La disminución de los precios de bienes primarios y la desaceleración de la economía china tendrán un impacto en la región. Cómo enfrentar el desafío de diversificar las exportaciones a Asia.


 

Destacados expertos internacionales repensaron la relación entre América Latina y el Caribe y China en un contexto de precios de commodities bajos. El seminario “Las relaciones económicas de China con América Latina y el Caribe: una visión prospectiva” (ver agenda) fue el contexto ideal para analizar las diferentes dimensiones de cooperación y cómo fortalecer una relación basada en el comercio más que en ayuda o asistencia financiera.


 

El primer panel fue moderado por Ricardo Rozemberg (UNSAM). Comenzó con la presentación de Guo Jie (Universidad de Peking) que señaló los vínculos comerciales y de inversión entre China y ALC y la desaceleración del PIB y el comercio de ambos en el último tiempo como una vía hacia un crecimiento más sustentable. Destacó, por un lado, el crecimiento de las exportaciones no tradicionales de algunos países de ALC al socio asiático, como productos agroindustriales y alimentos con mayor grado de elaboración. Por otro lado, mostró la diversificación de las inversiones chinas en la región en sectores como el automotor, la agricultura, las energías renovables y el comercio electrónico. En este sentido, destacó que la IED no solo es en búsqueda de recursos naturales sino también en la búsqueda de mercados, de reducción de costos de producción y logística e incrementar la competitividad. Por una parte, mostró la alianza “1+3+6” con ALC, basada en un plan de cooperación 2015-2019, tres motores (comercio, inversión y cooperación financiera) y seis ejes fundamentales, promoviendo la integración entre ambos en: energía y recursos, construcción de infraestructura, agricultura, industria, innovación científica y tecnológica y tecnologías de la información.

Por otra parte, señaló los diferentes préstamos y fondos destinados a la inversión y cooperación con ALC, con el objetivo de apoyar estos programas e iniciativas, especialmente en infraestructura y turismo, donde existen muchas oportunidades.


 

Mauricio Mesquita Moreira (BID-INT) repasó los últimos 15 años de la relación China-ALC, destacando el carácter interindustrial de los flujos comerciales y el impacto diferenciado entre las subregiones: mientras algunos países sudamericanos tienen superávit comercial, los centroamericanos y caribeños tienen déficit. Señaló que la IED llegó a la región hacia fines del boom, concentrada en recursos naturales primero, y hacia infraestructura vinculada a dichos recursos. Mostró el incremento de los préstamos concentrados en el Cono Sur, a cambio de recursos naturales.

El economista del BID planteó que la desaceleración actual se explica por un ajuste cíclico, ya que China continuará demandando grandes cantidades de recursos naturales, lo que es mostrado por el crecimiento del volumen de importaciones de commodities. Hacia el futuro, no se espera un cambio en el patrón de comercio y se requieren respuestas de política comercial por parte de la región para diversificar las exportaciones y negociar el ingreso de productos con mayor grado de elaboración. Hay mucho espacio para negociar en relación con los aranceles a los productos agrícolas en China, mientras que la región ha impuesto barreras a los productos manufacturados chinos. Por otra parte, China otorga preferencias arancelarias en bienes agrícolas y manufacturados a sus vecinos para generar complementación productiva, lo que afecta negativamente las exportaciones de la región. Señaló que no se requiere ayuda por parte de China, sino acceso a mercados para aprovechar las oportunidades de enviar productos más sofisticados (trade, not aid). También mostró la necesidad de entender las barreras sanitarias y fitosanitarias y la aprobación de establecimientos para exportación.

 

Un escenario de comercio mundial en baja


 

El segundo panel, acerca de las relaciones del MERCOSUR con China contó con la presentación de Alejandro Ramos Martínez (BID-INTAL) del Informe MERCOSUR N° 20 (2014-2015). El estudio destaca la asincronía de la recuperación de los niveles de actividad global y la reducción del comercio mundial desde mediados de 2014 por una presión deflacionaria en parte explicada por la apreciación del dólar. El contexto internacional afectó los niveles de actividad y el comercio de los países del MERCOSUR, con excepción de Bolivia. Ramos Martínez puso énfasis en algunos avances modestos en la agenda interna, como las prórrogas en los sistemas de excepciones y del FOCEM por 10 años. A su vez, señaló la moderación de las fricciones comerciales bilaterales, como la prórroga del acuerdo automotor. La agenda externa del MERCOSUR se desarrolló en un marco de parálisis del multilateralismo y de impulso de los mega acuerdos. La negociación MERCOSUR-UE no avanzó significativamente mientras que existe un plan de acción de convergencia MERCOSUR-Alianza del Pacífico. El Informe incluye un capítulo especial sobre los vínculos de los países del bloque con China, destacando la existencia de complementariedades y asimetrías. Mostró por un lado, la política comercial de China, caracterizada por un arancel NMF de 9% en promedio y de 15% en los productos agropecuarios que da espacio para las negociaciones. Por otro lado, señaló las medidas de defensa comercial tomadas por Argentina y Brasil, especialmente en el sector manufacturero. A su vez, destacó el pasaje del diálogo regional (1997-2004) al bilateralismo. Finalmente, remarcó algunos hitos en la relación entre China y los países del MERCOSUR. Concluyó en la necesidad de acuerdos regionales especiales entre ambos, considerando el aprovechamiento de complementariedades y la gobernanza de las asimetrías.


 

Dicha presentación fue seguida por los comentarios de Felix Peña (Fundación ICBC y UNTREF) acerca de la necesaria estrategia de inserción internacional del MERCOSUR. Cuando en 2012 China planteó la posibilidad de hacer un estudio de factibilidad sobre un TLC con el MERCOSUR, no prosperó por el temor a generar “primarización” de las economías del MERCOSUR y el deterioro del sector manufacturero. Sin embargo, destacó que para China cada TLC no refleja un modelo único, sino que se construye en función de equilibrios de intereses respetando las reglas internacionales como el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), con sus ambigüedades constructivas. En este sentido, los acuerdos de China son “trajes a la medida”. Si bien parece una ventaja, en realidad plantea una gran complicación porque requiere tener en claro primero qué se quiere y qué se puede, tanto para el sector público como para el sector privado. Ante la posibilidad de abrir una nueva etapa en la negociación con China, señaló que podría ser que vaya más allá del MERCOSUR. Destacó que China es un país, mientras que ALC son muchos países con poca articulación. Entonces, lo principal es definir cómo hacer la articulación, evitando fórmulas rígidas. En este sentido, se refirió a la convergencia en la diversidad para armar redes de trabajo conjunto entre países del Atlántico y del Pacífico, sin la rigidez de los bloques. Por ejemplo, en la agenda AP-MERCOSUR se podría incluir un TLC con China para capitalizar los acuerdos existentes y agregar temas nuevos como conectividad física con comercio y producción.

Peña concluyó que cuando un país toma una iniciativa, siempre queda la posibilidad de contestarle: los países de la AP y el MERCOSUR podrían impulsar un estudio de factibilidad de un acuerdo de libre comercio sin definir el horizonte temporal.