Según el experto de MIT que expuso en el INTAL-LAB, los principales cambios se verán en las áreas de energía, transporte y salud. Cuál será el impacto para el comercio y la integración.

Durante el Coloquio de INTAL, Futuro Glocal, sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la producción, el comercio y la integración de América Latina, organizado por el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL-BID), Rafael Salazar, Director Global del Programa “Innovadores menores de 35 años” de MIT Technology Review presentó las diez tecnologías que mayo impacto pueden tener en nuestras vidas en los próximos años, y adelantó cuáles serán las consecuencias para el comercio y la integración.

Según Salazar, el mundo ha cambiado en sucesos exponenciales, es decir, que los ciclos de cambio suceden cada vez más rápido y en intervalos de tiempo más cortos. De ahí, que deba repensarse las consecuencias y las oportunidades que ofrece este modelo exponencial.

Cada año MIT Technology Review distingue las diez tecnologías más disruptivas. En 2016, la prestigiosa publicación del Massachusetts Institute of Technology destacó que los cambios más profundos provienen de las cosas más pequeñas: bits, átomos y células. Dentro del primer grupo, el de los bits, el MIT destacó cuatro tecnologías: i) interfaz conversacional, que es una plataforma basada en el reconocimiento de la voz; ii) robots que se enseñan unos a otros; iii) autos sin conductor (TESLA autopilot) y iv) SLACK, una herramienta digital que permite seguir en vivo el trabajo de toda una corporación.

Para el segundo grupo, el de los átomos, Salazar presentó v) power from the air, tecnologías que están creando dispositivos que toman energía de las ondas electromagnéticas; vi) paneles solares de alta eficiencia (Solarcity’s Gigafactory) y vii) cohetes que regresan a su origen y pueden reutilizarse (SPACEX).

En el grupo de las células, las tecnologías disruptivas elegidas fueron: viii) ingeniería inmune, es decir, células inmunes modificadas por ingeniería genética que podrían salvar la vida de pacientes con cáncer y, en un futuro, otras enfermedades; ix) edición genética de las plantas y x) una aplicación que permite compartir el código genético propio a través de una especie de tienda en línea, de manera que esa  información pueda utilizarse para investigación biológica y médica.

A su vez, presentó el impacto real que algunas de esas tecnologías puede tener en el comercio y la integración. Por ejemplo, citó que la robótica plantea la disyuntiva moral y ética de hasta dónde se pueden digitalizar los trabajos a costa de afectar al empleo y la mano de obra. Su aplicación traería aparejada una baja en los costos y relocalización de empresas.

Por último, destacó el importante desafío de seguir siendo relevantes como emprendedores en un mundo que cambia rápidamente. Para ello, resaltó la necesidad de generar brave leaders, líderes valientes.

“Todas estos cambios tendrán impacto en el comercio y la integración. Por ejemplo, los países productores de petróleo deberán adaptar su comercio exterior a las transformaciones energéticas, y la regulaciones del transporte internacional deberán considerar camiones y barcos autónomos”, ejemplificó.

El Presidente del Grupo Los Grobo y Fundador y Director de Bioceres S.A., Gustavo Grobocopatel, coincidió en que los cambios tecnológicos ocurren a gran velocidad. Desde su punto de vista, las nuevas tecnologías tratan de capturar y domesticar la energía, para alimentarse, tener una mejor calidad de vida, salud, divertirse, entre otras cosas. En esa captura de energía, las plantas actúan como “pequeñas fábricas”, una idea que pone en cuestión la tradicional diferencia entre “agricultura” y “manufactura”.

Sostuvo que la convergencia tecnológica está generando una revolución que está basada en la energía porque empezamos a ver distintas formas de capturarla que son más eficientes y menos costosas, como las energías solar y eólica. De esta forma, algunos de los grandes problemas que tiene la humanidad, como la seguridad alimentaria, el calentamiento global y la pobreza empiezan a tener algún tipo de solución a partir de estas nuevas tecnologías. Entonces, se presenta el desafío de poner la tecnología al servicio del hombre, “cosechar energía” para ponerla a disposición en vistas de solucionar los problemas de la gente.

Desde la Sede del BID en Washington, José Miguel Benavente, Jefe de la División de Competitividad e Innovación del BID, presentó sus reflexiones frente a las nuevas tecnologías. Primero, brindó una mirada de la tecnología desde el lado de la producción, aspecto en el cuál sostuvo que BID se encuentra ante el desafío de identificar la manera en que puede participar. Segundo, una mirada desde el lado del uso, para la cual manifestó que el desarrollo temprano se da, en general, en países desarrollados, no obstante, su aplicación se suele dar mayormente en países más cercanos a la realidad latinoamericana, lo que implica que la región tiene que estar preparada para ello. La tercera dimensión está dada por una separación muy fuerte entre el mundo universitario-tecnológico y el mundo productivo. Esta mirada debe tener la misión de solucionar los problemas que nos aquejan.

Los expertos coincidieron en resaltar que los avances tecnológicos ya no ocurren en la academia, sino que es el sector privado quien, a partir de necesidades concretas, busca formas novedosas de solucionar problemas a la vez que avanza en una transformación productiva. Esta mecánica pone sobre el tapete la necesidad de forjar alianzas público-privadas que incluyan también a los sectores académicos para crear sinergias en materia de inversión y formación de personas capacitadas para la producción del futuro.