La conexión entre dispositivos cambiará la forma en que comerciamos y permitirá un ahorro significativo de costos de planeamiento y logística. Cuáles son los riesgos de filtración de información.

Si por conversación se define al intercambio de información, los objetos comenzaron a hablar entre sí hace ya un tiempo. El fenómeno no tuvo lugar de un día para el otro, sino que fue necesario que primero se produzca el abaratamiento de los sensores, avances en nanotecnología que posibilitan guardar más información en menos espacio, el desarrollo de plataformas de comunicación en la nube y una cultura de conectividad social permanente, además de las redes 3G y 4G o la expansión de la Wi-Fi.[1]

La mezcla de todos estos factores hizo realidad lo que hasta hace poco tiempo parecía ciencia ficción: los objetos comenzaron a dialogar entre sí intercambiando datos de forma automática, y posibilitando un avance sustancial hacia las ciudades inteligentes o Smart cities (Fundación Telefónica, 2011).

El fenómeno se denomina Internet de las cosas (IOT, por sus siglas en inglés) y hace referencia a una red de objetos de todo tipo que incluye dispositivos para conectarse e interactuar entre sí y con su entorno.

 

Gráfico 1. La evolución de Internet

Fuente: Jadoul (2015).

Fuente: Jadoul (2015).

El ejemplo más común es el de la heladera con sensores que se comunica directamente al supermercado cuando detecta que falta algún producto. Pero las opciones son infinitas: hay incluso camisas con sensores que se comunican con la lavadora para que esta escoja en forma automática el ciclo de lavado más conveniente.

Como esta información queda en la nube, también acarrea interrogantes respecto a la privacidad de los usuarios.[2] En EE.UU. ya hay 245.000 millones de dispositivos y crece la demanda de cybersecurity, propuestas para evitar la filtración de información personal o empresarial.

En materia de comercio, esta nueva tecnología trae aparejada una serie de consecuencias relevantes para todo tipo de organización comercial.[3] En primer lugar, la generalización de IOT en las cadenas de valor (también denominada “internet industrial de las cosas”) posiblemente contribuirá a aumentar la productividad y la eficiencia en sectores muy diversos. Por ejemplo, la maquinaria agrícola conectada podrá decidir las combinaciones óptimas de semillas, profundidad de siembra, fertilizantes para un terreno determinado a partir del análisis de información sobre las características geológicas y climáticas, las propiedades de los insumos utilizados, etc. La “tecnología vestible” (wearables) permitirá monitorear en tiempo real la salud de las personas y podría revolucionar los servicios médicos y la industria farmacéutica mediante una transición de la medicina de tratamiento a la medicina preventiva.  Dado que la velocidad de los cambios no será pareja entre actividades ni entre distintos actores de un mismo sector, se modificarán los flujos comerciales a partir de posibles cambios en las ventajas comparativas.

En segundo lugar, IOT contribuirá a reducir los costos asociados al comercio a partir de mejoras de eficiencia en los procesos de almacenamiento, trazabilidad, transporte, distribución y comercialización derivadas de la evaluación de información y toma de decisiones en tiempo real. Según las estimaciones de Evans y Annunziata (2012) por cada 1% de reducción de ineficiencias en el transporte ferroviario, IOT permitiría ahorrar anualmente US$ 1.800 millones a nivel mundial. En el caso de la aviación comercial, una caída de 1% en los costos por mejor planeamiento gracias a IOT implicaría un ahorro anual de US$ 2.000 millones.

En tercer lugar, IOT acentúa la disolución de la frontera entre bienes y servicios: no solamente crecen los servicios incorporados en las mercancías sino que se vuelven más visibles. Un ejemplo de ello son los electrodomésticos inteligentes: heladeras que no solamente conservan el frío, sino que también avisan cuando se acerca la fecha de vencimiento de algún producto y confeccionan una lista de compras teniendo en cuenta qué alimentos faltan y la envían al celular del dueño para que desde allí haga el pedido a la tienda.

En cuarto lugar, IOT está extendiendo el alcance del comercio electrónico más allá de las compras mediante computadoras, celulares o tabletas. Un ejemplo es Dash Button,[4] un dispositivo lanzado recientemente por Amazon, que se coloca sobre cualquier superficie y mediante una conexión inalámbrica a internet permite comprar un bien determinado y recibirlo en el domicilio con solo presionar un botón. Las opciones disponibles hasta el momento incluyen diversos productos de consumo masivo.

Esta transición hacia los objetos conectados generará nuevas formas de hacer negocios y mayor interacción entre productores de bienes y servicios, dando lugar a mayores flujos de comercio e inversiones internacionales.

Desde el punto de vista regulatorio, los principales desafíos se vincularán con el comercio electrónico, los derechos de propiedad intelectual, la protección de datos y privacidad, la ciberseguridad y las normas técnicas, entre otros.

La coherencia también parece fundamental ante el desarrollo de IOT, donde mercancías que se comercian internacionalmente pueden generar a su vez flujos transfronterizos de servicios (ej. wearables). Algo similar ocurre con la regulación de las inversiones trasnacionales, ya que el Acuerdo sobre las Medidas en materia de Inversiones relacionadas con el Comercio (MIC) es aplicable únicamente a las medidas que afectan el comercio de mercancías, en tanto que las inversiones en el sector servicios están reguladas por el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS, modo 3).

En la región, lejos de estar ajenos al fenómeno, existen emprendedores que han logrado innovaciones exitosas. Un ejemplo de la creatividad es la valija inteligente, llamada Bluesmart por sus diseñadores argentinos, y que permite ser controlada mediante el celular, permitiendo al dueño cerrar y abrir el candado, conocer el peso, conocer la ubicación y recibir notificaciones y reportes sobre el viaje, además de posibilitar cargar el teléfono.[5]

Para algunas instituciones, como el McKinsey Global Institute, internet de las cosas será una de las tecnologías que más impacto tendrá en la vida cotidiana de las personas en los próximos años.[6]

 

Bibliografía

Evans, P. C. y Annuziata, M. 2012. Industrial Internet: Pushing the Boundaries of Minds and Machines. Estados Unidos: General Electric.

 

Fundación Telefónica. 2011. “Smart Cities: un primer paso hacia la internet de las cosas”.

 

Garcimartin, M. 2014. “Internet de las Cosas cambiará el futuro del comercio”, en: Media-tics. 2 de septiembre.

 

Gaya, R. 2015. “El Sistema multilateral de comercio y las nuevas tecnologías”, en: Revista Integración & Comercio 39. Buenos Aires: BID-INTAL.

 

Gutierrez, M. A. 2015. “La economía del futuro”, en: Revista Integración & Comercio. Buenos Aires: BID-INTAL.

 

Ibarra, A. 2015. “La Internet de las Cosas tiene su lado oscuro en la privacidad de los usuarios”, en: El Mercurio de Chile. 13 de junio.

 

Jadoul, M. 2015. “La Internet de las Cosas: El siguiente paso en la evolución de Internet”, en: Techzine. 15 de marzo.

 

Vacas, F. 2014. “Internet de las Cosas: los objetos hablan y mucho”, en: El Cronista Comercial. 4 de noviembre.

 

 

[1] Sobre el tema véase Vacas (2014).

[2] Ibarra (2015).

[3] Para mayor detalle sobre el impacto en el comercio véase Gaya (2015).

[4] Véase más en https://www.amazon.com/oc/dash-button.

[5] Ver Argentinos crearon la primera valija inteligente, Infobae, 20 de octubre de 2014. Disponible en http://www.infobae.com/2014/10/20/1603001-argentinos-crearon-la-primera-valija-inteligente.

[6] Ver Gutiérrez (2015).