que registra India (2 p.p., impulsada por carne vacuna y aviar), mientras que China pierde 1,1 p.p.

Este último resultado está relacionado con la composición de la producción en China, una economía cuyos sectores porcino y vacuno se expandieron a tasas más altas que la media mundial, pero que no participó del dinamismo del sector aviar, el de mayor crecimiento en el periodo. En carne porcina, China representa en 2017 48% de la producción mundial, habiendo elevado su participación respecto a 2000 en casi 1 p.p. Pero en la producción de carne aviar, el país perdió casi 4,9 p.p. en ese periodo.

Gráfico 5: Participación de países seleccionados en la producción mundial de carnes, por variedades de producto, 2000-2017

(En porcentajes y puntos porcentuales)

Producción total de carnes

5

Carne vacuna

6


Carne porcina

7

Carne aviar

8

Fuente: Elaboración propia con cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU.

En contraste, los países de América Latina y el Caribe cubren ahora 23% de la producción de carne aviar del mundo, con un aumento de participación de 5,5 p.p., 4 de los cuales se deben a Brasil.

En cuanto a los países desarrollados, el rasgo más significativo es la pérdida de importancia de la Unión Europea en la producción mundial de carnes. Esta economía representa hoy en día 16% del total mundial, 3,4 p.p. menos que en 2000. Estados Unidos, comprende otro 16% del agregado mundial, habiendo perdido 1,8 p.p. desde 2000. En ambos casos, la pérdida se produce en las tres variedades de carne, excepto para Estados Unidos, que gana marginalmente en la producción porcina (0,6 p.p.).

 

Conclusiones

La producción mundial de carnes ha experimentado un crecimiento desde la década de los noventa, primero en una modalidad acelerada y luego con un ritmo relativamente más estable. En los últimos tres años hay algunos indicios de estancamiento en el sector.

En un panorama de largo plazo, si bien el dinamismo de la producción de carnes ha estado un poco por debajo del crecimiento global, se ha producido una notable elevación de la producción por habitante de estos productos. Esto está vinculado con la incorporación de proteína animal a la dieta de sectores de la población cuyo ingreso se ha elevado en las últimas dos décadas.

El crecimiento no ha sido uniforme por variedades de productos. El rubro más dinámico ha sido el de la carne aviar en tanto que la carne vacuna ha perdido importancia relativa. A nivel global, la carne porcina mantiene su primacía a pesar de una cierta pérdida de participación.

La producción se ha concentrado aún más en los países emergentes, en los cuales las economías latinoamericanas juegan un papel muy destacado, en particular Brasil.

 

Bibliografía

Errecart, V. (2014) Análisis del mercado mundial de carnes. Centro de Economía Regional, Universidad Nacional de San Martín.

Ramos, A. y F. Vilella (2017) Integración agropecuaria en el MERCOSUR, en Los Futuros del MERCOSUR, BID-INTAL.

USDA (2017) Livestock and Poultry: World Markets and Trade, abril.

[1] Ramos y Vilella (2017).

[2] La otra fuente importante de proteína animal es el pescado, no considerado en esta nota. Este indicador proviene de la base de datos del Servicio Agrícola Internacional del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA, por sus siglas en inglés). La base es accesible en la página del USDA. Puede consultarse también su boletín bianual (abril y octubre) Livestock and Poultry: World Markets and Trade.

[3] Por supuesto, el indicador de la producción de carne corresponde a una medición en unidades físicas (toneladas métricas) de la producción bruta del sector (sin tomar en cuenta la importancia económica de cada variedad), mientras que el PIB mundial se encuentra medido a precios constantes y comprende la producción neta (el valor agregado). No obstante, la comparación es una aproximación cercana al dinamismo relativo del sector.

[4] Como ya se indicó, una exclusión significativa aquí, es el pescado.