¿Cuál es la importancia de los últimos avances en las negociaciones agrícolas en la OMC? ¿Cuál puede ser el impacto para la región de un nuevo escenario para el sector después del acuerdo de Nairobi? Especialistas de primer nivel internacional y funcionarios de la región compartieron un taller donde analizaron las perspectivas sectoriales para América Latina y el Caribe.
El Taller regional: El Acuerdo de la OMC sobre Agricultura y las negociaciones agrícolas se llevó a cabo en el INTAL-LAB de Buenos Aires entre el 26 y el 28 de abril, el espacio de co-creación de ideas inspiradoras del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL).
Participaron funcionarios públicos de los Ministerios de Agricultura, Economía y Comercio, y Relaciones Exteriores de trece países latinoamericanos: Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Organizado por el BID/INTAL en asociación con la Secretaría de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y con el apoyo del Ministerio de Agroindustrias de Argentina, el Taller permitió a los funcionarios participantes mejorar su comprensión de las disposiciones actuales del Acuerdo de la OMC sobre la Agricultura, incluyendo las obligaciones en materia de notificaciones, así como de las cuestiones fundamentales que se tratan en las negociaciones agrícolas de la Ronda Doha.
La apertura del Taller estuvo a cargo de Gustavo Beliz, Director del INTAL, quien destacó la importancia que tiene para el INTAL el apoyo y la promoción de actividades de asistencia técnica en temas de actualidad y de gran relevancia para los países de la región como lo son las negociaciones agrícolas. A continuación, Marisa Bircher, Secretaria de Mercados Agroindustriales del Ministerio de Agroindustrias de Argentina, aludió a la activa agenda multilateral que tiene por delante Argentina y a los puntos en común con las agendas de los demás países de la región, fundamentalmente las de sus socios del MERCOSUR.
En representación de la Secretaría de la OMC, Ulla Kask, Consejera en la División de Agricultura, y Marie-Bel Martínez-Hommel, Oficial de Asuntos Económicos en la División de Agricultura, realizaron diversas presentaciones y estuvieron a cargo del dictado del Taller. En primera instancia realizaron una Introducción al Acuerdo sobre Agricultura y a las negociaciones multilaterales en el marco de la OMC. Indicaron que el objetivo del Acuerdo es establecer un sistema de comercio equitativo y orientado al mercado a través de la reducción de la ayuda interna, la eliminación de las subvenciones a las exportaciones y la aplicación de un trato especial y diferenciado. Asimismo, mencionaron que el Artículo 20 del Acuerdo presenta una Agenda “incluida” como continuación del proceso de reformas, no obstante, tras el fracaso de la revisión del documento de modalidades, a partir de la Conferencia Ministerial de Ginebra, en diciembre de 2011, se modificó la estrategia de negociación por una conocida como “early harvest” –cosecha temprana–. Hasta ese momento la norma que imperaba las negociaciones era que “nada estaba acordado hasta que todo estuviera acordado”, sin embargo, a partir de ese entonces la reanudación de las negociaciones tuvo como prioridad avanzar en los puntos de acuerdo.
A continuación, presentaron las reglas y compromisos vigentes para los tres pilares de la Agricultura: el Acceso a los mercados, la Ayuda interna y la Competencia de las exportaciones, así como los resultados de la Decisión Ministerial de Bali referidos a contingentes arancelarios, servicios generales y seguridad alimentaria, y los de la última Conferencia Ministerial de Nairobi.
Por último, se discutieron los temas que actualmente están en negociación. Al respecto, destacaron que el principal desafío que enfrentan las negociaciones es encontrar una vía común para seguir negociando, considerando que mientras algunos países quieren concluir la Ronda de Doha en base al Mandato acordado, otros prefieren negociar sobre bases diferentes porque argumentan que el mundo ha cambiado mucho y las políticas domésticas de cada país también. Entre algunos aspectos más específicos, indicaron que no está claro si las medidas de Salvaguardia Especial (SGE) serán o no suprimidas como resultado de las negociaciones, así como tampoco es claro si la fórmula estratificada que está en el texto de modalidades (2008) se mantendrá o si será modificada.
Gustavo Idígoras, Director del Centro de Estudios Agroalimentarios de la Universidad de Lomas de Zamora, realizó una exposición acerca de las oportunidades para relanzar las negociaciones económicas internacionales del MERCOSUR, planteando una agenda “agresiva” de relacionamiento externo que promueva acceso efectivo a mercados de interés para la agroindustria del bloque regional. Indicó que en un contexto internacional en el cual los países promueven múltiples negociaciones económicas con bloques y grupos de países en distintas partes del mundo, con más de 60 negociaciones comerciales abiertas en la actualidad, el MERCOSUR se mantiene al margen al no participar de ninguna de ellas. Asimismo, el MERCOSUR tampoco forma parte de los denominados Mega Acuerdos que se encuentran en etapas avanzadas de negociación, como es el caso del Acuerdo Transpacífico de Asociación (TPP).
Resaltó que la primera prioridad de la nueva agenda internacional del MERCOSUR debiera ser redoblar los esfuerzos por concretar un acuerdo comercial con la UE. A tal efecto, destacó que la iniciativa negociadora la debe tener el MERCOSUR. Al mismo tiempo, indicó como razonable iniciar contactos para establecer bases de negociaciones comerciales con mercados como Japón, Estados Unidos, China y Rusia.
En cuanto a los mercados no tradicionales, Idígoras visualiza la conveniencia de iniciar conversaciones formales con los países del MAGREB, de la SACU, la Alianza del Pacífico y los países del Consejo de Cooperación del Golfo, dado que son mercados con tasas elevadas de crecimiento de importaciones, poca capacidad de generar autoabastecimiento y baja competitividad industrial en términos relativos.
Finalmente, el experto destacó que los mercados identificados como prioritarios revisten oportunidades comerciales que tienen impactos favorables en materia de generación de puestos de trabajo, ingreso de divisas e inversiones, y no presentarían riesgos reales de desplazamientos de producción local por productos importados.
César Falconi, especialista principal de Agricultura de la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Administración de Riesgos por Desastres del BID, presentó a través de videoconferencia el enfoque regional de la seguridad alimentaria. Destacó cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: la disponibilidad de alimentos, la capacidad de adquirir alimentos, la utilización de los alimentos (contar con alimentos nutritivos e inocuos) y la estabilidad de los alimentos referida a la vulnerabilidad de los hogares a los riesgos asociados.
En su visión, América Latina y el Caribe es una región comparativamente segura alimentariamente, sin embargo, la situación es heterogénea dentro de la región, con algunos países que tienen seguridad alimentaria similar a la de algunos países africanos, conformando un 9% de la población regional en situación de hambre.
Destacó los principales desafíos que enfrenta la región en materia de seguridad alimentaria. El primero de ellos consiste en mantener la disponibilidad de alimentos, dada la baja productividad, las políticas comerciales que pueden afectar a los consumidores, los elevados costos de logística y la pérdida de alimentos. El segundo desafío corresponde a la limitada capacidad de los pobres de adquirir alimentos. Para ello, planteó la necesidad de avanzar en programas de fomento de la producción y en programas de protección social. El tercer desafío que destacó es la limitada calidad de los alimentos que se consumen. Al respecto, resaltó la necesidad de programas que promuevan el uso y acceso al agua potable, programas que promuevan la inocuidad de los alimentos y programas contra la obesidad.
Por último, mencionó que la meta de promoción de la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe requiere un marco multisectorial, es decir, estrategias coordinadas entre instituciones privadas y públicas, y un sistema de monitoreo y evaluación de las intervenciones de seguridad alimentaria.
Paolo De Salvo, especialista en Desarrollo Rural de la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Administración de Riesgos por Desastres del BID, presentó la Plataforma “Agrimonitor” desarrollada por el BID en 2014. Agrimonitor es una base de datos a nivel de país que permite acceder en forma libre y gratuita a información de los países de América Latina y el Caribe. Permite realizar un seguimiento de las políticas agrícolas, así como evaluar y medir la composición de la ayuda a la agricultura, a través de indicadores relacionados con la magnitud y composición de la ayuda.
Agrimonitor sigue el marco de la OCDE con el fin de permitir la comparación entre países, basándose en la interacción oferta-demanda entre los agricultores, los consumidores y los contribuyentes, con el fin de medir los incentivos (desincentivos) o transferencias de apoyo para el sector agrícola y evaluar sus factores subyacentes. La estructura de la estimación de la ayuda de la OCDE se puede dividir en tres categorías principales: el apoyo a través de los precios de mercado (MPS), el apoyo al productor (PSE) y el apoyo a través de Servicios Generales (GSSE).
La última exposición del Taller le correspondió a Maximiliano Moreno, Director de Negociaciones Multilaterales del Ministerio de Agroindustrias de Argentina, quien presentó los resultados de la Conferencia Ministerial de Nairobi desde la visión de Argentina. Sostuvo que Argentina se vería beneficiada por la eliminación de las subvenciones a las exportaciones al no tener que competir en mercados externos con productos subsidiados, sin embargo, no debería modificar su política al respecto ya que las subvenciones prohibidas ya habían ido reduciéndose en los últimos 15 años, llegando a ser casi nulas tanto para Estados Unidos como para la Unión Europea. Resaltó que la eliminación de las subvenciones a las exportaciones es una reparación histórica al sector agrícola que, no obstante ello, aún se encuentra fuertemente distorsionado.
Moreno señaló la importancia de aprovechar la coyuntura actual, post-Nairobi, para consolidar un bajo nivel aplicado de la caja ámbar.
Finalmente, el experto destacó también que tras Nairobi, la agenda agrícola consiste en reafirmar o no el trabajo de la Ronda de Doha y en continuar avanzando en los dos pilares restantes de la Agricultura, el acceso a los mercados y la ayuda interna.
El INTAL y el Desarrollo de Capacidades para la Integración
El apoyo a la cooperación y a la integración regional y global es una de las prioridades estratégicas del BID y, es por ello que, desde su noveno aumento de capital ordinario aprobado por los países miembros en el año 2012, ha decidido incrementar su apoyo a este objetivo.
En este sentido, la inversión en integración global y regional abarca las siguientes áreas: implementación de acuerdos regionales; promoción de exportaciones y atracción de inversiones; facilitación y seguridad en el comercio; infraestructura económica; fortalecimiento institucional; bienes públicos regionales y desarrollo de capacidades.
En este sentido, el Banco promueve el desarrollo de capacidades y ha sido incluido como uno de los instrumentos no financieros en la Estrategia de Integración del BID, que tiene por objetivo incrementar la competitividad global y la integración de América Latina y el Caribe.
En este contexto y, apoyándose en su sólida trayectoria como proveedor de bienes de conocimiento para la región, el INTAL viene uniendo sus esfuerzos con OMC desde hace casi veinte años, en la implementación de un Programa conjunto de asistencia técnica para negociadores comerciales de América Latina y el Caribe.
El consecuente fortalecimiento institucional resultante de este Programa de capacitación, permite que los países se encuentren mejor preparados a la hora de formar parte de iniciativas modernas de integración; de negociar e implementar efectivamente acuerdos de comercio e inversión a nivel multilateral, regional y bilateral y; de afrontar los desafíos de la nueva agenda de integración regional y global.