Por: Mariana Pernas

La impresión 3D podría redefinir las cadenas globales de valor y plantea desafíos al comercio.

La incorporación de informática, dispositivos digitales y sistemas de comunicación a los procesos de manufactura ha transformado a las plantas industriales en unidades productivas de alta tecnología y poder de automatización, con notables consecuencias sobre las cadenas globales de valor, la logística, el comercio y el transporte de mercancías.

La impresión 3D, en particular, optimiza, acelera y descentraliza las etapas de diseño, desarrollo e innovación de productos, e introduce mayores componentes de servicios y software al proceso de producción.  Así, esta tecnología de fabricación a pequeña escala -que produce objetos físicos a partir de un original modelado digitalmente en una computadora- desafía el alcance de las actuales regulaciones de comercio.

Este modelo de fabricación, que comienza a partir del trabajo con software de Diseño Asistido por Computadora (CAD), desata múltiples modificaciones al interior de las organizaciones y sus cadenas de valor. Además de bajar costos y tiempos de desarrollo, permite una descentralización de los proveedores de diseño e innovación, que pueden prestar sus servicios de manera online desde cualquier parte del mundo. Pero la distribución de productos como archivos digitales permite también flexibilizar la comercialización y relocalizar la producción para estar más cerca del consumidor final.

Este nuevo contexto genera algunos interrogantes: ¿Cómo repercute sobre el volumen del intercambio de bienes físicos si una creciente proporción de ellos ahora son archivos digitales que cruzan las fronteras de manera online? ¿Cuál es el rol de los aranceles aduaneros en un escenario comercial de esta naturaleza? ¿Debe regularse, y cómo, el comercio de servicios digitales? ¿Es preciso adaptar las actuales normas de comercio y competencia al nuevo contexto, o las que hoy existen son de utilidad?  ¿Qué tipo de comercio surgirá si se acentúa el uso de tecnología informática y comunicaciones en la manufactura?

 

Impresión exponencial

De acuerdo con la consultora Gartner, el año pasado se vendieron 455.772 unidades de impresoras 3D en el mundo -más del doble que en 2015-, pero la cifra se incrementará a 6,7 millones de unidades para el 2020. En tanto, un informe de IDC el año pasado valuó a este mercado -incluye impresoras, materiales, software y servicios relacionados- en US$ 13.200 millones, y estima que crecerá a US$ 28.900 millones en 2020.

La impresión aditiva dejó de ser una tecnología de nicho y, con el uso de nuevos materiales -cerámica, metales y arena, además del plástico-, el mejoramiento de las técnicas y la reducción del precio de los equipos, se amplían las posibilidades de producción. Según el Global 3D Printing Report de la consultora EY, las principales ramas que emplean esta tecnología son la automotriz, aeroespacial, mecánica, ingeniería de planta, farmacéutica, medicina y electrónica, que la emplean principalmente para reducir tiempos y costos en el proceso de prototipado. “Sin embargo, el futuro -y potencial de crecimiento- de la tecnología descansa en la manufactura directa, esto es, en la producción de artículos de consumo, componentes y partes para la industria, como herramientas, piezas de máquinas y asistencia para la manufactura”, advierte el informe de EY.

La consultora McKinsey afirma que hoy la impresión 3D representa una parte muy pequeña de la industria de metales, pero está creciendo rápidamente. En esa industria, “los principales beneficios son una cadena de valor más corta, reducciones de tiempo y costos a través de la eliminación de pasos de ensamblado, mayor customización y libertad de diseño, y mínimos desperdicios”, consigna el estudio.

 

El nuevo comercio

“El período de auge del comercio internacional estuvo caracterizado por fuertes procesos de apertura comercial en buena parte de los países del mundo, avances tecnológicos que redujeron los costos de logística y transporte y la reinserción de China en la economía mundial. Esto facilitó el desarrollo de cadenas de valor global, resultando en procesos de offshoring de diferentes actividades productivas en firmas localizadas en distintos países. Este escenario se vio alterado por la crisis internacional desatada en los países desarrollados hacia 2008, donde el comercio redujo su rol como motor del crecimiento mundial”, analiza Ricardo Rozemberg, investigador del Centro Ideas de la Universidad Nacional de San Martín. “Más allá de los factores coyunturales, hay cuestiones más estructurales que afectan el desempeño del intercambio global -agrega-. Un informe de McKinsey Global Institute de 2016 sostiene que el incremento de la automatización y las nuevas tecnologías usadas en la manufactura están acelerando el proceso de cambio, con consecuencias negativas sobre el intercambio mundial de bienes.”

“Estos cambios de logística, tecnología y comercio desafían en cierta medida el orden y los alcances de los acuerdos comerciales, tanto regionales como multilaterales, que fueron pensados para un mundo donde la rebaja de aranceles y el abaratamiento de los transportes facilitaría el mayor desarrollo de las ventajas comparativas y competitivas en la producción y el comercio global -completa Rozemberg-. Por eso los esfuerzos de incorporar ahora las regulaciones específicas de un comercio que se materializa a través de datos, y que conlleva a pensar y administrar una nueva gama de temáticas que van desde la seguridad de la información, los medios de pago o la tributación.”

Al respecto, el estudio Trade Regulation in a 3D Printed World, que elaboró el National Board of Trade de Suecia, puntualiza cuáles son los principales retos que impone esta tecnología. La impresión 3D “cambia lo que se comercia, dónde tiene lugar el comercio y quién participa”, define. En particular, agrega el componente de servicios, “la creación y movimiento de archivos CAD, que son puramente trabajos digitales” y cuya información en muchos casos puede cruzar distintos países “creando flujos de datos transfronterizos”. Para el comercio exterior, una complejidad adicional es que en la creación de un archivo CAD pueden intervenir a la vez desarrolladores de varios países que trabajan desde una plataforma cloud.

La digitalización está cambiando la naturaleza de los actores que intervienen en el comercio y la producción. “La impresión 3D está abriendo las puertas a que nuevas empresas ingresen al mundo de la producción y el comercio, no sólo pequeñas y medianas empresas. Los individuos particulares también se pueden convertir en productores”, señala el informe. Así, ingresan al mercado nuevos proveedores: diseñadores, plataformas online, fabricantes de materiales o “tinta” para imprimir, y centros de impresión especializados (FabLabs).

Bajo este modelo, la cadena de producción tiende a comprimirse -quitando componentes e intermediarios- y se promueven estrategias de “nearshoring”, acercando la manufactura al consumidor final. Como consecuencia, se reduce la necesidad de inventarios, almacenamiento, distribución y centros de comercialización y empaquetado.  Todos estos cambios repercutirán sobre los flujos comerciales, que tenderán a reducirse si es que la impresión 3D se convierte en la norma.

Según el informe del gobierno sueco, “un efecto directo de la impresión 3D será un incremento en los cálculos del comercio de servicios y un decrecimiento en el comercio de bienes manufacturados”. Y agrega: “La impresión 3D conducirá a niveles más bajos de comercio y un conocimiento menos claro de dónde el intercambio tiene lugar. El comercio no desaparecerá. Sin embargo, los niveles podrían descender y serán más difícil identificar sus patrones”.

¿Las actuales regulaciones de la Organización Mundial del Comercio en qué medida se adaptan este nuevo contexto donde los bienes físicos son progresivamente reemplazados por archivos digitales? El estudio del National Board of Trade afirma que muchas de estas normas son lo suficientemente “flexibles y tecnológicamente neutrales” como para que se requieran grandes modificaciones regulatorias.

Sin embargo, identifica algunos factores clave:

  • Algunas normas de la OMC, como el Acuerdo general sobre Tarifas y Comercio (GATT), sólo se aplican en tanto las mercancías cruzan las fronteras. Pero la impresión 3D implica una relocación de la manufactura más cerca del cliente, con lo cual se reducen los flujos las exportaciones e importaciones. En esos casos no hay cruce de fronteras después de que el producto es manufacturado y algunas regulaciones no se aplican a esa instancia de la cadena de producción.
  • Así, las reglas del GATT, del Acuerdo sobre valuación de Aduanas (CVA) y el Acuerdo para Facilitación de Fronteras (TFA) sólo se aplican a aquellas fases de la cadena de valor 3D que abarca a las materias primas, la “tinta” y los productos finales, siempre y cuando crucen las fronteras.
  • Dado que las actividades relacionadas con mercancías físicas son progresivamente sustituidas por servicios (diseño, información digital, espacios online), parte de la cadena de producción 3D cae bajo el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS) y no bajo los tratados vinculados con mercancías.
  • No obstante -destaca el informe-, a medida que cambia la producción y el comercio, algunas normas deberán ser revisadas, clarificadas o más desarrolladas. La impresión 3D produce desafíos que algunas partes del sistema de regulaciones de la OMC, así como también para los mecanismos de antidumping, no está totalmente equipado para manejar, sostiene el informe.

Impacto en la logística

Frente a la amenaza de una posible disminución en el volumen de los despachos de mercancías, el estudio de EY se pregunta si el transporte y el almacenamiento son aún relevantes en un mundo de impresión 3D. Al respecto, señala: “El sector de logística está experimentando una particular disrupción (…). La manufactura podrá imprimir sus productos más cerca de sus clientes, on demand, reduciendo los costos de logística. Esto influenciará a la industria de logística y transporte, requiriéndoles que ajusten sus modelos de negocio”.

Ante este escenario, por ejemplo, la consultora Accenture en su informe “3D printing’s disruptive potencial” sugiere que los proveedores de servicios de logística puedan ofrecer a sus clientes servicios de impresión 3D en sus centros de almacenamiento conectados a sus instalaciones de envío. Así, un fabricante podría venderle los derechos de un modelo digital a una empresa de logística, que imprimiría el producto y luego lo enviaría a los clientes, acortando así un tramo de la cadena de distribución.

Las cadenas digitales de abastecimiento, según Accenture, pueden también contribuir a una gestión más eficiente de los stocks e inventarios mediante, por ejemplo, la impresión “a demanda” de las piezas de repuesto -de una máquina o un vehículo- incluso por parte del usuario final, que sólo necesita acceder a un archivo CAD del artículo.

En conclusión, el progresivo desarrollo de la producción 3D podría crear un conjunto de desafíos a las formas del comercio tal y como las hemos conocido hasta ahora. La investigación acerca de su impacto y de los marcos regulatorios futuros son tareas en que los países de la región deberían comenzar a abordar de forma sistemática.