Por: Ana Inés Basco

La equidad social en la era de los algoritmos

América Latina se caracteriza por la enorme desigualdad en términos de ingreso y oportunidades. Estas desigualdades se acentúan entre población urbana y rural, entre jóvenes y adultos mayores, entre hombres y mujeres, entre trabajadores y empresarios, entre personas de distintas etnias. La estructura económica de la región, caracterizada por la convivencia de sectores de actividad económica con productividades muy heterogéneas, y el trabajo informal, reproducen patrones de distribución del ingreso inequitativos generando más pobreza. En los últimos años, la mayoría de los gobiernos de la región implementaron políticas sociales logrando una mejora sustancialmente en la condición de vida de muchos latinoamericanos. Aspirar a una integración regional sustentable socialmente, nos obliga a revisar las condiciones sociales de los latinoamericanos, las diferencias entre países, y las múltiples dimensiones de la desigualdad en Latinoamérica.

Desarrollo y Equidad

América Latina es la región más desigual del mundo[1], ¿Somos los latinoamericanos indiferentes ante la desigualdad? ¿Cuánto nos preocupa la equidad y la inclusión? Evidentemente, lograr un desarrollo con equidad social nos importa y mucho.

Al consultar sobre los principales problemas para el desarrollo de los países, la opción “Políticas sociales, inclusión social y pobreza” fue la más elegida entre 11 opciones: 49% de las personas entrevistadas mencionaron este tema como importante para el desarrollo. Además, la opción “igualdad de oportunidades para todos”, se ubicó tercera, con el 46% de respuestas. Más atrás, se quedaron “igualdad de género” y “capital humano” en las posiciones 7 y 8 con 34% y 27% de las respuestas respectivamente (ver Figura 1).

“Igualdad de oportunidades para todos” ocupa la tercera posición, con un 46% de menciones, con valores máximos en Colombia (61%) y mínimos en Nicaragua (34%)

 

Figura 1

Temas importantes para el desarrollo

La preocupación por “las políticas sociales, la inclusión social y la pobreza”, alcanzó su máximo en Argentina con 65% de las menciones y su mínimo en Bolivia con el 32%. El género no parece influir en las respuestas. En cambio, las personas jóvenes (menores de 25 años) y las de condición socioeconómica buena y muy buena, son las más preocupadas por este tema (ver Figura 2). 

Figura 2

¿Es la equidad un tema relevante para el desarrollo?

 

Figuras 3, 4, 5

¿Es la equidad un tema relevante para el desarrollo?

 

 

Los países que consideran más importantes a “las políticas sociales, la inclusión social y la pobreza” son al mismo tiempo los de mayor PIB per cápita (correlación positiva de 0,67), los de mayor índice de desarrollo humano (correlación positiva de 0,69) y los que tiene mayor porcentaje de población usuaria de internet (correlación positiva de 0,77). En cambio, los menos preocupados por estos temas son casualmente los que tienen mayor porcentaje de población pobre (correlación negativa de -0,55) (ver Figura 6).

Figura 6

Relación entre preocupación por la inclusión social, el nivel de pobreza y el ingreso por habitante, según país

 

La preocupación por “la igualdad de oportunidades para todos”, alcanzó su máximo en Colombia (61% de las menciones) y su mínimo en Panamá y El Salvador (34% de las menciones). Los países más preocupados por este tema son otra vez los de mayor PBI per cápita (correlación positiva de 0,64), los de mayor índice de desarrollo humano (correlación positiva de 0,57) y, los de mayor índice de genero (correlación positiva de 0,52) (ver Figura 7).

Figura 7

Relación entre la preocupación por la igualdad de oportunidades, el desarrollo humano y el desarrollo de género, según país.

¿Existe algún otro factor subjetivo que pueda explicar las diferencias en las respuestas por países?

Partiendo de la idea de que en todos los países hay conflictos entre diferentes grupos sociales, encontramos que en aquellos países donde más se visualiza el conflicto entre los diversos grupos, más importancia ganan los temas de equidad e igualdad de oportunidades en las agendas de desarrollo. Específicamente, se encontró una correlación positiva entre la importancia de “las políticas sociales, la inclusión social y la pobreza” con aquellos países que reconocen un “fuerte o muy fuerte” conflicto entre los “empresarios y los trabajadores” (0,78), superior incluso, a la encontrada al comprar los datos sobre los que reconocen un conflicto entre “ricos y pobres” (0,64).  Lo mismo ocurre al comprar estas respuestas con la identificación de “igualdad de oportunidades para todos”, donde la mayor correlación se encontró respecto a la visualización del conflicto entre “empresarios y trabajadores” (0,93). Para el promedio regional, el conflicto más visible es entre “ricos y pobres” (76% de personas reconocen tensiones fuertes o muy fuertes), y el menos visible, es entre “gente de mayor edad y la sociedad” (54% de visualización de un conflicto fuerte o muy fuerte) (ver Figura 8).

Figura 8

Nivel de conflictividad entre grupos sociales. ¿Existe conflicto entre los siguientes grupos? Si existe, ¿cuán fuerte es?

Integración social

Desde el punto de vista económico, la estructura productiva poco diversificada de América Latina y su inserción en el comercio internacional como proveedora de recursos naturales, explica la convivencia de sectores de actividad económica con diferentes productividades. Sin embargo, los sectores de menor productividad son actores igualmente importantes en la generación de empleo[2]. Por lo cual, el mercado laboral es el espacio donde se ajustan estos desequilibrios de productividades mediante diferencias significativas en la remuneración que reciben los trabajadores, no sólo dependiendo de sus calificaciones laborales, sino también, del sector de actividad económica en el que se desempeñan. La informalidad del trabajo es otro factor determinante en la desigualdad de ingresos en América Latina

¿Qué percepción tenemos los latinoamericanos sobre la distribución del ingreso? ¿Qué pensamos sobre la libre movilidad de los trabajadores? ¿Somos capaces de integrar socialmente a un trabajador proveniente de otro país?

Distribución del Ingreso

Casi 8 de cada 10 Latinoamericanos consideran que la distribución del ingreso en su país es “injusta”. Esta percepción es menos compartida por los jóvenes (menores de 25 años) y por las personas de posición socioeconómica mala y muy mala. Es decir, la población que se encuentra en peor situación socioeconómica es la que menos percibe que la distribución del ingreso sea injusta (ver Figura 12).

Figura 9

¿Es justa la distribución del ingreso en su país?

Figura 10, 11, 12

¿Es justa la distribución del ingreso en su país?

Una mirada por países muestra que la percepción de mayor injusticia se encuentra en Brasil, Chile y Colombia (todos por encima del 90%). En el extremo opuesto, Ecuador es el país que menos percibe como “injusta” a la distribución del ingreso (53% de las personas) (ver Figura 13). Al comprar estas respuestas con el coeficiente de Gini[3] de cada país, se encontró una correlación positiva pero baja (0,28). Esto sugeriría que la percepción sobre lo “justo” o “injusto” en la distribución del ingreso no guarda relación con datos objetivos, y respondería a factores subjetivos. Además, al analizar la percepción de los países que se ubican por debajo del promedio regional (78%), es decir, que no perciben tanta “injusticia”, vemos que todos ellos tienen coeficientes de Gini altos. Una vez más, concluimos que los más expuestos a la desigualdad son los que menos la perciben como propia. Una vez más, a internet emerge como un factor clave para la visualización de los problemas; la percepción de injusticia en la distribución del ingreso muestra una correlación positiva de 0,51 con el porcentaje de población usuaria de internet sobre la población total de cada país.

Figura 13

Relación entre percepción de injusta distribución del ingreso y distribución del ingreso, según país

El balance de la equidad

Durante la última década, América Latina experimentó avances sustantivos en cuanto a reducción de pobreza y equidad. Según el “Pulso social de América Latina y el Caribe 2016”, una publicación del BID, la expansión de la clase media fue uno de los principales hitos: las personas con un ingreso per cápita diario de entre US$ 12,4 y US$ 62, que casi se duplicó para aumentar de 99 a 186 millones de personas, constituyó el grupo social con mayores cambios en cifras absolutas entre 2002 y el 2014. El número de habitantes de la región que son pobres disminuyó en casi un tercio: cayó en 67 millones (de 224 a 157 millones de personas), mientras que la cantidad de personas vulnerables aumentó en 57 millones (de 170 a 227 millones de personas). “Previo a la crisis financiera internacional de 2008, América Latina dejó de ser una región de mayorías de pobres, y desde entonces la población vulnerable se convirtió en el grupo preponderante”, advierte el documento.

Entre 2002 y 2014, por cada punto de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) per cápita, la tasa de pobreza se redujo en 0,86%, el tamaño de la clase media aumentó en 0,88% y el de la población vulnerable creció sólo en 0,22%. Pero los beneficios del crecimiento económico que la región tuvo desde el 2000 no se aprovecharon de manera homogénea. Algunos de los países que avanzaron poco fueron, precisamente, aquellos con menores niveles ingresos per cápita, mientras que otros que obtuvieron logros importantes fueron los de ingresos más elevados. “Las brechas entre países respecto al nivel de bienestar económico se ampliaron”, considera el estudio.

El libro “La Fractura”, editado por el Intal-BID, coincide con esta mirada. “En los últimos quince años, la desigualdad de los ingresos mostró una disminución importante. Este descenso de la desigualdad proviene de un mayor crecimiento de los ingresos en los percentiles de ingresos más bajos en la región”, consigna la publicación. Y agrega: “Si consideramos la desigualdad por país, en toda la región, con excepción de Costa Rica, República Dominicana y Guatemala, las encuestas por hogar informan una disminución del coeficiente de Gini del ingreso per cápita por hogar entre 2002 y 2013”.

Integración de los trabajadores

En relación al trabajo, 9 de cada 10 latinoamericanos se muestran a favor de que los trabajadores puedan trabajar libremente en cualquier país (el 60% está de acuerdo y el 26% muy de acuerdo). Al mismo tiempo, al consultar si consideran mejor una sociedad heterogénea (con diversidad de nacionales, culturas y religiones), o una sociedad homogénea, la balanza se inclina levemente hacia primera opción (ver Figura 14). Es decir, 9 de cada 10 latinoamericanos se muestran muy permisivos respecto a que personas de otros países trabajen en su país, pero sólo 5 de cada 10 estarían dispuestos a integrarlas socialmente (quieren una sociedad heterogénea). La preferencia por vivir en una sociedad heterogénea es más marcada entre los usuarios de internet que entre los no usuarios (58% vs 38%).

Luego, entre las personas que dijeron estar a favor de libre movilidad de trabajadores, la investigación exploró si visualizan conflictos entre la población local y la extranjera, y entre personas de distintas culturas y religiones. Las respuestas se muestran bastante divididas, pero resulta mayor el porcentaje de personas que reconoce la existencia de estos conflictos (52% reconoce que hay conflictos entre diferentes culturas y religiones, y 48% reconoce que hay conflictos entre locales y extranjeros (ver Figuras 15 y 16).

Figura 14

Relación entre movilidad de trabajadores y preferencia por una sociedad más diversa.

 

Figura 15

Relación entre movilidad de trabajadores y existencia de conflicto entre diferentes culturas.

 

Figura 16

Relación entre movilidad de trabajadores y existencia de conflicto entre diferentes nacionalidades.

Podemos asimismo encontrar que hay factores objetivos que ayudan a comprender el fenómeno de la percepción de niveles de conflictividad en los países. Al ser consultados los latinoamericanos sobre el grado de conflicto entre locales y extranjeros, observamos que las respuestas de “Fuerte” y “Muy Fuerte”, además de mostrar una gran dispersión entre países (México obtiene el máximo, con 72%, mientras que el mínimo lo registra Uruguay, con sólo 25%), presenta una correlación negativa (-0,6) con el volumen de comercio del país con el resto de la región (ver Figura 17 ).

Figura 17

Relación entre percepción de la conflictividad entre ciudadanos y extranjeros y comercio con la región.

Al contrastar los datos entre el apoyo a la libre movilidad de los trabajadores por países y el índice de control de capitales y personas (correlación negativa de -0,8) confirmamos que los países con mayores restricciones a la movilidad de capitales y personas son los que están más a favor de “que los trabajadores puedan trabajar en cualquier país libremente” (ver Figura 18). Esto podría sugerir que, el gran apoyo a la libre movilidad de los trabajadores entre países pareciera estar más relacionado con una necesidad de las personas de ampliar sus horizontes laborales, que con la propia capacidad de recibir trabajadores extranjeros e integrarlos socialmente.

Figura 18

Relación entre percepción y controles de movilidad de trabajadores.

Conclusión

América Latina acumula innumerables desigualdades que no pasan desapercibidas para su población; la gran mayoría de los latinoamericanos visualiza inequidad en la distribución del ingreso y desigualdades en las oportunidades que enfrentan las personas. Esto explica que las políticas sociales, la pobreza, la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos sean temas centrales en la agenda del desarrollo de los países.

Afortunadamente, en últimos años fueron muchos los esfuerzos realizados por los gobiernos de América Latina para implementar políticas y programa que contribuyeron positivamente con la reducción de algunos indicadores críticos, llevando más alimento, educación, salud e incluso, acceso a la tecnología, a la población más vulnerable. Pero la desigualdad parece responder a patrones de la propia estructura económica, generando diferencias sustanciales en el ingreso que perciben las personas y en particular entre los trabajadores de acuerdo a su condición de formalidad/informalidad y a la productividad del sector en que se desempeñan En efecto, en los países que mejores resultados se observan en términos de desarrollo humano y PBI per cápita la sensibilidad a estas temáticas es mayor, lo que evidencia tanto que el progreso favorece a la conciencia sobre estas problemáticas. En sentido contrario, la difusión de la pobreza se vuelve en sí misma un obstáculo para que la sociedad logre visualizarla como un problema para el desarrollo. La mayor la identificación de las tensiones entre trabajadores y empresarios, y entre ricos y pobres, está asociado a una mayor preocupación por las políticas sociales y la igualdad de oportunidades.

La libre movilidad de los trabajadores entre países tiene un alto apoyo social (9 de cada 10 latinoamericanos). El apoyo es incluso más fuerte en países con mayores controles a la movilidad de personas y capitales. Sin embargo, el rechazo ante lo desconocido se mantiene alto: el 44% de los latinoamericanos considera que la sociedad sería mejor si estuviese compuesta por personas de una misma nacionalidad, y un 54% considera que los conflictos entre nacionales y extranjeros son fuertes o muy fuertes.

En todos los casos, las TICs emergen como un aliado estratégico para lograr una mayor visualización de los problemas sociales; la percepción de una distribución injusta del ingreso, de inequidad en las oportunidades que enfrentan las personas, de pobreza, de conflictos entre trabajadores y empresarios, ricos y pobres, mujeres y hombres es siempre mayor entre los usuarios de internet y redes sociales.

[1] Duryea, Suzanne y Robles, Marcos. 2016. Pulso Social de América Latina y el Caribe 2016: realidades y perspectivas. Washington: BID.

 

[2] La matriz de la desigualdad Social en América Latina. 2016. Santiago de Chile:  CEPAL.

[3] Indicador que mide la desigualdad en la distribución del Ingreso. Valores cercanos a 0 corresponden con una la perfecta igualdad, y cercanos a 1 con una total desigualdad.