La producción de carne sintética se propone como un esquema alternativo a la ganadería tradicional. Un seminario del INTAL y el INTA abordó en qué consiste y qué desafíos plantea.

En una actividad de capacitación que abordó por primera vez en el país el estado del arte de un sistema alternativo de elaboración de alimentos, el 5 de mayo se realizó en Buenos Aires el seminario “Carne artificial: la innovación en la era de la producción 4.0”. El evento – al que asistieron más de cien personas- fue organizado de manera conjunta por el INTAL-BID y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la Argentina.

Debido a su relevancia por colocar en agenda y dar a conocer un modelo emergente de producción de carne, el seminario -que tuvo lugar en el auditorio del INTA- contó con la participación del ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, y del presidente del INTA, Amadeo Nicora, entre otros funcionarios.

Para brindar una visión global sobre el desarrollo de este sistema alternativo de producción de carne basado en el uso de tecnología, el  panel de oradores estuvo integrado por expertos del sector público y privado local: Ignacio Peña, especialista en estrategia, tecnología e innovación; Federico Trucco, CEO de la empresa de biotecnología Bioceres; Alejandro Ramos, especialista senior en Integración y Comercio del BID, y Aníbal Pordomingo, coordinador del Programa Nacional Estación Experimental Agropecuaria Anguil del INTA.

Como experto internacional participó Peter Verstrate, CEO de MosaMeat, que fue invitado por el INTAL-BID para este evento. Verstrate, que trabaja en el programa Culterd Meat de la Universidad de Maastricht, en Holanda, es un referente mundial en cuanto a investigación y desarrollo en carne de laboratorio. Junto con su socio Mark Post, crearon la empresa MosaMeat y en 2013 presentaron por primera vez, en Londres, la primera carne producida bajo este nuevo modelo.

Producción sustentable

La presentación del seminario -al que principalmente asistieron funcionarios e investigadores del INTA- estuvo a cargo de Gustavo Béliz, director del INTAL-BID, Nicora, y Diego Gauna, director del Instituto de Prospectiva y Políticas Públicas del INTA, quienes mencionaron el potencial disruptivo de esta tecnología. Beliz advirtió sobre la necesidad de evitar el tecno-utopismo y el tecno-escepticismo. “Los cambios vienen y hay que estar preparados para verlos no como una amenaza sino como una oportunidad para desarrollarnos”, afirmó.

Posteriormente, los expertos fueron exponiendo sus perspectivas. En primer lugar, Aníbal Pordomingo abordó la actualidad, las perspectivas y los escenarios que desafían a la producción bovina en el país. También se refirió a la creciente demanda de carne en el mundo, cómo se está comportando la oferta y cuáles son los principales competidores de la Argentina en el comercio mundial. “La demanda crece más que la oferta, lo cual es interesante para los países productores”, sostuvo. El desafío de la Argentina, según Pordomingo, no es sólo producir más carne para la exportación, “sino también para el mercado interno”. A futuro, el objetivo de la ganadería es “ofrecer calidad ambiental y de gestión, y minimizar las externalidades negativas”.

Peter Verstrate expuso la problemática de sustentabilidad ambiental que motiva la búsqueda de esquemas alternativos de producción de carne y detalló el modelo que propone desde MosaMeat: desarrollado a partir del cultivo de las células musculares de vacas vivas -que se extraen mediante una biopsia-, este sistema es más sustentable y eficiente que la ganadería tradicional, de acuerdo con el especialista. Su propuesta es “encontrar soluciones verdaderamente transformadoras”. A su entender, este método tiene menor impacto ambiental; introduce mejoras en la seguridad alimentaria y transparencia en el proceso productivo, y resuelve las controversias vinculadas con el bienestar animal.  Según Verstrate, por ejemplo, más del 18% de las emisiones de gas de efecto invernadero están relacionados con la ganadería. Otros problemas ecológicos vinculados con la ganadería son el alto consumo de agua y la desforestación de bosques. Al mismo tiempo, y debido a las mejoras en el ingreso de la población, se proyecta que para 2050 la demanda mundial de carne crecerá fuertemente. El desafío, entonces, es abastecer un consumo creciente y sostener las buenas prácticas ambientales

Esta posibilidad no es lejana. La carne de laboratorio llegará al mercado en un plazo de cuatro o cinco años, pronostica Verstrate. “Será introducida por nosotros o por alguno de nuestros competidores que hoy trabajan también con esta tecnología -advirtió-. Primero será en pequeña escala, como un producto Premium de alto costo. Pero luego la tecnología mejorará y se difundirá en el mundo.”

A la factibilidad técnica, se agrega que en los últimos años los costos de producción de carne artificial bajaron significativamente. Según datos provistos por Mosa Meat, mientras que en 2013 el costo para producir 1 kilo fue de US$ 350.000, con la actual tecnología disponible se redujo a US$ 64.  “El tema del costo es de mucha relevancia, ya que obviamente tiene que ser competitivo con respecto a los sistemas de producción tradicional”, sostuvo.  Y agregó que “es un proceso más transparente que el actual sistema de producción”. Desde la ingeniería de tejidos, “nuestra misión es que se pueda llegar a producir carne que sea accesible económicamente; pero debemos hacer que el proceso sea más rápido y escalable”.  Aunque se propone abastecer al mercado local de su país, la principal fuente de rentabilidad de la compañía será la venta su tecnología.

En el mundo, otros emprendimientos, como Memphis Meat y Modern Meadow, también están apostando a las nuevas alternativas de elaboración de carne.

Para el especialista, “los principales mercados para comercializar carne de laboratorio son los que actualmente ya consumen carne; es un producto que a las personas les resulta difícil quitar de las dietas”. Pero agregó que “también nos interesan los grandes mercados emergentes, como China o India, donde el ingreso está creciendo y la gente está empezando a consumir carne”.

Pero los interrogantes giran también en torno de la aceptación de los consumidores hacia la carnea sintética. Según una encuesta de Mosa Meat realizada en Estados Unidos, más del 50% de las personas está dispuesta a probar este tipo de alimentos. Sin embargo, entre un 10% y 15% rechaza la posibilidad de hacerlo. Por lo tanto, se avizora un posible escenario de convivencia entre ambos sistemas productivos.

La alianza entre el sector científico y las empresas es clave para conducir una economía basada en la innovación. Federico Trucco, que mostró su interés en invertir en proyectos vinculados a carne sintética, expresó la necesidad “unirnos con los científicos para construir una agricultura basada en el conocimiento”. El ejecutivo de Bioceres concluyó: “Debemos pensar en las innovaciones que nos llevan a los empresarios a crear desequilibrios”.

La coyuntura de la industria bovina también se abordó desde una perspectiva del Mercosur. Así, durante el evento, se analizaron estadísticas sobre la dinámica del segmento agropecuario en el Mercosur en cuanto al volumen del comercio e indicadores de integración sectorial, con datos provenientes de Intrade. En este marco, Alejandro Ramos se refirió a la “integración agropecuaria” y aportó su visión sobre el comportamiento del sector ganadero en el mercado común. Por último, se refirió a la arquitectura institucional del Mercosur y expuso una “agenda positiva” para mejorarla.

A lo largo de su exposición, el consultor Ignacio Peña se refirió al escenario “post-carne artificial” en la Argentina, una vez que se difunda este producto. Según Peña, “se viene una revolución que cambiará nuestra economía”. A su juicio, este modelo de producción -en el marco de un contexto más amplio de aplicación de tecnologías de agricultura celular-  puede contribuir al desarrollo y una mayor generación de alimentos para la población del país.

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