Con la incorporación de inteligencia artificial (IA), conectividad, electrónica e Internet de las cosas (IoT) a sus procesos de fabricación y productos, el sector automotriz experimenta una fase de transformación que implica el desarrollo de nuevos modelos de negocios orientados a la prestación de servicios, el establecimiento de alianzas con proveedores del mundo digital y la inversión en start-ups para internalizar tecnología. La transición tiene lugar en una industria cuyos flujos comerciales hoy están concentrados en Asia, Estados Unidos y Europa, y que desembolsa unos US$ 100.000 millones en investigación, desarrollo y producción, según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos (OICA, por su sigla en inglés).
La presión por innovar es de tal magnitud que cinco automotrices hoy se destacan entre las 16 empresas del mundo que más invierten en I+D. En este contexto, por ejemplo, Toyota puso en marcha el Toyota Institute Research (TRI) en alianza con el Instituto Tecnológico de Massachussets y la Universidad de Stanford -especializado en IA, robótica y diseño de materiales-, y Nissan estableció un Centro de Investigación en Silicon Valley.
“La adopción de tecnologías como IA e IoT representa una oportunidad más que un desafío para la industria automotriz. El uso de estas herramientas en los procesos de producción (en lo que se denomina Industria 4.0), está haciendo más eficiente y productiva a la industria. Muchos jugadores están integrando en sus procesos este tipo de tecnologías con grandes beneficios para toda la cadena productiva y la idea es que estos beneficios lleguen también a los consumidores”, explica Lorena Isla, gerente de Movilidad de la consultora de tecnología Frost & Sullivan.
“En cuanto a IoT, la industria automotriz está desarrollando las herramientas necesarias para integrarse completamente con estas tecnologías. Varios modelos en el mercado ya tienen la capacidad de conectarse directamente a Internet (y no a través de un smartphone) y ser en sí mismos un wi-fi spot, lo que les permite comunicarse con otros objetos que tengan las mismas capacidades. En un principio la llegada de nuevas opciones de movilidad (carsharing, e-hailing, bike sharing) representó un reto para la industria; sin embargo, ahora existe mucha integración y colaboración entre las armadoras de vehículos (OEMs) y estos nuevos servicios de movilidad, ya sea ofreciéndolos directamente o través de asociaciones con las start ups que están innovando en este aspecto”, completa la analista.
Según Frost&Sullivan, la digitalización en la industria automotriz está basada en cinco pilares: la cadena de abastecimiento conectada; la Industria 4.0; los vehículos autónomos y conectados; el comercio online ‑tanto de autos como de piezas y repuestos‑, y la movilidad como servicios (MaaS), que incluye a la economía colaborativa y los sistemas de pagos inteligentes. Entre 2017 y 2030 la modalidad MaaS crecerá un 24% en Estados Unidos, China y Unión Europea y tendrá un volumen de US$ 1.500 millones, afirma la consultora PwC.
Foco regional
En 2016, consigna OICA, en el mundo se vendieron 94 millones de automóviles, de los cuales 5,6 millones se comercializaron en América Latina, un 6% del total mundial. ¿Cuál es el impacto del cambio que atraviesa el sector en la región? “Sin duda, es también una oportunidad para la industria automotriz en Latinoamérica por las mismas razones ‑asegura Isla‑. Incluso aunque el nivel de adopción de estas tecnologías tal vez puede tomar un poco más de tiempo que en otras regiones o países, ya existen varias empresas que han adoptado tecnologías de digitalización en sus procesos productivos y en ofrecer los servicios de conectividad en los autos que se comercializan en la región.”
De hecho, un relevamiento de Frost&Sullivan realizado entre CEOs y gerentes de nivel senior de la cadena automotriz de América Latina, concluyó que los principales temas que están en la agenda de los ejecutivos son las estrategias de conectividad y big data, el desarrollo de ofertas de “productos como servicio”, la incertidumbre económica de la región, la innovación tecnológica, los nuevos modelos de negocios en el segmento automotriz y la economía colaborativa.
Movilidad conectada
Lo cierto es que la producción de automóviles conectados está creciendo con velocidad. Según Gartner, la fabricación de autos nuevos equipados con conectividad de datos ‑a través de un módulo de comunicaciones incorporado o mediante una conexión a un dispositivo móvil‑ llegará a 61 millones en 2020, una base suficiente como para generalizar la provisión de servicios que se brindan posteriormente a la venta y que “permitirá realizar innovaciones en negocios adyacentes, como seguros, alquiler de automóviles, servicios de intercambio de automóviles y viajes y carga de vehículos eléctricos”, consiga el informe de Gartner.
Las previsiones de PwC son mucho más optimistas, ya que para 2020 estima que la población de autos conectados llegará a 237 millones en Estados Unidos, la Unión Europea y China. Pero PwC advierte que el paso siguiente, la evolución hacia a la conducción autónoma, será difícil de alcanzar con la actual tecnología y requerirá una significativa mayor innovación en algoritmos de IA, mapas de alta resolución e infraestructura de comunicaciones.
En este contexto -analiza Bruce Belzowski, director gerente del Grupo de Investigación sobre el Futuro del Automóvil, que depende del Instituto de Investigación en Transporte de la Universidad de Michigan (UMTRI)-, “el mayor desafío al que se enfrentan los fabricantes de automóviles, relacionado con la adopción de tecnologías innovadoras, es equiparar las ventajas que ofrecen estas tecnologías con las necesidades de los conductores y la disposición de los compradores a pagar por ellas”. Pero además advierte que “estas tecnologías también requieren mucho conocimiento de TI, el cual es escaso en la industria automotriz”.
Desde su perspectiva, “las empresas que pueden dominar estas tecnologías tendrán una ventaja desde una perspectiva comercial”. Belzowski agrega que “muchas compañías automotrices están usando IoT dentro de sus plantas, pero la IA requerirá mucho más aprendizaje antes de que pueda ser usada apropiadamente”.
De acuerdo con Wolfgang Bernhart, socio senior de la consultora Roland Berger, el desafío principal de la industria automotriz “es, potencialmente, el cambio disruptivo derivado de la ‘movilidad como servicio’ eléctrica y autónoma (como son los RoboCabs y Shuttles), accionada por la IA, que podría amenazar el modelo comercial OEM tradicional que se basa principalmente en el uso privado de automóviles”. “Las empresas que pueden dominar estas tecnologías tendrán una ventaja desde una perspectiva comercial, añade Bernhart.
Alianza digital
La adopción de servicios en la industria automotriz genera la necesidad de establecer alianzas con proveedores del mundo digital –start ups especializados en IA y movilidad, y grandes compañías como Apple, Google, Microsoft y Amazon-, que tendrán una creciente contribución e impacto sobre la cadena de valor del sector. Con esta estrategia, las automotrices apuntan a tener mayor incidencia en el desarrollo de sistemas de navegación autónoma, software de asistencia al conductor, sensores, interfaces persona-máquina, conectividad entre vehículos, soluciones de entretenimiento a bordo, sistemas geolocalización, o a participar de las plataformas de vehículos compartidos como Uber, Lyft y Gett.
Según CB Insights, la principal operación del mercado de fusiones y adquisiciones de IA en 2016 la protagonizó la automotriz Volkswagen, que desembolsó US$ 300 millones en la aplicación de movilidad a demanda Gett. Y la empresa Zoox, que está desarrollando autos eléctricos, recaudó US$ 200 millones durante una ronda de inversión de “Serie A” en el segundo trimestre de 2016. Sólo por citar algunos casos, a principios de 2017 Daimler AG efectuó un acuerdo con Uber para desarrollar vehículos autónomos, y -junto con BMW y Audi- adquirió a la firma de mapas y navegación HERE Technologies. General Motors, por su parte, invirtió US$ 500 millones en la competidora de Uber, Lyft; y Ford, a su vez, anunció que en los próximos cinco años invertirá US$ 1.000 millones en Argo, que desarrolla aplicaciones de IA, robótica y sensado para vehículos autónomos.
Al respecto, un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) sobre la actualidad de la industria automotriz advierte: “El origen de los ingresos de los proveedores cambiará de motores, interiores y chasis a electrónica, software, servicios en la nube y baterías, por lo que la relevancia de los proveedores de nuevas tecnologías y software aumentará, en particular con el crecimiento de los vehículos eléctricos”. En tanto, la CEPAL afirma que “la participación de los fabricantes de vehículos y de los proveedores tradicionales en los ingresos totales y en las utilidades disminuirá”.
De hecho, de acuerdo con un estudio de la consultora PwC, para 2030 las plataformas de movilidad compartida, los servicios digitales y los proveedores de nuevas tecnologías (hardware y software) representarán el 36% del total de la rentabilidad de la industria automotriz, que sumará US$ 600.000 millones. La consultora pronostica que para 2013 el 37% de los kilómetros recorridos serán hechos por vehículos autónomos y autos compartidos, dos modalidades intensivas en uso de algoritmos de IA. El informe de PwC agrega que la “movilidad compartida será hipercompetitiva regional y localmente, involucrando a fabricantes, firmas de tecnología digital, servicios públicos, autoridades de transporte, y proveedores de logística y e-commerce”. Pero alerta que las terminales automotrices enfrentarán dificultades para reclutar personal calificado, en la medida que “las empresas de software e Internet expanden sus actividades de I+D al 15% anual”.
Las alianzas entre automotrices y proveedores de la economía digital “son absolutamente necesarias para satisfacer las necesidades del mercado”, considera Isla, de Frost & Sullivan. “Cada vez más, los autos tienen y necesitan contar con herramientas que funcionan con tecnología, software y sensores, que hacen que los vehículos funcionen mejor y ofrezcan mejores experiencias de viaje a los conductores, no solo en cuestión de seguridad sino también en confort, como los sistemas de info entretenimiento”, agrega. En cuanto a IoT, “aunque en realidad deberíamos hablar de ‘Internet de los Autos’ -precisa-, es fundamental que las armadoras tengan alianzas con empresas de tecnología para poder ofrecer a los consumidores el potencial de estas herramientas. Las empresas de tecnología se han convertido en ‘Tier 1 suppliers’ de la industria automotriz cuando en el pasado estas relaciones eran prácticamente inexistentes”.
Por su parte, el ya citado Bruce Belzowski, ejemplifica: “Las empresas con experiencia en AI o IOT podrán vender sus servicios o sus empresas a los fabricantes de automóviles por una prima”. Bajo estos nuevos modelos de negocios, “los fabricantes de automóviles se dan cuenta de la necesidad de incorporar este tipo de experiencia en sus empresas, por lo que habrá una gran demanda de estas firmas y sus habilidades en el futuro”.
La transición global
A medida que la industria se transforma y ganan peso los actores digitales, ¿cuáles son los cambios que experimentará la cadena de valor global y el comercio internacional de la industria automotriz debido al uso de tecnologías disruptivas?
“Los escenarios pueden generar cambios significativos en la distribución de los fondos de beneficios. Las ventas de automóviles nuevos podrían ser más bajas, y las partes principales de las ganancias podrían transferirse a nuevos proveedores de servicios de movilidad -afirma el directivo de Roland Berger-. También la presión de los costos dentro de la cadena de suministro aumentará drásticamente, con las ganancias cambiando a jugadores tecnológicos, así como hacia los jugadores de almacenamiento de energía.”
Una visión similar aporta el investigador de la Universidad de Michigan. “Algunas de estas tecnologías afectarán directamente a la cadena de valor global de una empresa a medida que se implementan para soportar los procesos de compras, TI, fabricación y comercialización de vehículos a nivel mundial”, expresa Belzowski.
Para la analista de Frost & Sullivan, “la idea es que los proveedores adopten también estas tecnologías para hacer más eficientes sus propios procesos productivos y para que haya una mayor integración con sus clientes, en este caso, la industria automotriz. Muchas empresas ya lo están haciendo y es una tendencia creciente tanto en América Latina como a nivel global”.
El objetivo es que “la integración le permita a toda la cadena de valor tener un mejor manejo de sus procesos y responder de una manera prácticamente inmediata a los problemas que se puedan presentar en sus líneas de producción -prosigue Isla-. Entre otros beneficios también les permite tener mejor manejo de sus inventarios de acuerdo con las necesidades de sus clientes, ya que la comunicación fluye de manera casi instantánea entre las líneas de producción de toda la cadena productiva. Sin duda, aun se esperan muchos cambios en toda la cadena hasta lograr esta integración que la hará más eficiente y productiva”.