Las empresas de software de América Latina y el Caribe apuestan a la inserción exportadora.

El mercado mundial de software durante este año crecerá 7,2% y generará un volumen total de US$ 357.000 millones, y el de servicios de tecnología informática registrará ventas por US$ 943.000 millones, estima la consultora Gartner. En este escenario global, América Latina y el Caribe se posiciona con una dinámica oferta de software y servicios informáticos (SSI) que se dirige principalmente a Estados Unidos y Europa, pero que en los últimos años comenzó a diversificarse hacia los distintos países de la región.

La aplicación de nuevas tecnologías crece de manera generalizada en la región. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Asociación Latinoamericana de Internet consigna que en la región “las ventas online transfronterizas representan el 38% de las ventas totales y el 41% de las ventas online”. En México, por ejemplo, en 81% de los exportadores recurre a plataformas online para ampliar sus negocios.

En la Argentina, unas 4.200 empresas del sector de software emplean a 81.000 personas y en 2015 obtuvieron US$ 1.004 millones en ingresos por ventas al exterior, de acuerdo con la Cámara de Software y Servicios Informáticos (CESSI) de ese país. El 50% de las ventas se dirigen a Estados Unidos, seguidas por Uruguay (9,2%), México (9%) y Brasil (5,2%).  En Uruguay, en tanto, el sector de software genera 16.000 empleos directos y está integrado por 470 empresas que en 2015 exportaron US$ 400 millones a más de 52 mercados, según la Cámara Uruguaya de Tecnología Informática (CUTI). Aníbal Gonda, presidente de la firma Genexus y directivo de CUTI, dice que las compañías de software de su país nacen pensando en el sector externo, “ya que el mercado local es chico”, puntualiza. “La industria tiene una visión exportadora, lo que nos da una ventaja competitiva”. El 27% de los negocios de las compañías de Uruguay se realizan en Estados Unidos, pero también exportan a Europa, Japón y países de América Latina.

Una visión similar tienen en Costa Rica, donde un informe de Camtic (la Cámara de Tecnologías de Informática y Telecomunicaciones) observa que “el mercado internacional representa una oportunidad para las empresas de tecnologías digitales en vistas de las limitaciones del mercado interno, que es relativamente pequeño”. Pero advierte: “Un salto exitoso al exterior exige una adecuada planeación y el desarrollo de capacidades de internacionalización”. El estudio -con datos de 2014- consigna que el 86% de las empresas encuestadas tiene ventas al exterior inferiores a US$ 1 millón, mientras que el 14% registra exportaciones superiores a US$ 1 millón. Casi la mitad de sus clientes se encuentran en Estados Unidos.

En el caso de Chile, las empresas del sector exportan U$S 370 millones y sus principales clientes son los países de América Latina y, en menor medida, Estados Unidos y Europa. “El crecimiento de las exportaciones ha sido plano en los últimos años; los principales obstáculos que impidieron una comercialización más fluida han sido financieros, la falta de apoyo del Estado y las limitaciones logísticas”, admite Raúl Ciudad, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI). Sin embargo, desde hace un año y medio, las cámaras del sector y el Ministerio de Hacienda chileno crearon un Consejo de Exportaciones para estimular actividad. Para 2017 están impulsando un programa conjunto que –a través de diferentes iniciativas- se propone multiplicar por diez el volumen de las exportaciones en los próximos 5 a 8 años. A futuro, ACTI se propone ampliar su inserción en Estados Unidos y Canadá, así como también abrirse camino entre los países de la Alianza del Pacífico.

 

Región digital

Muchos jugadores del sector apuestan a crecer en América Latina, que -según la consultora IDC- este año gastará US$ 274.200 millones en tecnología informática y telecomunicaciones. De origen argentino, la empresa Belatrix obtiene el 95% de su facturación por ventas a Estados Unidos y, en menor proporción, a Canadá e Inglaterra. La firma, de 500 empleados, abrió oficinas en Perú y Colombia para abastecer también los requerimientos de esos mercados. Según Luis Robbio, cofundador y CEO de Belatrix, la región se perfila como polo de exportaciones, sobre todo de soluciones de digitalización para los sectores bancario y asegurador. Su estrategia es expandirse en América Latina sin perder su foco en el mercado estadounidense. “Somos optimistas sobre el crecimiento de la industria del software en la región. Vemos oportunidades -destaca el ejecutivo-. Se están realizando fuertes inversiones en banca, para la implementación de soluciones digitales, innovación y movilidad. Los bancos centrales de la Argentina, Chile y Perú están facilitando la adopción de esas tecnologías.”

Para Robbio, la región tiene fortalezas para posicionarse como exportador de software y servicios. “El concepto de ‘nearshore’ ha prendido muy fuerte en Estados Unidos, ya que América Latina tiene una ubicación geográfica y de huso horario privilegiada para proveer servicios. Nuestro principal competidor es India, que tiene precios imbatibles con los cuales es imposible competir”, comenta. Por eso, la diferenciación debe basarse en otros pilares, como la zona horaria: “Las metodologías modernas de gestión de proyectos de software se basan en una interacción muy fuerte entre los equipos de desarrollo; al tener un solape horario importante, podemos trabajar estrechamente con el cliente y compartir muchas horas de trabajo”. Otra fortaleza es “la creatividad que tienen los latinos, una cualidad muy apreciada en el mundo del software”, expresa Robbio. “Y hemos también mejorado mucho el nivel de inglés”, concluye.

Aníbal Gonda, de Genexus, coincide en que “hoy es propicio vender en la región, sobre todo a los países de Centroamérica y del norte de Sudamérica”. El sector de software uruguayo exporta servicios, herramientas de desarrollo y, principalmente, aplicaciones para mercados verticales (como banca, salud, logística o gestión municipal), “un segmento donde nos hemos posicionado muy bien”, completa.

Con 400 empleados, Genexus vende a 45 países y tiene filiales en Estados Unidos, México, Brasil y Japón, donde ingresaron hace 15 años mediante un joint venture con una empresa local. Según Gonda, un diferencial de los profesionales de América Latina es “su visión de futuro y capacidad de adaptación al cambio y a las crisis”, que resulta fundamental para un mercado -como el software- “que evoluciona todo el tiempo y se encuentra en permanente transformación”. A su juicio, lo más complejo de la internacionalización es lograr concretar la primera venta en el exterior; “pero una vez que sucede y se logra el primer caso de referencia, es más sencillo lograr las siguientes”.

La industria de software de Chile hoy tiene unas 150 empresas de tamaño chico y mediano, a las que se suman unas 800 de menor envergadura que se dedican a desarrollar videojuegos, pequeñas aplicaciones y animación. El objetivo es incrementar la capacidad exportadora. Para hacerlo, este año las cámaras sectoriales y el Ministerio de Hacienda están llevando adelante un programa que se propone aumentar la cantidad de empresas que exportan mediante diversas acciones: entrenamiento en comercio exterior, apoyo financiero, facilidades de acceso crediticio y promoción en el exterior de los servicios chilenos. “El otro frente de trabajo es el capital humano –expresa Raúl Ciudad, de ACTI-. En este sentido, estamos desarrollando una estrategia para formar alumnos de los colegios industriales y becas de entrenamiento para profesionales que no sean del área de tecnología, entre otras acciones para que ingrese más gente al ecosistema de software.”

El área de software es, pues, un prometedor segmento de exportaciones diversificadas de América Latina, en plena sintonía con las tendencias de la revolución tecnológica que vivimos. Esfuerzos de coordinación entre el sector público y privado -como algunos de los señalados- pueden dar un gran impulso a las exportaciones regionales.

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