Por: Agustina Calatayud

¿Cuáles son los beneficios del transporte autónomo? ¿Cuán cerca está la región de implementar este tipo de vehículos? ¿Cuáles son los posibles impactos en términos de comercio?

Octubre 2019

La revolución 4.0 está generando impactos en la manera en que comercializamos, trabajamos, nos transportamos, cuidamos nuestra salud y el medio ambiente, entre otros. Las características e implicancias de los vehículos autónomos ocupan un lugar central del análisis y debate de esta nueva era de transformación productiva debido a las posibles consecuencias en términos de productividad, competitividad, comercio y empleo.

¿Cuáles son los beneficios del transporte autónomo? ¿Cuán cerca está la región de implementar este tipo de vehículos? ¿Cuáles son los posibles impactos en términos de comercio? En una reciente publicación del BID-INTAL, “La marcha se acelera: los vehículos del comercio internacional 4.0”, se abordan estos y otros interrogantes y se analiza el sector de logística y el minero, dos áreas donde estas nuevas formas de transporte ya están generando cambios trascendentales, además de por supuesto el propio sector automotriz. A través de artículos analíticos y entrevistas a expertos en la materia, se busca aportar a esta discusión de una manera constructiva, con el propósito de generar políticas públicas que contribuyan a mejorar vidas y al desarrollo de América Latina y el Caribe (en adelante la región).

El transporte autónomo se refiere a modos de transporte que no requieren la intervención humana. Mientras que los Vehículos Autónomos (VA) han ganado gran espacio en el imaginario colectivo, el transporte autónomo también involucra otras innovaciones, como los vehículos aéreos no tripulados (drones), los buques autónomos y los robots para distribución urbana de mercancías.

Algunos beneficios de los VA son suficientemente claros:

  • Disminución del costo en la operación de transporte de pasajeros y de mercancías, por reducción del costo de mano de obra y de la utilización de combustible a través de una mayor eficiencia en la conducción.
  • Al eliminar el factor humano, causa del 90% de los accidentes de tránsito, se espera que la seguridad vial se incremente radicalmente.
  • Reducción de las emisiones contaminantes, producto de una mayor eficiencia en la conducción.
  • Optimización de rutas según las condiciones climáticas y de tráfico presentes.
  • Para zonas remotas y afectadas por eventos climáticos u otras disrupciones, incremento de la conectividad (y, por tanto, a bienes y servicios) mediante la utilización de drones.
  • Para zonas urbanas, mejora en la logística de comercio electrónico y de última-milla, a partir de la utilización de mini-robots.
  • Para las infraestructuras logísticas, mejora de la productividad a través de la automatización de sus procesos.

A pesar de estos beneficios, el transporte autónomo también presenta una serie de desafíos e interrogantes, tales como:

  • Riesgos de accidentes por fallas en los sistemas del vehículo y durante la fase de transición, cuando todavía habrá una gran cantidad de vehículos conducidos manualmente.
  • Riesgos de ciberataques y para la privacidad de los usuarios (en el tratamiento y propiedad de los datos generados por los vehículos autónomos).
  • Riegos para peatones y para la seguridad vial, derivados de la utilización de micro-robots en aceras y vías para la distribución de mercancías en zonas urbanas.
  • Incremento del desempleo por la automatización de procesos.
  • Si los vehículos no son utilizados de manera compartida, la congestión podría incrementarse. Esto también repercutiría de manera negativa en el costo y fiabilidad del transporte de mercancías.

En este contexto, el sector público puede tener un rol preponderante promoviendo la innovación y, al mismo tiempo, asegurando el bienestar de la sociedad. A continuación, se presentan someramente las principales políticas y programas que están siendo adoptadas a nivel internacional en esta área[1].

  • Promover una infraestructura inteligente
    • Desarrollar plataformas y centros de control para la gestión virtual de las infraestructuras, a partir del procesamiento y análisis de la información generada por el transporte autónomo, sensores y tecnologías de telecomunicaciones instalados en la infraestructura, a fin de optimizar su uso en tiempo real.
    • Digitalizar los procedimientos relacionados con operaciones logísticas (por ejemplo, controles administrativos y aduaneros para ingreso a puerto) y promover el desarrollo de plataformas integradas de control en nodos de comercio internacional (tales como los sistemas de comunidades portuarias).
    • Mejorar la cobertura y calidad de las redes de telecomunicaciones, para soportar una mayor cantidad y velocidad de los datos recabados.
  • Modernizar los servicios de transporte
    • Generar las condiciones (e.g. programas de incentivos y acceso a financiamiento) para el recambio de flotas de transporte, introduciendo bases tecnológicas para la adquisición de nuevas unidades.
    • Apoyar el desarrollo de pilotos con transporte autónomo, para evidenciar los beneficios y los riesgos a mitigar. Este apoyo puede incluir incentivos fiscales, financieros y sandboxes
    • Apoyar la generación de un ecosistema de innovación para el transporte autónomo, incluyendo financiamiento para soluciones tecnológicas, facilitación de la importación de tecnologías, condiciones fiscales favorables para proyectos y empresas, y generación de conocimiento mediante alianzas con los sectores privado y académico.
    • Liderar con el ejemplo: modernizar las flotas de transporte del sector público para generar confiabilidad en la tecnología y crear un efecto demostración en otros sectores.
  • Desarrollar un marco regulador adecuado para los cambios tecnológicos
    • Integrar la dimensión tecnológica a las estrategias nacionales de logística, de comercio internacional y de infraestructura.
    • Expedir regulaciones relacionadas con el transporte autónomo (las más necesarias en el corto plazo serían las relacionadas con la integración de drones al espacio aéreo[2], platooning y distribución con robots en última milla).
    • Actualizar la normativa y procedimientos de comercio exterior para facilitar la introducción de tecnología que favorezca el avance tecnológico.
    • Procurar la armonización de estándares para facilitar el intercambio de información entre todos los actores involucrados.

Es decir, el transporte autónomo puede generar importantes beneficios para las economías de la región. La convergencia de tecnologías (IA, sensores, LIDAR, RADAR, videodetección), promete traer reducciones significativas en los costos de transporte, incrementando así la competitividad de los países de América Latina y el Caribe. En todo caso, la clave para nuestros países será construir ambientes de negocios donde las tecnologías con gran potencial puedan ser testeadas y, posteriormente, desplegadas a gran escala, minimizando al mismo tiempo cualquier riesgo que puedan generar para la sociedad. Asimismo, los países deben invertir en un bigpush para la adopción de tecnologías en la gestión de infraestructuras y digitalización de procesos logísticos y de facilitación del comercio, todas áreas donde la experiencia internacional muestra que los beneficios son reales y que se pueden conseguir, no en el futuro, sino ahora.

 

[1]Calatayud, A. (2017),“The Connected Supply Chain: Enhancing Risk Management in a Changing World”, disponible en:https://publications.iadb.org/en/publication/12699/connected-supply-chain-enhancing-risk-management-changing-world

[2]Ver mayores detalles sobre este tema en: Calatayud, A., Schneider, C. y Valencia, C. (2017), “Gestión de riesgos en cadenas de valor: Regulando la utilización de drones en Centroamérica y República Dominicana”, disponible en: https://publications.iadb.org/en/publication/14022/gestion-de-riesgos-en-cadenas-de-valor-regulando-la-utilizacion-de-drones-en