La mirada del sector privado ha sido generalmente positiva, aunque matizada por la preocupación por las posibilidades reales de acceso al mercado europeo y por la mayor competencia en el mercado intrarregional. Políticas y esfuerzos del sector público para fortalecer la competitividad son considerados esenciales.
Introducción
En diciembre de 1995 el MERCOSUR y la Unión Europea (UE) firmaron el Acuerdo Marco Interregional de Cooperación (AMIC), sentando las bases para el comienzo de un diálogo birregional amplio que, a partir del año 2001, se transformó formalmente en un proceso negociador para la creación de un Acuerdo de Asociación. Finalmente, el 28 de junio de 2019, luego de más de 20 años de negociaciones y de varios momentos de estancamiento y relanzamiento, se logró consenso entre los dos bloques sobre los aspectos comerciales del Acuerdo.
El principal interés estratégico del MERCOSUR se centró en el comercio de bienes, en particular en mejorar el acceso para los productos primarios agrícolas y las manufacturas de origen agropecuario, principales sectores de exportación de este bloque hacia al mundo y hacia la propia Unión Europea (Gráfico 1), que cuentan con un alto nivel de protección en los países europeos.
El acuerdo contempla la liberalización de todos los productos industriales para el MERCOSUR. En el sector agroalimentario prevé una liberalización total para el 82% de las exportaciones del bloque sudamericano, y una liberalización parcial para gran parte del resto, principalmente a través de cuotas de importación con arancel cero o reducido. Para acceder a la información sobre los cronogramas de liberalización negociados, el INTAL ha desarrollado una herramienta ágil para los exportadores e importadores de la región: Buscador de aranceles: Acuerdo MERCOSUR-UE.
En “La mirada del sector privado sobre el acuerdo MERCOSUR-Unión Europea”, reciente informe del BID-INTAL, se identifican las principales repercusiones del acuerdo en el sector privado del MERCOSUR, en base a las declaraciones de representantes de las cámaras empresariales de los sectores con mayor participación en el debate en los medios de comunicación: lácteo, cárnico y vitivinícola, y la industria automotriz.
Percepciones del empresariado del MERCOSUR
Sector Lácteo
El sector lácteo es uno de los principales factores de preocupación entre productores y empresarios del MERCOSUR, debido principalmente a tres razones: el impacto de los subsidios aplicados por la Política Agrícola Común (PAC); la competencia por el mercado brasileño, que en 2018 fue el primer destino de las exportaciones de lácteos de Argentina y Paraguay y segundo de Uruguay; y el fuerte prestigio de marca de los productos europeos.
El acuerdo abre el sector a la competencia de un bloque que explica el 70% de las exportaciones mundiales de lácteos (incluyendo el comercio intrazona) y que cuenta con importantes exportadores como Alemania, Holanda, Francia y Bélgica.
Uno de los aspectos positivos destacados es el reconocimiento de varias indicaciones geográficas de quesos exportados por la UE que incluye la posibilidad de que los productos que ya se comercializan con nombres protegidos en el MERCOSUR puedan seguir siendo utilizados, en virtud de la cláusula Grandfather[1] de derechos adquiridos, contemplada en el acuerdo.
El acuerdo establece contingentes recíprocos de 10 mil toneladas de leche en polvo (entera y descremada), 30 mil toneladas de quesos, y 5 mil de leche de fórmula infantil. Actualmente, las importaciones provenientes de la UE tributan en el MERCOSUR un arancel ad valorem de hasta 28%. Por su lado, la UE aplica a la leche en polvo aranceles que van desde 49% hasta 81% y, en el caso de los quesos, entre 20 y 74%. El arancel intra-cuota será reducido a 0% a lo largo de 10 años de manera simultánea para ambas partes, a partir de la entrada en vigor.
Sector Cárnico
Las carnes, especialmente la bovina, fueron un punto clave en las negociaciones. En 2018, el MERCOSUR explicaba el 15% de las exportaciones mundiales de carne, encabezando Brasil dichas ventas, seguido por Argentina, y los dos socios más pequeños. Asimismo, el sector tiene un elevado peso en la canasta exportadora de los países, especialmente para Uruguay y Paraguay justificando en torno a 25 y 13% de sus exportaciones totales, respectivamente; mientras que en el caso de Brasil y Argentina solo explica el 6% y 4%, respectivamente. A su vez, en 2018 la UE fue el destino de 11% del total de las exportaciones de carnes del MERCOSUR, siguiendo a China, Hong Kong y Rusia que ocupan los primeros puestos.
Tanto en Argentina como en Brasil los productores se mostraron satisfechos por la mejora en el acceso a través de la cuota de exportaciones obtenida en la negociación, dentro de la cual el MERCOSUR podrá exportar con preferencias; mientras que los cuatro socios celebraron la eliminación del arancel ad valorem de 20% para la cuota Hilton, a partir de la implementación del acuerdo.
Las principales cámaras sectoriales argentinas señalaron el potencial del acuerdo para generar incentivos para las inversiones; mientras que el sector privado brasileño reflejó gran expectativa augurando beneficios para los exportadores de carne tanto bovina, como aviar y porcina; y una mayor competitividad como resultado de la reducción arancelaria.
En el caso de Paraguay y Uruguay, el acuerdo genera preocupación entre los empresarios de la carne, fundamentalmente en relación con la negociación entre los cuatro socios por la distribución da la cuota de acceso, bajo las cuales el MERCOSUR podrá exportar con preferencias. Ambos países tienen interés en lograr una distribución igualitaria, oponiéndose a otras metodologías de cálculo. También despertó un alto interés el desafío al que se enfrentan los exportadores de carne ante los exigentes estándares sanitarios y fitosanitarios que impone la UE.
El sector exportador ganadero es de gran importancia para los dos socios más pequeños del bloque. La UE es destino del 21% del total de las exportaciones uruguayas de carne bovina. En 2018 fue el primer mercado de exportación de carne fresca o refrigerada, captando el 72% del total de exportaciones uruguayas de este producto; y el tercer destino de carne congelada con una participación de 8,9%.
Por su lado, la industria ganadera paraguaya representa el 12,1% del PIB y emplea al 11,2% de la Población Económicamente Activa (PEA). El país exporta 63% de su producción y destina al mercado interno el 37% restante. Las exportaciones de carnes explicaron en 2018 en torno al 13% de las exportaciones totales del país, de los cuales solo el 3% fue dirigido a la UE.
Sector Vitivinícola
El Acuerdo contempla para el sector vitivinícola la eliminación de los aranceles de manera recíproca al cabo de diez años. Sin embargo, a pesar de que los cuatro países son productores de vino, el acuerdo presenta escenarios muy disímiles para cada uno.
Los productores señalaron, por un lado, la situación de desventaja frente a la competencia europea y, por otro, que el MERCOSUR será quien deba hacer el mayor esfuerzo, ya que el arancel de acceso al mercado europeo pasará de 4% a 0%, mientras que los vinos europeos se beneficiarán con una reducción que llevará el actual arancel de acceso de 20% a 0%.
Los productores vitivinícolas argentinos han reaccionado positivamente, aunque asumiendo una actitud cautelosa ante las asimetrías entre el MERCOSUR y un bloque que apoya fuertemente a sus productores y concentra a los tres principales exportadores mundiales de vino: Francia, España e Italia.
Esto pone al país en una situación de menor ventaja y hace peligrar su participación en el mercado brasileño. Según la principal cámara empresaria vitivinícola argentina, reducir tal brecha de competitividad requeriría mejoras en los aspectos logísticos, reducción de la presión tributaria, eliminación de las retenciones, mayores reintegros a las exportaciones, e inversión en promoción internacional.
El país sigue también con especial atención los acontecimientos en torno al Brexit y el impacto que pudieran tener en la vinculación comercial con el Reino Unido, importante mercado exportación de los vinos argentinos.
Las repercusiones entre los productores brasileños también reflejaron temor ante el posible impacto que recibirá el sector ante un mayor acceso de vinos europeos que llegarían al consumidor a precios más bajos en relación con los vinos locales, una vez que el arancel se reduzca a cero.
En Uruguay, el empresariado local también se ve enfrentado al riesgo de perder el mercado brasileño que ha sido destino de 39% de sus exportaciones de vinos en 2018. A la vez, deberá aumentar su producción exportable para poder competir en el mercado internacional, para lo cual demanda apoyos por parte del gobierno.
Sector Automotriz y Autopartes
Los productos del sector automotriz, al igual que los de maquinaria y equipo entraron mayormente en la canasta de liberalización progresiva de entre 10 y 15 años, debido a su alta sensibilidad al comercio intrarregional dada por los altos aranceles a las exportaciones extrarregionales; y al régimen de comercio administrado entre Argentina y Brasil.
Por ejemplo, los vehículos de pasajeros se mantendrán en el arancel base por 6 años y la desgravación comenzará recién a partir del séptimo año, hasta llegar a 0 al finalizar el décimo quinto año. Habrá un período de gracia de 7 años, durante el cual la UE ha obtenido una cuota de transición que le permitirá exportar 50 mil unidades anuales para todo el MERCOSUR, con un arancel de 17,5% (la mitad del arancel actual de Nación Más Favorecida de 35% de Argentina y Brasil). La cuota anual se distribuirá de la siguiente manera entre los socios del MERCOSUR: 15,5 mil unidades para Argentina; 32 mil unidades para Brasil; 1,75 mil unidades para Uruguay; y 750 unidades para Paraguay, que serán administrados por orden de llegada.
Los industriales argentinos y brasileños del sector han valorado algunos aspectos del acuerdo negociado, a la vez que expresaron gran preocupación por otros.
En Argentina, la cadena automotriz y autopartista tiene una importancia crítica en términos de producción, empleo y exportaciones. Los industriales enfatizaron el desbalance de esfuerzos por parte de un bloque y otro, ya que el promedio arancelario de la UE es mucho menor al del MERCOSUR, partiendo de una base de 10% en el primer caso y de 35% en el segundo. Esta preocupación lleva a los empresarios del sector, en especial los de la cadena autopartista, a demandar una agenda de trabajo conjunta con el Estado, orientada al fortalecimiento productivo del sector.
Como aspectos positivos del acuerdo, se destacan la oportunidad para el desarrollo de autos livianos, y las expectativas en torno al período negociado para la transición de un sector particularmente sensible.
En el caso de Brasil, la perspectiva de una apertura es interpretada como la posibilidad de generar nuevas oportunidades en un mercado cuyos destinos de exportación se restringen solo a Argentina y México. Pero el aprovechamiento de esta oportunidad dependerá de la preparación y el tiempo de que dispongan los empresarios para elevar su nivel de competitividad, competir internacionalmente y modificar su modelo exportador. Estos objetivos se verían favorecidos, según una propuesta de la principal cámara industrial del país, por una simplificación de la carga impositiva que pesa sobre los vehículos; y un programa de apoyo a los sectores más afectados por el acuerdo en la forma de trabajos de consultoría destinados a mejorar la productividad de las empresas.
Los empresarios de Uruguay comparten la preocupación por la elevada carga impositiva y el déficit de competitividad que, en definitiva, redundaría en la pérdida de sus preferencias en el mercado brasileño, su primer mercado de exportación, ante el ingreso de automotores y autopartes europeos en condiciones preferenciales.
Similar inquietud afecta a los industriales automotrices de Paraguay, ya que los fabricantes brasileños son los principales importadores de autopartes paraguayas.
Conclusiones
El acuerdo entre el MERCOSUR y la UE demandó más de veinte años durante los cuales la negociación atravesó etapas de avance, estancamiento y retrocesos, a causa de que ambos bloques tenían requerimientos de mínima que no estaban dispuestos a ceder y que reflejaban, en gran medida, sus asimetrías estructurales y de política. A esto se sumaron factores vinculados a las respectivas agendas internas y a la coyuntura internacional, contemporáneos al proceso de negociación del acuerdo. En 2016 se reanudaron las negociaciones hasta alcanzar un acuerdo en principio en junio de 2019.
En líneas generales, los sectores analizados en este informe enfatizaron la necesidad de cautela hasta conocer en profundidad la “letra chica” del acuerdo. Recién en noviembre se conocieron las listas de desgravación para el comercio de bienes negociadas.
No obstante, hasta el momento se observa una mirada positiva a las oportunidades de acceso y la apertura de algunos mercados particulares, matizada por la preocupación por las posibilidades reales de acceso al mercado de la UE, en particular, debido a los diferenciales de competitividad y los altos estándares que caracterizan a los productos agropecuarios europeos.
Por otro lado, existe temor ante la competencia de los productos europeos en el mercado doméstico e intrarregional, especialmente en el brasileño, de fundamental importancia para las exportaciones de los otros socios, en los distintos sectores revisados.
Se observa en general una demanda de políticas para fortalecer la competitividad, en particular, en el caso de sectores sensibles que recibieron un mayor periodo de transición como el lácteo y el automotriz.
Para más información sobre el acuerdo MERCOSUR-UE visite nuestra publicación Acuerdo de Asociación Mercosur- Unión Europea
[1] Al respecto, ver parágrafos 1 al 9 del art. X35, Capítulo de Propiedad Intelectual del acuerdo MERCOSUR-UE.