Por: Jesica De Angelis

La Cuarta Revolución Industrial, vinculada con la fusión y ampliación de tecnologías, está generando drásticos cambios en las formas de producir, comerciar y en el mercado de trabajo.

Coordinación, información y cooperación

Singh (2016) destaca que la política de competitividad debe ser comprendida no como un conjunto de políticas sino como un proceso o un esfuerzo sistemático y estructurado. El autor extrae una serie de lecciones que ha dejado la nueva política productiva aplicada en los últimos veinte años, haciendo foco en los instrumentos “blandos” vinculados con el fortalecimiento del sistema y la coordinación:

    1. necesidad de lograr una coordinación nacional (entre agencias gubernamentales, empresas y demás actores), un aspecto complejo en los países en desarrollo con mayores restricciones en su capacidad estatal;
    2. para aumentar la efectividad de las opciones de política, es central tener mecanismos cooperativos para compartir información a nivel doméstico o con otros países, prestando atención a la experiencia de otras naciones;
    3. la cooperación público-privada puede complementar los esfuerzos de estas políticas;
    4. el desarrollo de herramientas para la orientación y el monitoreo del proceso y sus dificultades;
    5. la necesidad de desarrollar políticas de competitividad donde es crítica la política comercial, logística, facilitaciones de comercio, cumplimiento de estándares mundiales, facilidad para hacer negocios;
    6. la existencia de cláusulas de extinción de las políticas y posibilidad de experimentar y, eventualmente, cambiar los instrumentos;
    7. la importancia de las nuevas tecnologías genera la imperiosa necesidad de priorizar la infraestructura y las aptitudes nuevas y emergentes que esta reclama, lo que implica contar con recursos financieros para tal fin.

Como se observa, se destacan las denominadas “políticas blandas” vinculadas con instrumentos para mejorar la coordinación y el desarrollo de las redes. Finalmente, uno de los pilares de la propuesta de políticas de Singh es la necesidad de contar con Centros de Excelencia Regionales para que los hacedores de política y el sector empresarial puedan intercambiar información sobre las principales preocupaciones de la política productiva.

Demanda transversal

Más allá de la importancia de los aspectos instrumentales de la política productiva, también es clave el contenido concreto de la misma. En tal sentido, la necesidad de desarrollar instrumentos para apuntalar la competitividad, diversificación y productividad y, en definitiva, mejorar las oportunidades de los países, no se encuentra solo acotada a los sectores tradicionalmente tecnológicos como la electrónica. La evidencia empírica reciente está mostrando que los cambios estructurales de la cuarta revolución industrial derraman en varias direcciones: se destacan los Servicios Basados en Conocimiento (SBC)[1] y su enorme uso de la economía digital, las fintech, biotecnología, software, e-commerce, la automatización en los servicios (tiendas sin cajeros, centros de distribución operados enteramente por robots, etc.), la robótica en los alimentos, los sistemas de trazabilidad, entre otros. Por tanto, transversalmente se demandan políticas centradas en el fortalecimiento de la educación y de las capacidades tecnológicas en los trabajadores.

Schteingart (2017) a partir del análisis de los esfuerzos en innovación y el tipo de inserción internacional construye una taxonomía que distingue entre países “innovadores industriales”, “ensambladores”, “innovadores primarizados” y “no innovadores primarizados”. En particular, esta taxonomía le permite al autor concluir que, si bien los países innovadores industrializados tienen más probabilidades de ser desarrollados[2], también hay fuertes oportunidades en los “innovadores primarizados”.

En particular, países como Nueva Zelanda, Noruega, Australia han logrado grandes avances en términos de desarrollo logrando encadenamientos hacia delante (alimentos procesados, diferenciados, con marca país, etc.) y hacia atrás (maquinaria agrícola, de procesamiento de alimentos, para la minería, fertilizantes, herbicidas, biotecnología, servicios de alta complejidad, etc.). Este grupo detenta niveles de ingreso per cápita cercanos a los de los “innovadores industrializados”, el denominador común entre ambos grupos es la disponibilidad de capacidades tecnológicas, elemento clave para una inserción dinámica.

El caso de la UE: innovación como respuesta a la crisis

Solo por mencionar un caso testigo, la centralidad de las políticas direccionadas a la competitividad se observa en los fondos que la Unión Europea (UE) compromete anualmente en programas de competitividad. En particular, el programa marco de la UE para la investigación e innovación, Horizon 2020, se plantea la inversión en investigación e innovación en áreas como la bioeconomía, la salud, el transporte, el clima, biotecnología, nanotecnología, entre otras, como la vía para salir de la crisis.

Los fondos para el crecimiento sustentable de los RRNN, que incluye el Fondo de Garantía Agrícola y el de Desarrollo Rural, cubren alrededor del 40% de todo el presupuesto de la UE para 2018 (Gráfico 1). Una prioridad de dichos fondos es la agricultura de precisión, a través del uso de sistemas de posicionamiento satelital y sensores, para obtener mayor producción con menos insumos. También se destaca la política de competitividad para el empleo y el crecimiento (13% del presupuesto), que incluye un importante financiamiento para la innovación e investigación, de energía, tecnología de la información y la comunicación y transporte e infraestructura.

Según datos de la Federación Internacional de Robótica (IFR), la Unión Europea, se encuentra muy avanzada en automatización, en mayor medida en el sector automotriz. Sin embargo, otros sectores no son ajenos a este proceso, por ejemplo, de acuerdo a información de CORDIS, el proyecto Sweeper que se encuentra mejorando las técnicas de robótica para la cosecha de pimientos[3]  en condiciones cálidas y húmedas, podría mejorar para 2018 y situarse en un nivel muy cercano a la comercialización. Otro ejemplo interesante al respecto es el proyecto Vinerobot, un equipo con sensores que viaja entre los viñedos para detectar si las uvas están listas para ser cosechadas.

Gráfico 1. Distribución del presupuesto para 2018 de la UE

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En conclusión, el escenario actual demanda políticas productivas amplias y para las que resulta central la coordinación, la información y la cooperación con otros actores locales e internacionales, públicos y privados. A su vez, el creciente cambio tecnológico demanda que el contenido o foco de la política sea transversal a todos los sectores y se centre en seguir de cerca las nuevas técnicas y aptitudes requeridas para la producción y el comercio.

Referencias

Singh, H. (2016): New Industrial Policy and Manufacturing: Options for International Trade Policy. International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD). Switzerland

Schteingart, D. (2017): Especialización productiva, capacidades tecnológicas y desarrollo económico: trayectorias nacionales comparadas y análisis del caso noruego desde mediados del siglo XX. Tesis doctoral UNSAM.

[1] Incluyen servicios técnicos y profesionales, informática y telecomunicaciones, servicios audiovisuales, regalías y licencias.

[2] Según el autor “el hecho de que la gran mayoría de los países desarrollados sean innovadores industriales muestra que la probabilidad de desarrollar capacidades tecnológicas en los sectores intensivos en ingeniería es muy superior a la de los intensivos en recursos naturales” (Schteingart, 2017: 108).

[3] Extensible a otros cultivos.