En el marco del XIII Congreso Nacional de Ciencia Política, que tuvo lugar entre los días 2 y 5 de septiembre en la Universidad Torcuato Di Tella y fue organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), los especialistas del INTAL-BID presentaron algunas de las líneas de trabajo que desarrolla la institución, entre las que se destacan la investigación sobre los jóvenes Millennial en la Argentina, la reciente publicación de la revista Robot-lución y la experiencia de IIRSA-Cosiplan en la gestión de proyectos de integración física de América Latina.
“Desde el Intal-BID estamos trabajando desde hace muchos años sobre la vinculación entre cambio tecnológico, integración regional y comercio”, dijo Gustavo Beliz, Director de la entidad. “Integración 4.0 es un término en el que venimos profundizando; tiene que ver con la irrupción de un concepto híbrido de la integración que está asociado a una mixtura de elementos de información tecnológica y de producción, pero que no es sólo tangible, sino que está muy vinculada al flujo de datos y a los nuevos modos de fabricación y de generación de valor en la economía del conocimiento.”
En tal sentido, “la publicación Robot-lución busca analizar en detalle la irrupción de los robots y de la automatización en gran escala, y cómo impacta en la clásica agenda de integración regional de América Latina -explicó Beliz-. Para eso convocamos a más de 40 expertos mundiales de distintos centros de investigación y universidades, como Harvard, MIT, Oxford, McKinsey, y también de América Latina.”
Algunas preguntas que guiaron la elaboración de la publicación fueron: cómo repercute la automatización exponencial en la inserción comercial y en la diversificación productiva de América Latina; cómo la robotización va a destruir, desplazar o crear nuevos empleos sustentables; qué habilidades se van a requerir en el futuro para dar cuenta del concepto de co-botización (convivencia de los robots con los trabajadores reconvertidos); cómo actualizar la agenda de negociaciones comerciales a la nueva realidad tecnológica, y cuál es la percepción y la mirada de los latinoamericanos sobre estos temas.
La geografía y expansión de los robots industriales también se abordaron en los artículos de Robot-lución. Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo publicado en la revista, en el mundo, cinco países concentran el 75% de robots en los procesos de producción, y son países con muy bajas tasas de desempleo: Corea, Japón, Alemania, Singapur y Suecia. “La Argentina y el resto de los países de menores niveles de ingresos, por su parte, tienen una baja densidad de presencia de automatización”, afirmó Beliz. En los países con mayor densidad de automatización, “la proporción es de 2 robots por cada 100 obreros industriales; pero en la Argentina la proporción es de 2 robots por cada 1.000 obreros industriales, lo que indica un bajo nivel de automatización.”
“Además, América Latina tiene altos niveles de informalidad, con una elevada presencia de cuentapropismo y microempresas -el 50% de las empresas tiene menos de 10 empleados o son unipersonales-; eso también influye en la baja densidad de robots en el tejido productivo de nuestra región”, continuó el Director del INTAL-BID.
Entre los artículos de Robot-lución también se destaca la experiencia de China, que encabeza el empleo de robots a nivel global y que lanzó ambicioso un plan nacional a cinco años para convertirse en el principal productor de esta tecnología en el mundo. La revista además incluye casos en América Latina, como el de las investigaciones de la Universidad de San Juan en Argentina, orientadas a desarrollar una “agricultura de precisión” y el de la empresa Baumax, en Chile, que se especializa en aplicar impresión 3D para fabricar casas con altos niveles de productividad.
Otro artículo de Robot-lución aborda los problemas para medir la automatización futura del trabajo en la región. “Hay una necesidad de afinar las métricas”, sostuvo Beliz. Y agregó que “existen diferencias sustantivas en la medición de este fenómeno”. De hecho, las estimaciones de los distintos estudios sobre el riesgo de que el trabajo en la región sea reemplazado por robots registran amplias variaciones: del 60% o 70% al 5% o 10%, de acuerdo con la metodología que aplique. “Lo concreto es que el 60% de las ocupaciones que se realizan actualmente son automatizables en un 30% de sus tareas; es decir, no hay que considerar las ocupaciones en su globalidad, sino desagregarlas en las diferentes tareas que implican.”
El caso de Uruguay y la Argentina también ocupa un lugar destacado en la publicación. En esos países, “la probabilidad de automatización afecta más a los hombres, a la gente de más edad y que tiene menor nivel educativo. Y los jóvenes que hoy se incorporan al mercado laboral lo hacen en ocupaciones que tienen alto riesgo de ser automatizadas”, describió Beliz. Por último, destacó el artículo sobre Internet de las Cosas (IoT), una tecnología que reduce en un 15% el costo de almacenamiento y mejora en un 30% del tiempo de respuesta al cliente. “En 2020 habrá 20.000 millones de aparatos conectados. IoT permite una optimización de integración intangible y más transparencia en todos los procesos”, sostuvo.
Luego expuso Ana Basco, especialista en Integración y Comercio del INTAL-BID, quien se refirió a las principales conclusiones de la investigación Compás Millennial -realizada junto con la consultora Voices! sobre una muestra representativa de 600 jóvenes de todo el país- que releva los hábitos de consumo tecnológico, el nivel educativo, el empleo, la visión sobre los procesos de integración regional, los valores y las expectativas de esa generación (nacidos entre 1980 y 2000) en la Argentina.
“En general se describe a los Millennials como un grupo homogéneo, con rasgos estandarizados. Se dice que son flexibles y que evitan el contacto cara a cara. ¿Por que los quisimos estudiar desde el INTAL? Porque hoy son el 28% de la población y, cuando salen a buscar trabajo, irrumpe el cambio tecnológico y la innovación. Estos son los desafíos que enfrentan los jóvenes en cualquier parte del mundo, pero en nuestros países tienen retos adicionales: viven en la región más desigual del mundo, América latina, y la Argentina tiene sus exportaciones muy concentradas en materias primas y actividades que no son mano de obra intensivas”, reflexionó Basco. En ese sentido, “también nos preguntamos si entre los Millennials hay brechas de género y si existen diferencias por nivel socioeconómico”.
“En materia de integración, América Latina es la región hacia la cual los jóvenes tienen la visión más positiva (54% de los casos), por encima de Europa, China, Estados Unidos y Rusia”, describió Basco. Esta visión se mantuvo cuando se les preguntó a los jóvenes con qué región preferían que el país se integrase comercialmente; en este caso, América Latina cosechó el 64% de los votos, seguida también por Europa, China, Estados Unidos y Rusia. “A pesar de estos apoyos a la integración, los jóvenes ponen algunos reparos y limites sociales. Por ejemplo, el 38% está de acuerdo con la apertura la inmigración siempre que haya trabajo disponible”, advirtió Basco.
En cuanto al uso de tecnología, si bien el 93% de los jóvenes tiene celular con acceso a Internet, el 54% no la emplea en su trabajo diario. La tecnología -en particular Internet, telefonía móvil y redes sociales- está fuertemente internalizada en los jóvenes de todos los segmentos socioeconómicos, que la usan principalmente como una herramienta de entretenimiento y socialización. “Pero su aplicación es menor en el ámbito laboral, la capacitación, el acceso a información y en el uso de e-commerce y de plataformas colaborativas, con excepción de los jóvenes de nivel socioeconómico alto”, sostuvo Basco. Los Millennial “dedican más de cuatro horas por día a chatear por celular y tres horas a navegar por la Red. Más del 90% se conecta a las redes sociales, y usan Internet principalmente para esparcimiento y socialización.”
“Los jóvenes, además, tienen una visión cautelosa y mesurada frente al cambio exponencial”, que incluye la posibilidad de tranportarse en un vehículo sin conductor, ser operados por un médico a distancia o por un robot, o comer carne creada artificialmente. En este sentido, por ejemplo, sólo 25% está dispuesto a adoptar las nuevas tecnologías.
En línea con esta visión, sólo el 25% de los jóvenes encuestados ha recurrido a alguna plataforma de e-commerce para comprar y vender productos. Lideran esta tendencia los hombres de nivel socioeconómico alto y los residentes en la Ciudad de Buenos Aires (que representan el 40% de quienes realizan esta actividad). En segundo término, se ubican quienes residen en el Gran Buenos Aires (25%) y, en tercer lugar, los que viven en el Interior del país (14,8%). En cuanto a las nuevas formas de consumo colaborativo, sólo un 10% está dispuesto a cambiar sus hábitos de consumo, comprando menos y alquilando más (por ejemplo, alquilar la ropa o un auto, en lugar de comprarlos).
Los Millennial también desconfían de las instituciones. “Las entidades que reciben mayor confianza son las ONG, en un 41% de los casos. El mayor nivel de desconfianza, en cambio, es hacia las instituciones políticas, con el 65%”, remarcó.
Pese a todo, “los jóvenes ven un futuro brillante, promisorio”, concluyó la especialista del INTAL-BID. Los encuestados tienen una visión optimista sobre su futuro personal: 7 de cada 10 creen que gozarán de una mejor vida que sus padres. “A pesar de que admiten que la tecnología y la robótica pueden reemplazar puestos de trabajo, los jóvenes tienen altos niveles de optimismo, autoestima y confianza personal. Creen que el mañana será mejor.”
Durante el Congreso, Alejandra Radl e Ignacio Estévez, especialistas en Integración y Comercio del INTAL-BID, describieron las principales experiencias del Instituto en cuanto a integración regional e infraestructura física, con particular hincapié en la cartera de Proyectos de Integración de América del Sur que gestiona IIRSA. También, presentaron la plataforma tecnológica desarrollada por el INTAL, empleada por los países para brindar información sobre esas iniciativas y promover así la transparencia en el avance de esas obras.
“Desde el año 2000 los países están trabajando juntos para integrarse a través de la infraestructura. La reunión de presidentes suramericanos creó la Iniciativa IIRSA que dio inicio a este trabajo. Su objetivo era la planificación y la implementación de las obras de infraestructura clave para que la región esté conectada”, dijo Radl. “Esta iniciativa fue realmente innovadora porque por primera vez los doce países de América del Sur, incluidos Guyana y Suriname, se sentaron en la misma mesa para hablar de infraestructura; y por primera vez se toman en cuenta, al mismo tiempo, los sectores de transporte, energía y comunicaciones.”
En 2008, los presidentes crearon UNASUR y, en 2010, el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), del cual IIRSA es su foro técnico. “Durante los últimos quince años, los funcionarios de planificación y obras públicas, y muchas otras áreas de Gobierno, han venido planificando la infraestructura de sus países mirando más allá de sus fronteras, considerando a América del Sur como un territorio único, e incorporando los aspectos económicos, sociales y ambientales. Para ello, los países organizaron el territorio en ejes de integración y desarrollo.”
La cartera del COSIPLAN está conformada por 562 proyectos de energía, comunicaciones y transporte, que representan una inversión estimada de US$ 205.000 millones. Mientras que los 416 proyectos activos que están en desarrollo requieren US$ 157.000 para ser concluidos, los 146 que ya finalizaron demandaron más de US$ 47.000 millones de inversión. Casi el 40% de las obras son financiadas con fondos del estado nacional de los distintos países, “lo que demuestra el compromiso con el avance de la integración física regional”, expresó Radl.
Según los especialistas, “cada vez es más necesario poner en marcha mecanismos para asegurar la transparencia de la información, la participación ciudadana y la colaboración activa; estos tres elementos les dan poder a las personas para controlar las acciones de sus representantes y saber qué se está haciendo con los recursos públicos”. Y agregaron: “Gobierno abierto, leyes de información pública y rendición de cuentas, y el uso de nuevas tecnologías, son algunas herramientas que los países de la región están usando para prevenir la corrupción y fomentar el involucramiento de la sociedad.”
Con este objetivo, el INTAL desarrolló el Sistema de Información de Proyectos (SIP), una herramienta que contiene datos oficiales y de calidad sobre los proyectos de integración que conforman la cartera del COSIPLAN, integrados una plataforma en línea y de libre acceso en Internet. “Esta información la actualizan directamente los funcionarios de los países suramericanos y en cada una de las fichas de los proyectos están todos sus datos para poder contactarlos y ampliar el conocimiento sobre esas obras.”
Según el SIP, la Argentina identificó 162 proyectos de integración en la cartera del COSIPLAN, por un valor superior a US$ 67.000 millones, de los cuales 56 están en ejecución y 28 ya concluyeron. El SIP también permite conocer cómo se distribuyen esos proyectos por subsector: carreteras, trenes, generación e interconexión energética y pasos de frontera. De acuerdo con el sistema, Bolivia y Paraguay, únicos países mediterráneos de la región, “son los que mayor inversión tienen previsto realizar en proyectos de integración física respecto de su PBI. En el otro extremo se encuentran Colombia y Venezuela”.
“La decisión de desarrollar y poner a disposición del público este sistema fue fundamental para dar transparencia al trabajo que se venía realizando y que era conocido por pocos -comentaron Radl y Estévez-. Recibimos llamados y consultas de muchísima gente que se interesó por entender mejor cuáles eran los proyectos que iban a conectar a América del Sur. Algunos de ellos son académicos de distintas universidades del mundo que investigan sobre integración; periodistas de medios especializados; ONGs dedicadas a la protección del medio ambiente y la participación social, o funcionarios de gobiernos locales.”