Por: Mariana Pernas

Entrevista a Carlos Chesñevar, director del Instituto de Ciencias e Ingeniería de la Computación (ICIC) de la Universidad Nacional del Sur y el Conicet, sobre el panorama actual en Inteligencia Artificial.

En diálogo con INTAL, el especialista argentino Carlos Chesñevar, director del Instituto de Ciencias e Ingeniería de la Computación (ICIC), que depende la Universidad Nacional del Sur (UNS) y el Conicet, se refirió al panorama actual en Inteligencia Artificial (IA): su desarrollo, su aplicación en plataformas de gobierno electrónico, cuál es el aporte de las universidades latinoamericanas y cómo impacta en la economía y el empleo.

 

¿A qué atribuye el auge que está teniendo tanto la investigación académica como la aplicación de técnicas de IA?

La IA es una disciplina que tiene una larga historia en el ámbito de las Ciencias de la Computación, es prácticamente contemporánea al surgimiento de las primeras computadoras electrónicas a mediados del siglo XX.  Los descubrimientos teóricos que realizó el genial matemático Alan Turing hacia 1930 permitieron desarrollar las computadoras programables hacia 1945, y llevar al propio Turing, en los años ’50, a preguntarse: “¿Pueden las máquinas pensar?”.  Desde entonces, la IA vivió distintas etapas, pero cobró especial notoriedad en los últimos veinte años a partir de la popularización y consolidación de Internet como tecnología central para manejar el conocimiento y de la posibilidad de asociar a Internet el procesamiento de grandes cantidades de datos (Big Data).  Las técnicas de minería de datos, combinadas con algoritmos que permiten representar y procesar conocimiento de manera ordenada y sistemática, hicieron posible muchos avances que parecían impensables años atrás. En mi opinión, gran parte del auge que ha tenido la IA obedece al cambio de paradigmas vinculado al uso de la información que nos ha brindado Internet y el procesamiento de información en la nube (cloud computing).  Así, por caso, las redes sociales (como Facebook y Twitter) y los modelos de consumo globalizados en la nube (Amazon, Netflix, etc.)  potenciaron el desarrollo de sistemas de recomendación “inteligente”. Al mismo tiempo, la ubicuidad de la telefonía celular y el gran poder de cómputo disponible en una terminal de teléfono móvil estimuló el desarrollo de asistentes personales (Siri, Cortana y Google Now), y seguramente de muchos otros desarrollos que aparecerán en los próximos años.  Todo este escenario ha ayudado a que la IA se haya “popularizado” en la segunda década del siglo XXI, y esto naturalmente también se ve reflejado en un interés en el mundo académico, por las posibilidades de investigación básica y aplicada, y la factibilidad de transferencias tecnológicas hacia la sociedad con un impacto real.

 

¿Cuáles son las principales líneas de investigación en IA que está desarrollando el ICIC?

El Instituto tiene una larga tradición en investigación en IA, desde mediados de los años 90, lo que lo llevó a consolidarse como uno de los principales centros de investigación en IA en la Argentina y con proyección internacional. Un tema en el que se ha investigado sistemáticamente es la denominada argumentación computacional, en la cual el ICIC es un instituto reconocido por su trabajo de vanguardia. La argumentación computacional apunta a brindar mecanismos de razonamiento similares a los que empleamos los seres humanos (razonando con argumentos a favor y en contra de distintas proposiciones), y que resulta muy atractivo para modelar situaciones donde hay información incompleta o inconsistente. Así, por ejemplo, si asumimos un escenario hipotético en el que debe tomarse una determinada decisión (decidir si comprar o vender acciones en un contexto particular del mercado financiero), la argumentación computacional brinda un abordaje en el que se pueden obtener automáticamente distintos “argumentos” a partir de una base de conocimiento y compararlos, arribando a conclusiones a través de un proceso similar al que usamos las personas. En el ICIC se han explorado diversas líneas alternativas de aplicación de la argumentación, particularmente en sistemas de recomendación inteligente, búsqueda de información en contexto, razonamiento entre agentes inteligentes y, recientemente, la combinación de argumentación y búsqueda inteligente de información en contexto para problemáticas de Gobierno Electrónico. El ICIC concentra muchos investigadores especializados en IA, que dirigen tesis doctorales en temas relacionados con esta disciplina y colaboran con otros países a través de distintos proyectos de investigación. Actualmente puede destacarse la colaboración de nuestros investigadores en el proyecto MIREL (www.mirelproject.eu) financiado por la Unión Europea, que apunta al abordaje de textos legales con herramientas de IA.

 

¿Qué rol desempeñan las universidades latinoamericanas en esta disciplina?

La IA ha sido una disciplina que vio su origen en Estados Unidos y Europa, y han sido estos lugares los principales impulsores en desarrollos y avances teóricos y tecnológicos.  Las universidades latinoamericanas han colaborado en la producción de nuevos conocimientos y avances en IA, abriendo en muchos casos nuevas líneas de investigación y abordajes novedosos. Un ejemplo es el trabajo científico reciente del doctor Diego Fernández Slezak en la Universidad de Buenos Aires (UBA), orientado a desarrollar una aplicación que utilice técnicas de IA para la predicción de esquizofrenia en pacientes psiquiátricos, proyecto que fue galardonado con el Google Research Award en 2016.  La sinergia entre distintas universidades latinoamericanas también resulta un factor importante para impulsar nuevos avances; en tal sentido la iniciativa LACCIR, del Microsoft Research Latinoamérica, financió la colaboración del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM), de México, con la Universidad Nacional del Sur para los desarrollos e investigaciones que realizamos en el área de Gobierno Electrónico e IA.  En definitiva, las universidades latinoamericanas tenemos un gran capital humano con estándares de excelencia internacional, pero muchas veces se carece de los recursos económicos que permitan explotarlo apropiadamente. En ese sentido es importante poder establecer colaboraciones con otros grupos de investigación en otros países, como el Programa Marco Horizonte 2020 que financia la Unión Europea.  En la Argentina, en los últimos años se han consolidado diferentes Institutos de investigación del Conicet vinculados a Ciencias de la Computación: ICIC (Bahía Blanca), ICC (Capital Federal), Cifasis (Rosario), SINC(i) (Santa Fe) e Isistan (Tandil). En todos ellos se abordan temáticas de IA bajo distintas perspectivas.

 

¿Qué sectores de la economía y de la sociedad pueden aprovechar en mayor medida los avances en IA?

La IA representa actualmente un cambio importante en distintos sectores de la economía y la sociedad, particularmente en aquellos orientados a la prestación de servicios. Hay que pensar que la gran cantidad de datos almacenados digitalmente que existe hoy en día hace posible que se encuentren nuevos enfoques y soluciones para diferentes problemas de la sociedad. Así, por ejemplo, el advenimiento de la Internet de las Cosas (IoT) hace posible que se añada “inteligencia” a distintos aspectos de nuestra vida cotidiana, como ocurre con los teléfonos móviles. En el futuro, todo hace pensar que la IA será ubicua a muchos otros ámbitos, como la forma en que administremos la energía en nuestros hogares o la manera en la que nos desplacemos en una ciudad en función del tráfico, entre otras.  Creo que todos los sectores de la sociedad se verán afectados, en mayor o menor medida, por los avances de la IA.

 

Usted se ha especializado en investigación vinculada a e-government y participación ciudadana a través de medios digitales. ¿Pueden aplicarse las técnicas de IA para la mejora de las plataformas de gobierno electrónico?

En el ICIC realizamos un trabajo pionero en la integración de técnicas de IA, búsqueda inteligente en contexto y gobierno electrónico a partir de información en redes sociales. Ese trabajo fue desarrollado colaborativamente con el ITESM y con el apoyo de un proyecto LACCIR financiado por Microsoft Research, el BID y el CONACyT (México).  Se desarrollaron algoritmos para “condensar” la opinión ciudadana en redes sociales, analizando argumentos a favor y en contra de distintos temas, con el fin de que los funcionarios de gobierno tengan una visión global de la opinión pública y los términos clave que la caracterizan o generan posibles conflictos. Esos algoritmos se experimentaron a través de una colaboración con el licenciado Marcos Malamud, CEO de la empresa Mismática, que tiene presencia activa en varios países latinoamericanos. Mismática desarrolló una versátil herramienta de tiempo real llamada Citymis Community, que permite a los ciudadanos reportar problemas en su municipio (carencias de infraestructura en calles o fallos en luminarias urbanas, por ejemplo) usando geolocalización para que el municipio pueda “aglutinar” todos esos reclamos de forma eficiente y brindando una adecuada respuesta al ciudadano.  Nuestras investigaciones permitieron mejorar las prestaciones que puede brindar una herramienta como Citymis Community, identificando grupos o “clusters” de problemas similares, combinando la argumentación con la geolocalización.  El trabajo fue presentado en distintas ediciones de la conferencia ICEGOV, la principal conferencia internacional en gobierno electrónico, y logró una muy buena repercusión, por lo que continuamos trabajando en esa dirección.

 

¿Cuáles son los obstáculos que tienen los Estados a la hora de adoptar estas tecnologías para desarrollar sus aplicaciones de e-government?

Es sabido que existe una resistencia natural al cambio en toda institución compleja, y creo que los gobiernos de los Estados no son una excepción. Afortunadamente, en los últimos años la adopción de políticas de Gobierno Abierto (Open Government) ha llevado a brindar mayor transparencia desde distintos niveles de gobierno, y ha puesto a disposición de la ciudadanía y de los profesionales en computación una gran cantidad de datos que pueden usarse en combinación con técnicas de IA. Claramente, hace falta también lograr una mayor capacitación en los niveles gerenciales del Estado sobre cuáles son las ventajas que pueden obtenerse a partir de tecnologías de IA en combinación con los datos vinculados con acciones de gobierno. En ese aspecto, será necesaria una fuerte interacción entre el sector público y el sector privado para poder obtener resultados que sean beneficiosos para la ciudadanía y hagan posible la transferencia de tecnología. En el caso particular de América del Sur, vale la pena destacar un informe de la consultora Accenture, publicado en 2017, titulado “¿Cómo puede la IA impulsar el crecimiento de Sudamérica?”. Allí, se analizan cinco economías sudamericanas (Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú), que en conjunto corresponden al 85% de la producción económica sudamericana. El estudio muestra que la IA brinda oportunidades notables para la creación de valor, y que tiene un potencial de incrementar en 1.0% las tasas de crecimiento económico anual en estos países hacia 2035. En ese marco, el sector público (que en el caso de la Argentina corresponde a un 27% del valor agregado en la economía) es uno de los grandes potenciales beneficiarios. Es imprescindible que los funcionarios y el poder político tomen conciencia de esta potencialidad, para definir políticas que favorezcan la incorporación de tecnologías basadas en IA en los distintos niveles del gobierno.

 

En cuanto a la discusión actual en torno de que las nuevas tecnologías puedan reemplazar el trabajo humano o destruir puestos de trabajo, ¿cuál es su visión sobre el impacto de la IA y la robótica en el mercado laboral?

Claramente, la IA y la robótica generarán cambios radicales en nuestra sociedad en los próximos años, y esto tendrá un impacto en el mercado laboral. La consultora PwC elaboró, en febrero de este año, ¿un estudio denominado “¿Los robots robarán nuestros puestos de trabajo?”, dentro del cual se consideró el mercado laboral de 27 países de la OCDE, más Rusia y Singapur, y se incluyeron más de 200.000 puestos de trabajo en el análisis. En ese informe se concluye que la automatización del mercado laboral, de aquí al 2030, se producirá en tres grandes oleadas. La primera de ellas (hasta principios de 2020) será la “algorítmica”, dentro de la cual se producirá la automatización de las labores más sencillas y del análisis estructurado de datos; es aquí donde nos encontramos actualmente. Una segunda fase involucrará la “automatización aumentada”, que se prolongará hasta mediados de la década de 2020; en esa etapa se ampliará lo anterior al intercambio de información y de datos desestructurados. Finalmente, la tercera ola será la “autónoma”, que permitirá no solo la automatización de tareas rutinarias sino también de destrezas manuales y de la resolución de situaciones y problemas en tiempo real; esto se dará a partir de 2030.  Según este informe, los sectores relacionados con el transporte y logística, así como la industria, son los que potencialmente se verían más afectados por la automatización, pudiendo perder un 52% y 45% de los puestos de trabajo respectivamente, en el “peor” de los escenarios. En contraste, otros sectores (como el de la educación) se verán menos afectados por la robotización, con sólo el 8% de los empleos en riesgo.  Entiendo que la IA será la piedra basal para que haya una nueva “revolución industrial” dentro de la actual “sociedad del conocimiento”. Si bien desaparecerán ciertos puestos de trabajo, seguramente surgirán otros que requerirán mayor calificación y, consecuentemente, mayor grado de educación.  Seguramente, la IA generará un cambio similar en nuestra sociedad, quizá a un ritmo mucho mayor al que imaginamos. Y la educación será el elemento sustantivo que permitirá mejorar las capacidades para lograr una mayor inserción laboral.