Publicado por CONNECTAMERICAS
Algunas sociedades primitivas utilizaban conchas o perlas como monedas, y en la Mesopotamia y Egipto las barras de oro servían de monedas, pero había que pesarlas cada vez que se producía un intercambio.
El desarrollo de las monedas de metales, hecho que según estimaciones probablemente se produjo entre los años 700 y 500 A.C., estandarizó el concepto del valor y simplificó mucho el comercio. Ya fue posible contar las monedas en lugar de pesarlas, lo cual facilitó las transacciones.
A medida que se comenzaron a fabricar las monedas de oro y plata alrededor del año 500 A.C., el comercio entre los países se hizo posible, ya que estos metales preciosos tenían un valor estandarizado en todos lados. Esto permitió que los países con un superávit de ciertos bienes vendieran éstos a otras naciones que los necesitaban.
Mientras los fundamentos del comercio no han cambiado desde los tiempos prehistóricos, durante el último siglo se ha producido una gran transformación. En un momento, todo negocio era una pequeña empresa, en la que los comerciantes vendían artículos a los residentes locales o a otros negocios (por ejemplo, una tienda de ramos generales en un pueblo pequeño en los primeros años del siglo XX). Pero el surgimiento de las grandes corporaciones llevó al establecimiento de las cadenas de tiendas y los grandes almacenes.
En 1980 nacieron las “supertiendas” – tales como Barnes & Noble o la siempre temida Wal-Mart- Las tiendas minoristas más pequeñas temblaban con la noticia de que una de estas supertiendas se instalaría en el pueblo. Con sus masivas economías de escala y precios bajos, las supertiendas o hipermercados obligaron a muchas tiendas más pequeñas a cerrar sus puertas.
Pero durante 1990, el péndulo comenzó a oscilar de vuelta a favor de las pequeñas minoristas, a medida que el surgimiento del comercio en línea empezaba a nivelar el campo de juego. Los fundamentos del comercio en línea se establecieron en 1960 con el desarrollo del protocolo “Intercambio de Datos Electrónicos” (“EDI” de su sigla en inglés), lo cual posibilitó la transferencia de datos de forma digital desde una computadora a otra. Pero preocupaciones de seguridad impidieron la adopción de esta herramienta para uso general en las empresas hasta 1994, cuando Netscape desarrolló la encriptación “Capas de Enchufes Seguras”, llamada “SSL” por su sigla en inglés. Al mismo tiempo, surgieron los primeros servicios de terceros para el procesamiento en línea de las tarjetas de crédito, y VeriSign desarrolló los primeros certificados de identidad digitales para verificar una empresa en la red.
A mediados de 1990, Amazon y eBay cambiaron la cara del comercio electrónico en los Estados Unidos. La capacidad de buscar libros a base a distintos criterios, de recibir recomendaciones personalizadas y de dejar críticas de las compras ayudó a la popularización de Amazon entre los consumidores. Mientras tanto, eBay dio a las personas la posibilidad de abrir sus propias tiendas en línea de manera sencilla y segura.
El colapso de la burbuja digital o de las “punto.com” en el 2000 disminuyó el entusiasmo por el comercio en línea durante un tiempo. Sitios como Pets.com habían apostado demasiado al deseo de comprar todo en línea. Pero el mundo del comercio nunca volvería a ser lo que era antes. En 2004, se formó el Consejo de Normas de Seguridad para las Tarjetas de Pago (“PCI” por su sigla en inglés) para asegurar que los negocios en línea cumplieran con los requerimientos de seguridad para las transacciones financieras. Esta seguridad adicional ayudó a hacer más atractivo comprar en línea incluso para los que anteriormente le temían.
Según datos de BI Intelligence, un 40% de los hombres entre 18 y 34 años de edad dicen que idealmente les gustaría comprar todo en línea. Mientras los jóvenes se cuentan entre los compradores en línea más activos, hoy en día las mujeres, los llamados Baby Boomers, e incluso personas de mayor edad son activos compradores en línea. La nueva generación de millennials, nacida entre los años ’80 y ’90, es la que gasta la mayor cantidad en línea, tanto en dólares (un promedio de US$ 2.000 al año), como en términos del porcentaje de sus ingresos (9%). A medida que esta generación joven envejezca, su familiaridad con el comercio en línea le dará forma al futuro del comercio.
En 2011, en EE.UU., las ventas de los comerciantes que operan exclusivamente en línea, o “e-retailers”, superaron por primera vez las ventas de las cadenas tradicionales con tiendas físicas, según un reporte de comScore. Esta brecha siguió profundizándose con las ventas de los e-retailers aumentando mucho más rápidamente que los sitios web de las tiendas tradicionales. Se espera que las ventas del comercio en línea alcancen más de US$ 400 mil millones durante los próximos años: Forrester Research proyecta ventas de US$ 414 mil millones y eMarketer estima ventas de unos US$ 491,5 mil millones.
Sin embargo, una nueva contra-tendencia ya empieza a ocurrir en la que los vendedores web comienzan a lanzar tiendas físicas para satisfacer el deseo de los consumidores de ver, probar y tocar los artículos antes de comprarlos. NastyGal, Warby Parker y Bonobos se cuentan entre los vendedores online que han logrado la incorporación del comercio físico a su modelo de negocio. De hecho, un estudio de Accenture en 2013 indicaba que un 65% de los compradores en línea planificaban primero investigar los productos en línea y luego ir a una tienda física para comprarlos. El deseo de evitar los costos del envío (47%) y de poder tocar los productos (46%) son las razones más comunes de los consumidores para comprar en una tienda física. Por supuesto, existe también la tendencia contraria. Muchos consumidores visitan las tiendas físicas para tocar y examinar los productos, y luego buscan los mejores precios en línea.
El mayor cambio que se esta dando hoy en día es el comercio on line con dispositivos móviles. Según comScore, en 2014 se produjo un punto de inflexión, y la mayoría de las interacciones con los sitios web del comercio minorista ahora ocurre en los equipos móviles. Esto no significa que la mayoría de los clientes ya están comprando a través de los equipos móviles – todavía – pero sí indica que están investigando, buscando y comparando precios desde el móvil.
Estas tendencias hacen necesaria una optimización de todos los canales de acceso que tienen las empresas para sus clientes.