Por: Mariana Pernas

Se realizó en Buenos Aires la cumbre del T-20, que convocó a investigadores y especialistas de distintos países para debatir la agenda del G-20 para este año.

En el marco de las actividades que desarrolla la presidencia argentina del G-20, durante los días 1 y 2 de febrero tuvo lugar en Buenos Aires la Cumbre T-20 “Inception Workshop: Visión y Estrategias para 2018”, que reunió a especialistas de universidades, centros de investigación y think tanks de los países que integran ese foro multilateral. El objetivo del evento fue analizar, debatir y presentar líneas de trabajo, principalmente sobre los temas que se definieron para la agenda de este año: seguridad alimentaria y agricultura sustentable; acción climática e infraestructura para el desarrollo, y futuro del trabajo.

El seminario, que estuvo organizado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), contó con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otras instituciones.

La inauguración del T-20 estuvo a cargo del presidente del Cippec, Jorge Mandelbaum, quien destacó como objetivo del seminario “ayudar a pensar el futuro” y la importancia de “consolidar la red de think tanks en el mundo para continuar trabajando en esta agenda”.

Luego tomó la palabra el ministro de Hacienda de la Argentina, Nicolás Dujovne, para quien “la presidencia del G-20 es uno de los eventos diplomáticos más importantes de la historia del país”, y que le permite “participar de la mesa de discusión internacional sobre los temas de desarrollo”.  El funcionario agregó que “el G-20 ha sido positivo en reforzar la arquitectura financiera global y coordinar el sistema de impuestos y la economía global”, aunque admitió que “existen vulnerabilidades”. Dujovne subrayó también el aporte que los think tanks y académicos hacen al G-20 “para proveer análisis, nuevas ideas, discusiones y valiosas contribuciones”.

Durante el segundo día del evento, Marcos Peña, jefe de Gabinete de Ministros de la Argentina, mantuvo un diálogo abierto con los asistentes, que fue coordinado por Julia Pomares, directora Ejecutiva del Cippec. En ese marco, el funcionario destacó la necesidad de tener “una agenda práctica” del G-20 y dijo que “uno de los grandes desafíos del G-20 es incorporar la diversidad no solo de los problemas, sino también la riqueza de las distintas perspectivas y visiones; porque los países son diferentes”. Peña también consideró que “el comercio mundial a través del multilateralismo y reglas justas es algo bueno y necesario para nosotros; creemos en un mundo más integrado”.  Y agregó que “nuestra perspectiva siempre será que un mundo más abierto, global e integrado será mejor que un mundo cerrado”.  Respecto a la agenda de trabajo, el jefe de Gabinete afirmó: “Hay que alinearse con los intereses de la gente, por eso nuestro interés en el empleo. Otros temas importantes son infraestructura y alimentos, una agenda que no ha avanzado en mucho tiempo. Hay muchos temas sensibles respecto a la producción y comercialización de alimentos”.

 

La agenda

A lo largo del evento se desarrollaron cuatro sesiones plenarias. En tres de ellas   se expusieron los tres temas clave de la agenda del G-20, mientras que un cuarto panel abordó “Los desafíos de cohesión social en escenarios políticos inciertos y sus implicancias para la gobernanza global”.

Además de estas cuatro sesiones, el seminario contó con dos oradores especiales: Jeffrey Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sustentable de la Universidad de Columbia, y Alfonso Vergara, fundador y presidente honorario de la Fundación Metrópoli. El primero se refirió a los principales desafíos del G-20 y del multilateralismo en el contexto actual, en tanto que el segundo expuso acerca de las transformaciones del urbanismo y las ciudades inteligentes.

En forma paralela, durante el T-20 se organizaron grupos de trabajo que debatieron y presentaron propuestas de trabajo sobre los siguientes temas: cambio climático e infraestructura; futuro del trabajo; seguridad alimentaria y agricultura sustentable; equidad de género; sistemas impositivos; cooperación con África; arquitectura financiera internacional; cohesión social; Agenda 2030, y migraciones.

También participaron del T-20 los representantes de “grupos de afinidad” que representan a la sociedad civil -como empresas, sindicatos, agrupaciones juveniles, científicos y asociaciones de mujeres-, quienes presentaron sus inquietudes, propuestas y líneas de trabajo.

En el siguiente informe, se resumirán las exposiciones que tuvieron lugar durante las sesiones plenarias que abordaron los tres temas clave de la agenda 2018 del G-20: seguridad alimentaria y agricultura sustentable; futuro del trabajo, e infraestructura y cambio climático.

 

La agricultura sustentable

De la sesión plenaria “Cuestiones relativas a la gobernanza global en seguridad alimentaria y agricultura sustentable” participaron Jamie Morrison, director Estratégico del Programa de Sistemas Alimentarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Alimentación y la Agricultura (FAO); Jikun Huang, fundador y director del Centro Chino para la Política Alimentaria de la Universidad de Pekin; Máximo Torero, director Ejecutivo del Grupo Banco Mundial para la Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay; y Eugenio Díaz-Bonilla, jefe del Programa para América Latina y el Caribe del Instituto de Investigación de Política Alimentaria Internacional. Este panel fue moderado por Martín Piñeiro, director del Comité de Agricultura del CARI, para quien se trata de un “tema de gran importancia para la gobernanza global y que constituye una prioridad del G-20”.

En primer lugar, Morrison alertó sobre el crecimiento de la obesidad y el desperdicio de alimentos, “que es algo que preocupa a muchos gobiernos, porque no sólo sufren las personas sino también los servicios de salud”. Al mismo tiempo, dijo que la mayoría de los países experimentan, al menos, dos de los tres problemas de mala nutrición: falta de acceso a los nutrientes clave, mala nutrición y obesidad.  “Aunque esto varía mucho según los países”, indicó.

El especialista afirmó que los sistemas alimentarios “son particularmente complejos y dinámicos, y no sólo están integrados por la cadena de valor, sino también por los entornos políticos e institucionales donde operan esos actores. Y agregó que “la regulación y la gobernanza pueden mejorar las cadenas de valor”.

Según Morrison, “es preciso fortalecer la gobernanza global sobre los sistemas alimentarios”, que hoy están generando consecuencias ambientales y nutricionales negativas. Entre otros ejes, este fortalecimiento debe girar en torno al comercio electrónico y las plataformas web para facilitar el comercio de alimentos, aunque “esto planeta inquietudes sustanciales sobre la inocuidad y calidad de los alimentos que se proveen al consumidor”, advirtió. Otros de ejes de trabajo son “los acuerdos comerciales; los lineamientos voluntarios que toman algunos países para incentivar al sector privado, como la producción agrícola responsable, y el rol del sector público para evitar la concentración en grandes firmas trasnacionales que exacerbe las consecuencias negativas”.

Jikun Huang, por su parte, introdujo elementos críticos sobre la distribución desigual entre el acceso de la población a las tierras arables en distintas partes del mundo. También remarcó la “importancia del comercio para la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola sostenible”, en un mundo en el cual países como Japón, China y Corea incrementan la demanda de importaciones para alimentar a sus habitantes.

El especialista de la Universidad de Pekín también advirtió sobre las “barreras al comercio, ya que el sector de alimentos tiene aranceles más elevados que otros segmentos, a pesar de que las tarifas a las importaciones han decrecido”. Y agregó que los aranceles a la importación de alimentos “son muy diferentes entre los distintos países”. En este contexto, el especialista estimó que la demanda mundial de alimentos, en especial de parte de los países menos avanzados, se incrementará un 32% para el año 2050 respecto a los niveles actuales.

De acuerdo con Huang, “el G-20 debería desempeñar un rol importante en cuanto a la seguridad alimentaria global y la agricultura sostenible”.

A su turno, Máximo Torero expresó que “los precios están bajando, afectando la rentabilidad de los productores; pero también hay una alta volatilidad de los precios”.  Para el directivo del Banco Mundial, los principales desafíos globales son “la elevada concentración de las exportaciones y las importaciones, así como también la concentración del portafolio de los productos que se comercian”. Al mismo tiempo, dijo que hay una tendencia continua hacia la “internacionalización del mercado de alimentos, y las tarifas son una pesada carga para los países más pobres”.

Dado que se espera un aumento en la demanda mundial de alimentos para 2030 debido al incremento de la población mundial, el ejecutivo dijo que es preciso “facilitar el comercio debido a la concentración de las exportaciones; mejorar la disponibilidad, cantidad y calidad de alimentos, y reducir los precios para el consumidor”.

Según Torero, la seguridad alimentaria se alcanzará si se mejoran y optimizan las regulaciones; se reduce la fuerte concentración del mercado de fertilizantes; se implementa un enfoque innovador para solucionar el problema del desperdicio de alimentos, y se mejora la resiliencia al cambio climático.

Por último, Díaz Bonilla abordó los desafíos, propuestas y preguntas para alcanzar la seguridad alimentaria y la agricultura sustentable. “Desde el ámbito productivo, ¿cómo podemos diseñar un sistema alimentario a nivel global que genere empleo y productividad? ¿Cómo diseñamos un sistema de comercio que cree empleo inclusivo y crecimiento? ¿Cómo podemos mejorar la calidad de los alimentos que proveemos? ¿Cuáles son las tecnologías más inteligentes que podemos aplicar en cuanto al uso del medio ambiente? ¿Cómo puede el sistema financiero colaborar en la sustentabilidad del sistema alimentario?”, fueron algunas de las preguntas que formuló el especialista.

 

El futuro del empleo

Otro eje de debate se abordó en la sesión plenaria “El futuro del trabajo y la educación para la era digital”. De ese panel participaron como oradores Laura Ripani, líder especialista de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo; Samir Saran, vicepresidente de la Fundación Observer Research; Claudia Costin, directora del Centro para la Excelencia y la Innovación en Políticas Educativas de la Fundación Getulio Vargas; y Blair Sheppard, líder Global de Estrategia y Desarrollo de Liderazgo de la consultora PwC. La sesión fue moderada por Dennis Gorlich, director gerente del Simposio Económico Global del Instituto Kiel, quien sostuvo que las políticas globales deben tener en cuenta tres niveles: el acortamiento de las cadenas globales de valor, el surgimiento de plataformas laborales basadas en Internet, -“que implican que el mercado de trabajo sea cada vez más global”, advirtió-, y la existencia de empleos que son inmunes al reemplazo tecnológico.

Laura Ripani enfatizó que el tipo de estructura que tengan los trabajos impactarán en la estructura de ingresos de los países. Como tendencias a futuro, la especialista del BID destacó el proceso de automatización, “que gana terreno”, indicó. “El impacto primero será en Estados Unidos, pero luego también repercutirá en América Latina”. Según la consultora Mackinsey -prosiguió Ripani-, el 30% de las tareas que realizamos pueden ser automatizadas; la pregunta, entonces, es: ¿esto va a destruir o a transformar los empleos?”.  Otra tendencia es la llamada “Economía Gig”, que alude a una modalidad de empleo independiente, realizada para diversos empleadores y sin horario fijo que actualmente se expande junto con el crecimiento de plataformas laborales de Internet. “Para el año 2020, el 40% de la fuerza laboral va a formar parte de este sector.  Esta situación plantea, ¿qué va a suceder con los beneficios que acompañan tener un empleador?”.

En el futuro, “algunos trabajos hoy existentes van a desaparecer, pero otros van a disminuir o aumentar”, afirmó Ripani. “El nuevo mercado de trabajo no sólo va a tener una necesidad de habilidades digitales, sino también socioemocionales, organizativas y de relacionamiento con otras personas; la capacidad de adaptarse será clave”. En un contexto futuro en el que aumentará la polarización del mercado de trabajo y los mecanismos de protección social del Estado de Bienestar se verán desafiados, es fundamental “invertir en la gente y en innovación para disminuir el impacto del ‘tsunami’ de la tecnología”, destacó la funcionaria del BID.

Luego, Samir Aran, enfatizó que “nuestras instituciones no están preparadas para actuar con tanta celeridad ante la velocidad y la proliferación de un cambio sin precedentes”. El especialista alertó: “No hay suficientes puestos de trabajo, y esto va a empeorar en el futuro; además, en algunos países de África y la India no se van a lograr los mismos niveles de educación de los países de la OCDE”.  A su entender, “estamos en una era de disminución de puestos de trabajo; y el 90% de los empleos serán informales o a tiempo parcial, desempeñados en microempresas: el mundo se mueve hacia la informalidad”. Por eso, expresó: “Hay que abrazar la informalidad, es un buen momento para hacerlo en vistas de las nuevas oportunidades y tecnologías; es preciso moverse hacia un mundo de emprendedores, donde cada persona pueda crear valor y vincularse con las cadenas globales de valor”. A su juicio, es preciso “preparar los modelos de educación y las políticas públicas para el nuevo escenario; debemos construir sistemas adaptativos, crear diversidad y que la gente tenga las posibilidades de recapacitarse”.

Aran, que se focalizó en el caso de la India, dijo que “la tecnología tiene sesgos: va a privilegiar a algunas personas y comunidades por sobre otros”. En la India, donde el 25% de la población está desempleada o subempleada, y el 90% de las empresas son microempresas (tienen menos de 10 empleados), se registra un alto nivel de informalidad laboral y predomina el tipo de economía “Gig”.  Las opciones de política pública para ese país, según Aran, son: “Capacitar, apoyar financieramente y con tecnología a las microempresas, y realizar un nuevo pacto social”. Sin embargo, advirtió que “a pesar del esto desarrollo de los servicios, no debemos dejar de lado a la manufactura”.

La especialista en educación Claudia Costin, destacó los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que definió la ONU para 2030, por el cual “debemos asegurar que todos los chicos y chicas completen una educación primaria y secundaria gratuita, equitativa y de calidad que los conduzca a un aprendizaje relevante y efectivo”.

En tal sentido, remarcó que “es vital que se finalice la escuela secundaria”, aunque también es importante “la calidad y relevancia de la educación que reciben”. La directiva precisó que “lo relevante de la educación se relaciona con las necesidades de una sociedad que está evolucionando y en la cual el mundo del trabajo se transforma”. Para el año 2030 “otra meta de la ONU es aumentar la cantidad de jóvenes y adultos con habilidades técnicas y emocionales para el empleo, el trabajo decente y el emprendedorismo”, definió Costin.

Así, en un mundo “en el cual demanda de habilidades está migrando hacia a aquellas cognitivas, no rutinarias e interpersonales, y la automatización y la robotización ya está sucediendo en el mundo en desarrollo, es preciso reinventar las escuelas”, definió Costin.

 

Inversión y cambio climático

Durante la sesión plenaria “Cambio climático e Infraestructura para el Desarrollo” expusieron Amar Bhattacharya, miembro del programa de Economía Global y Desarrollo de Brookings Institution; Magdy Martínez-Solimán, director de la Oficina de Política y Soporte del Programa de Desarrollo de la ONU; Flore-Anne Messy, directora de la División de Asuntos Financieros de la OCDE y Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. La moderación estuvo a cargo de Miguel Lozupone, director de Cambio Climático de la Universidad Nacional de Defensa.

Battacharya dijo que “la infraestructura sustentable ha regresado a la agenda global y está presente en los debates de la ONU”, y agregó que el desarrollo de la infraestructura está vinculado con el crecimiento. “Los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) están vinculado estrechamente con el apoyo del crecimiento inclusivo, la promoción del medio ambiente y la sustentabilidad”, afirmó. Según Battacharya, “hay un nuevo paradigma del crecimiento que está relacionado de manera central con la sustentabilidad”, pero también “la inversión en infraestructura sustentable produce beneficios a corto plazo estimulando la demanda y la productividad”.

De acuerdo con Battacharya, en la próxima década y media habrán US$ 90 trillones de inversión en infraestructura en el mundo. “Es un momento único en la historia, un gran desafío”, afirmó. “Pero tendría que haber un cambio en la inversión, para que se asigne hacia una infraestructura más ‘verde’ y limpia, que brinda ahorros en el largo plazo”, manifestó.  “Los próximos 20 años son clave por los cambios estructurales que vamos a atravesar, con crecimiento de las zonas urbanas y transiciones demográficas; tenemos la oportunidad de ‘reformatear’ el mundo de manera de manera diferente”.

Al respecto, destacó la importancia de las decisiones sobre inversión en infraestructura, ya que “son a largo plazo, tienen impacto social, determinan el despliegue del capital e influyen sobre el planeta”, aunque admitió que son complejas, tienen desafíos de gobernabilidad y a menudo están ligadas a los ciclos políticos. En cuanto a los obstáculos, destacó que existen distorsiones impositivas que obstaculizan el despliegue a la infraestructura sustentable.

Como recomendaciones, es especialista sugirió la utilización de plataformas avanzadas de preparaciones de proyectos, que permiten la colaboración entre el sector privado y los bancos multilaterales, y el desarrollo de estándares y normas de infraestructura sustentable

Para Battacharya, “el G-20 desempeña un papel central en el desarrollo y la coordinación del financiamiento de infraestructura sustentable”. Además, “los bancos multilaterales de desarrollo son cruciales para atraer al sector privado: ayudan a que los países tengan políticas y requisitos institucionales; tienen la capacidad de mitigar los riesgos, y de movilizar las finanzas del sector privado y apalancar la inversión”.

Martínez-Solimán, por su parte, también enfatizó la importancia de la infraestructura verde, no sólo con el objetivo de mitigar el impacto del cambio climático sino también para crear empleo, impulsar la demanda y estimular el crecimiento. “La necesidad de infraestructura a nivel global es importante, pero hay dificultad para movilizar capitales y financiarla”, admitió el funcionario de la ONU. “No faltan los recursos, sino los canales y mecanismos de movilización de capitales”, afirmó; y añadió que es preciso “canalizar el ahorro hacia la inversión en infraestructura en función de los ODS y para mitigar el cambio climático, que incluye la infraestructura resiliente”.

“Hoy, gran parte de la inversión se enfoca al corto plazo, por la voluntad de obtener rentabilidad inmediata, pero la inversión para el desarrollo sustentable requiere asumir el riesgo de plazos más largos”, sostuvo Martínez-Solimán. En tal sentido, “consideramos al desarrollo de infraestructura como una nueva clase de activo que pueda atraer inversiones de largo plazo para el cumplimiento de los ODS”.

Posteriormente, Flore-Anne Messy aseguró que “el crecimiento inclusivo es posible”, y que implica tener una fuerte agenta de acción climática, ya que “el riesgo climático se acumula cada vez más”. Para que esto suceda, sostuvo la funcionaria, “los líderes de Gobierno tienen un rol clave para impulsar, junto con la población, una agenda en este sentido que atraviese a toda la sociedad, incluyendo a las finanzas”. La directiva de la OCDE remarcó también el papel de la tecnología y la innovación en sectores clave como energía, transporte e infraestructura.

“La agenda de desarrollo tiene que atravesar todos los sectores de la economía y la sociedad”, expresó Messy, pero señaló que “la infraestructura es esencial para el crecimiento económico sostenible”. En tal sentido, “para que la infraestructura sea amigable con el medio ambiente necesitamos más inversión”, dijo. Y admitió que “el nivel de inversión en infraestructura, hoy, es menor al que se necesita para el crecimiento”.

En cuanto a la movilización de fondos para invertir en infraestructura baja en carbono, Messy dijo que “hay falta de información y de compresión sobre los retornos de la inversión” en ese sector. Por eso, manifestó que “es preciso desarrollar instrumentos para que la inversión en infraestructura verde sea más atractiva”.

 

Magdy Martinez Solimán, Director del Programa de Desarrollo de la ONU

Blair Sheppard, Lider Global de PwC