En este trabajo se analizan los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en América Latina y el Caribe y las políticas públicas de atracción vigentes, que serán clave en la etapa post pandemia.

Autores: Garcia, Pablo M.; López, Andrés; Ons, Álvaro
Fecha: Enero 2021
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La economía global registró en las últimas décadas un importante crecimiento de la inversión extranjera directa (IED). Habitualmente se espera que esos flujos de inversión sirvan para impulsar el potencial crecimiento de los países receptores.
La IED tiene el potencial de crear empleos, contribuir a diversificar las exportaciones y transformar la estructura productiva. Lo hasta aquí expuesto hace pensar que la IED genera impactos positivos en el crecimiento y desarrollo de los países receptores, en función de lo cual diversos gobiernos implementaron políticas para atraerla, ya sea con la reducción de las barreras a la inversión extranjera, la generación de programas de promoción de inversiones y/o la implementación de un amplio menú de incentivos.
La IED podría contribuir al desarrollo, pero en forma condicionada a las características de la economía huésped, incluidos sus niveles de calidad institucional, disponibilidad y calidad del capital humano, profundidad de los sistemas financieros locales, infraestructura, estructuras de mercado, patrones de especialización y capacidades tecnológicas. Al mismo tiempo, el impacto de la IED sobre la economía receptora no es indiferente respecto del tipo de IED que se trate.