Mujeres en el mercado laboral exportador
Una mayor inclusión de las mujeres en la economía genera efectos positivos para el desarrollo de los países. Sin embargo, la población femenina se ve impactada por una discriminación generalizada de género y el refuerzo de estereotipos tradicionales, lo que afecta su participación en todos los aspectos de la vida pública y privada. Un estudio reciente realizado por el BID INTAL (Michelena et al., 2022) indica que solo un tercio de los empleos en empresas exportadoras en Argentina, Colombia, México y Perú son ocupados por mujeres, sin alcanzar paridad en ninguno de los países analizados. Esta situación se origina por la distribución de los empleos según roles de género. Para saldar estas diferencias, en el mencionado trabajo se sugiere aumentar la participación femenina en sectores exportadores y promover la internacionalización de sectores tradicionalmente feminizados, además de impulsar negociaciones comerciales con enfoque de género a nivel multilateral, entre otras estrategias de políticas públicas.
La literatura muestra que los vínculos entre el comercio internacional y la autonomía económica de las mujeres pueden tomar distintas formas, que sus relaciones e impacto en la evolución del comercio son específicos para cada país, y que están asociados tanto al contexto político y social como a la matriz de especialización económica y a la manera en que la producción se inserta en las cadenas globales y regionales de valor. No obstante, la evidencia empírica indica que las mujeres tienen una menor participación que los hombres en las estructuras comerciales, ya sea en el rol de tomadoras de decisiones en empresas o como trabajadoras (Barafani, M. y Barral Verna, Á. 2020; BM-OMC, 2020).
La igualdad de género en los patrones de especialización comercial es un factor primordial para el desarrollo económico de los países. Numerosos estudios corroboran que una mayor inclusión de mujeres en la economía puede generar importantes reducciones de la pobreza, incrementos en el capital humano y la generación de empleo, e incidir positivamente en la productividad, la competitividad comercial y el crecimiento económico (Michelena et al., 2022; Birshan et al., 2018).
Para cada uno de los cuatro países seleccionados para el estudio Rumbo a América Latina 2026, la visualización muestra la tasa de feminización del empleo asociado a exportaciones (como porcentaje del total según el tamaño de la burbuja) y el valor exportado (en US$ millones, a mayor valor, mayor distancia desde el centro), según sectores productivos, con el objetivo de mostrar la mayor participación de las mujeres en actividades de bajos ingresos por envíos al exterior. Selecciona un país en la parte superior y elige con el cursor el sector sobre el cual deseas conocer la tasa de feminización del empleo exportador.
El panorama laboral y económico en América Latina y el Caribe (ALC) revela disparidades significativas entre hombres y mujeres, reflejando una marcada desigualdad de género. Aproximadamente la mitad de la población femenina participa en el mercado laboral, en comparación con un 74% de los hombres. Sin embargo, a pesar de su activa participación, las mujeres enfrentan una brecha salarial del 20%, lo que evidencia una inequidad persistente. Además, la tasa de desempleo de las mujeres asciende al 11%, superando la cifra correspondiente al género masculino que se sitúa en el 8%. Este desequilibrio se ve exacerbado por la carga desproporcionada de trabajo no remunerado que recae sobre las mujeres, quienes realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres (OIT, 2020; CEPAL, 2022; ONU, 2020). Esta falta de empoderamiento económico, junto con una discriminación generalizada de género y el refuerzo de estereotipos tradicionales, afectan la capacidad de las mujeres de la región para participar equitativamente en todos los aspectos de la vida pública y privada, lograr el respeto de sus derechos, tener libre acceso a la justicia y vivir vidas dignas.
La investigación sobre el rol de las mujeres en el comercio exterior adquiere una relevancia fundamental debido a las razones que subyacen a su importancia multifacética. La participación activa de las mujeres en la estructura exportadora no solo es necesaria en términos del avance hacia un panorama comercial más equitativo sino también es rentable desde una perspectiva macroeconómica (BM-OMC, 2020). La incorporación femenina en la estructura exportadora contribuye a la producción de más bienes y servicios que, a su vez, amplían la canasta exportadora, el acceso a nuevas fuentes de divisas y la vinculación con mercados externos, lo que promueve la integración entre países. Además, al insertarse en el mercado laboral exportador, las mujeres acceden a un empleo remunerado, lo que implicaría mejoras en aquellas poblaciones femeninas en situación de vulnerabilidad de ingresos, impactando positivamente en su bienestar y en los indicadores de pobreza e indigencia (Barafani, M. y Barral Verna, Á. 2020). Otros beneficios destacados se vinculan con el enriquecimiento de la diversidad de habilidades y perspectivas en el entorno empresarial, lo que fomenta el dinamismo de la productividad y prácticas más innovadoras (Bircher et. al, 2020).
Lo que dicen los datos
El empleo asociado a las exportaciones de bienes y servicios representa, en promedio, aproximadamente el 16% del empleo total en Argentina, Colombia, México y Perú (Michelena et al., 2022)
Al analizar la composición según género, apenas 1 de cada 3 puestos de trabajo es ocupado por mujeres. Si bien existen diferencias entre los países, ninguno de ellos presenta una situación de paridad: la participación de las mujeres en el empleo exportador total (masculino y femenino) se encuentra entre el 27% y 37%. Estas cifras son siempre menores a las de la incidencia femenina en el mercado laboral general.
Esta menor participación de las mujeres en el empleo exportador se explica, fundamentalmente, por la distribución laboral en sectores de actividad según roles de género. Históricamente vinculadas a las tareas de cuidado, las mujeres han tendido a desempeñarse mayormente en educación, salud y otros servicios sociales de baja remuneración como el servicio doméstico (CEPAL, 2022). Al concentrarse principalmente en servicios no transables, el empleo femenino traslada y amplifica las restricciones impuestas sobre las mujeres: de limitar el valor de su trabajo a la esfera doméstica, el condicionante en este caso también lo son las fronteras nacionales.
En Argentina, Colombia y Perú, en general, los sectores más feminizados no coinciden con aquellos que tienen mayor inserción internacional. El sector que genera más exportaciones en Colombia y Perú es el primario, mientras que si bien en Argentina tiene presencia, también se destacan las ramas agroindustriales. Todas estas áreas se caracterizan por una baja participación femenina en el empleo exportador (con ratios que se sitúan alrededor del 10% y no superan el 30%). En cambio, los sectores más feminizados -vinculados a servicios y con tasas de empleo que van desde el 35% hasta cerca del 80%, según subsector y país- no se caracterizan por ser grandes exportadores e, incluso, muestran menor transabilidad que otras actividades de la economía. En México, si bien las mayores tasas de feminización también se registran en los servicios, se observa una mejor situación que, sin embargo, dista de ser equitativa: el sector manufacturero -que concentra la mayor proporción de exportaciones con respecto a los otros sectores y también frente al ratio de la industria exportadora de los otros países-, tiene una tasa de feminización del empleo exportador del 33%, que no es particularmente baja1.
Lo que podemos hacer
Estos resultados invitan a reflexionar sobre los espacios a mejorar para reducir las inequidades en la estructura productiva, dando lugar a un mayor aprovechamiento de los beneficios del comercio internacional por parte de las mujeres.
En una primera instancia, las acciones deben estar encaminadas a aumentar la participación femenina en sectores transables ya consolidados y con gran potencial exportador. En este sentido, son fundamentales las iniciativas que promuevan la incorporación de mujeres en las estructuras comerciales, dada la dinámica sectorial de cada economía.
Además, resulta relevante mejorar la internacionalización de sectores tradicionalmente feminizados. En las economías estudiadas se ha visto que los servicios son, en general, sectores particularmente feminizados. Las mujeres cuentan con niveles educativos elevados y ocupan una buena proporción de los sectores vinculados al conocimiento, como los servicios profesionales. Por ello resulta importante facilitar la conexión con el mundo de las áreas donde las mujeres tienen una participación predominante.
Asimismo, es clave alentar las negociaciones e iniciativas comerciales con perspectiva de género. En este sentido, la incorporación de capítulos y disposiciones de género en los acuerdos comerciales que brinden a las mujeres herramientas para poder beneficiarse del comercio internacional, es un canal relevante para mejorar la inclusión en la estructura productiva y comercial de los países (ITC, 2020).
Por último, existen otras medidas y acciones que pueden contribuir a estos objetivos. La política comercial por sí sola no es suficiente para lograr fortalecer la participación de las mujeres en el comercio. Resulta indispensable adoptar medidas sectoriales de empleo y formación profesional, y reflexionar sobre la agenda de cuidados para las mujeres de manera integral.
- Michelena, G.; Bentivegna, B.; Cruz-Aguayo, Y.; Barafani, M.; Merino, M. Rumbo a América Latina 2026: la incidencia de las exportaciones en la equidad de género. Washington DC: BID, 2022
1 En el caso de México, si bien existe una tasa de feminización alta (al menos mayor a otros países) principalmente en las manufacturas exportadoras, lo cierto es que la estructura productiva tiene una composición de maquila. Esto implica elevados requerimientos de importación de insumos para exportar, lo que deriva en menores encadenamientos productivos nacionales y reduce el efecto multiplicador en el empleo.
- Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio. Las mujeres y el comercio: el papel del comercio en la promoción de la igualdad de género. Washington D.C.: Banco Mundial, 2020.
- Bircher, M.; Chahín, D.; López, C.; Mejía, I.; Villota, A. Estudio de Diagnóstico. Radiografía de la participación de las mujeres empresarias de la Alianza del Pacífico en el comercio exterior. BID, 2020.
- Barafani, M.; Barral Verna, Á. Género y comercio: Una relación a distintas velocidades. Washington DC: BID, 2020.
- Birshan, M.; Dewar, C.; Meakin, T.; Strovnik, K. “Cerrar la brecha de género: una oportunidad perdida para los nuevos CEOs.” McKinsey Quarterly, 19 de octubre de 2018.
- CEPAL. “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género”. CEPAL, 3 de noviembre de 2022.
- ITC. La Incorporación de la Perspectiva de Género en los Tratados de Libre Comercio. Ginebra: ITC, 2020.
- Michelena, G.; Bentivegna, B.; Cruz-Aguayo, Y.; Barafani, M.; Merino, M. Rumbo a América Latina 2026: la incidencia de las exportaciones en la equidad de género. Washington DC: BID, 2022.
- OIT. Panorama Laboral América Latina y el Caribe. Lima, Perú: OIT, 2020.
- ONU. “El avance de las mujeres hacia la igualdad de género se estanca”. Noticias ONU, 2020