“Servinomics”: la economía de los servicios
Cuatro décadas atrás, una estrategia para diversificar o agregar valor a las exportaciones basada en la incorporación de servicios hubiese sido considerada, por lo menos, descabellada. No solo la mayoría de los servicios eran difícilmente transables, sino que el sector era considerado sinónimo de baja productividad y poca innovación (López, Niembro, Ramos, 2012).
Pero el mundo cambió radicalmente en los últimos años: nuevos paradigmas de producción y comercio acompañados por una revolución tecnológica sin precedentes colocaron a los servicios en un rol central de la economía global. Este fenómeno conocido como “servinomics” es, en términos generales, la transición de los sistemas manufactureros a modelos de negocios basados en servicios en los que las empresas buscan aumentar su competitividad complementando, o incluso sustituyendo, la producción de bienes (Gayá, 2017).
Esta integración de los servicios a la actividad manufacturera, que implica tanto la “servitización” (o “servificación”) de bienes como la industrialización de los servicios, es uno de los ocho factores que explican el crecimiento exponencial del sector (Figura 1) (Aboal, Crespi y Rubalcaba, 2015).
Figura 1. La expansión de los servicios: factores explicativos
Estos determinantes no son compartimentos estancos, sino que, por el contrario, están fuertemente relacionados entre sí. Los cambios en la productividad de algunos sectores, en los ingresos y en el capital humano, así como aquellos relacionados con los métodos productivos que derivan de modificaciones organizacionales, institucionales e incluso sociales, explican tanto la aparición de nuevos productos compuestos por bienes y servicios, como el nuevo rol de los servicios en la agregación de valor a los productos. De esta forma los bienes y servicios están cada vez más integrados. Uno de los ejemplos más difundido es el de los vehículos, en el que la venta del producto es acompañada por servicios como mantenimiento, financiación, seguros, logística, entre otros, que forman una oferta conjunta (joint-offer); pero además el vehículo cuenta con un software, un servicio, que le agrega valor al bien. Es decir que se combinan elementos tangibles con intangibles. Las firmas, generalmente, “servitizan” sus bienes con diferentes objetivos como por ejemplo ser más competitivos, diferenciarse de los competidores, estimular la fidelidad de sus consumidores, incrementar sus beneficios, reducir la vulnerabilidad a las fluctuaciones económicas, obtener mayores precios, ampliar el acceso a mercados, entre otros.
Además, la globalización del comercio y los avances en las TIC han hecho transables servicios que antes no lo eran, o al menos no lo eran de manera simple. Algunos de estos son salud, educación, contabilidad, administración, publicidad, investigación, desarrollo y diseño (Cuadro 1). Simultáneamente, aquellos servicios que ya se comerciaban internacionalmente como los financieros, construcción o ingeniería, han ampliado su participación en los flujos globales. Y, por último, la canasta de servicios transables se ha extendido por la aparición de nuevos servicios relacionados con la tecnología, como el software o la informática (López, Niembro y Ramos, 2012).
Cuadro 1. Sectores exportadores de servicios
El crecimiento de estos servicios en el comercio internacional ha sido consecuencia de la conjunción de estos factores y los cambios organizacionales de las empresas. La descentralización de la producción por parte de las firmas trasnacionales en la búsqueda de menores costos y mejores recursos, ha dado lugar a la creación de cadenas globales de valor (CGV) en las que los servicios tienen un papel central en la generación de valor agregado. Esto ocurre porque la apropiación del valor agregado es alta en las etapas iniciales de producción dedicadas al diseño, luego baja en la fase de manufactura, y alta nuevamente en la etapa final de distribución. Según Fontagné y Harrison (2017), este fenómeno conocido como “smile curve economics” muestra una tendencia a la profundización.
Uno de los ejemplos de empresas que aprovechan los beneficios de la fragmentación de la producción y de la “servitización” de los bienes es Apple. Por un lado, las fases de investigación y diseño se encuentran en Estados Unidos, mientras que la fabricación se realiza en diferentes países asiáticos, y la distribución vuelve a estar en manos, principalmente, de Apple a través de sus Apple Stores, donde además ofrece servicios de asistencia al cliente. Y, por otro lado, la firma dejó de enfocar la estrategia del negocio en los productos, para fijar la atención en los servicios asociados a esos productos. El caso más conocido es el fuerte crecimiento en la cuota de mercado experimentado por el iPod a partir de que Apple creó iTunes (Crozet y Milet, 2015). Otros ejemplos de empresas tradicionalmente manufactureras que han incorporado servicios son Rolls Royce, IBM, British Petroleum, Shell.
¿Es posible la “servitización” en América Latina y el Caribe?
En este contexto surge una oportunidad para los países en desarrollo en general, y para América Latina y el Caribe (ALC) en particular. En ciertos sectores la región puede ofrecer mano de obra calificada y a menor costo que en las economías más avanzadas. Como contrapartida, ALC podría generar empleo y divisas, variables macroeconómicas clave en el marco de la vulnerabilidad externa de la región; así como provocar derrames de conocimiento sobre el resto de la economía. La generación y la explotación del conocimiento juega un rol central en la creación de riqueza y valor agregado (Gayá, 2017).
Sin embargo, no todas las actividades vinculadas a los servicios tienen el mismo impacto sobre la economía. La calidad y sustentabilidad de la inserción depende de la mayor o menor complejidad tecnológica de los eslabonamientos. Cuanto más complejos son los servicios que se proveen, más difícil resulta que haya competencia de otros países. Los servicios más simples resultan más fáciles de mudar en función de los costos. Ejemplos de estos son la tercerización de procesos de negocios (BPO, Business Process Outsourcing) o la tercerización de servicios de tecnología de la información (ITO, Information Technology Outsourcing). En cambio, la tercerización de procesos de conocimiento (KPO, Knowledge Process Outsourcing) o la investigación y desarrollo (I+D) no son tareas rutinarias o estandarizadas, emplean personal de mayor calificación, generan mayores transferencias de conocimientos, y, por lo tanto, mayores derrames o eslabonamientos con el resto de la economía. Además, el primer conjunto de servicios forma parte las CGV de las empresas transnacionales, y por lo tanto resulta difícil que las firmas locales puedan insertarse dentro de ellas. En estos casos la inserción de las economías en estas cadenas se lograría a través de inversión extranjera directa (IED), es decir mediante la instalación de la firma, o bien una subsidiaria, en el país receptor. Por el contrario, en el segundo grupo de actividades las posibilidades de una inserción de las empresas locales -a través de ventas directas o indirectas- de mayor calidad y de largo plazo son mayores, aunque notablemente más complejas. En general, estas estrategias implican el desarrollo de un producto de calidad y/o innovador, la posesión de un activo estratégico o el desarrollo de alianzas estratégicas.
A pesar de las diferencias en las estrategias de inserción, las políticas públicas sugeridas para fomentar el desarrollo de ambos tipos de actividades son similares. Estas políticas de promoción son una extensión de las herramientas originalmente usadas para impulsar el comercio de manufacturas (Figura 2).
Figura 2. Políticas públicas para la promoción de los servicios
En particular con respecto a la capacitación, es importante destacar diferentes aspectos de la política general de educación. Además de buscar aumentar los conocimientos informáticos, sobre TIC e idiomas, esta también debe considerar la calidad de esa educación. Gayá (2017) propone planes de corto, mediano y largo plazo, que impliquen capacitación concreta de períodos breves en el primer caso; nuevas estructuras de aprendizaje (readecuar programas universitarios, nuevas líneas de especialización) en el segundo; y una reestructuración del sistema educativo nacional (incorporación de contenidos sobre ciencias y matemáticas, lógica, informática, idiomas, desde temprana edad) en el tercero, así como su actualización constante.
Y en cuanto a la infraestructura, es relevante la utilización del concepto de cluster, no solo por las ventajas implícitas en el fenómeno de aglomeración de empresas, sino también para nuclear organismos públicos vinculados con la innovación productiva, centros de investigación y formación especializados, y universidades. Asimismo, se podrían aprovechar recursos compartidos, como laboratorios; y el ambiente podría transformarse en incubadora de nuevos proyectos.
Todo esto sin dejar de considerar, además, la necesidad de un contexto político estable, un entorno macroeconómico amigable y ambiente de negocios previsible.
Si se quiere enfocar en las actividades identificadas como más complejas, entonces se debería dirigir estos incentivos a la inversión en I+D e innovación. Además, resulta crucial que los mecanismos de promoción no sean instrumentos aislados, sino que formen parte de una estrategia de desarrollo integral de mediano largo plazo que incluya la incorporación de infraestructura tecnológica, la creación de un sistema nacional de innovación, así como la adecuación de la política educativa; considerando siempre las virtudes y deficiencias de la economía local para la elaboración del programa (López, Niembro y Ramos, 2012).
Este tipo de actividades se puede fomentar también a través del desarrollo de exportaciones indirectas, es decir la inclusión de los servicios en otros bienes o servicios que se vendan en el exterior. Con este fin se debe promover articulación entre proveedores de servicios y otras cadenas productivas en sectores que ya sean exportadores, o tengan el potencial de serlo.
Frente a este novedoso escenario de “servitización”, América Latina y el Caribe cuenta con diferentes alternativas para diversificar y agregar valor a sus exportaciones. Por un lado, mediante la participación en diferentes fases de las CGV de empresas multinacionales, a través de la provisión de servicios del tipo BPO o ITO. Sin embargo, esta inserción tiene sus limitaciones en términos de generación de eslabonamientos y derrames, así como mayor vulnerabilidad a la competencia externa. Por otro lado, actividades de KPO o servicios de I+D superarían estas restricciones y se complementarían con los sectores tradicionales. La incorporación de servicios en otros bienes o servicios que se exporten ayudaría a las empresas de América Latina y el Caribe a ser más competitivas, a diferenciar sus productos –altamente concentrados en productos primarios con bajos niveles de diferenciación–, y a reducir la vulnerabilidad de sus exportaciones, así como también a obtener mayores precios y ampliar el acceso a mercados.
Bibliografía:
Aboal, D., Crespi, G. y Rubalcaba, L. 2015. La innovación y la nueva economía de servicios en América Latina y el Caribe. Retos e implicaciones de política. BID, IDRC y CINVE.
Crozet, M. y Milet, E. 2015. Should everybody be in services? The effect of servitization on manufacturing firm performance. Geneva School of Economics and Management, Université of Genève.
Fontagné, L. y Harrison, A. 2017. The factory-free economy: outsourcing, servitization and the future of industry. National Bureau of Economic Research.
Gayá, R. 2017. Strengthening knowledge based services in Argentina. Revista de Administração Mackenzie, vol.18 no.6 São Paulo, Nov./Dec.
López, A. y Ramos, D. 2013. ¿Pueden los servicios intensivos en conocimiento ser un nuevo motor de crecimiento en América Latina?. Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad, vol. 8 no. 24 Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
López, A., Niembro, A. y Ramos, D. 2017. Las exportaciones de servicios en América Latina: Factores de competitividad, obstáculos y políticas públicas. TEC Empresarial, Vol. 11, Num. 1.
________ 2014. La competitividad de América Latina en el comercio de servicios basados en el conocimiento. Revista CEPAL 113, agosto.
________ 2012. Posibilidades de inserción de los países de América Latina en cadenas globales de valor en servicios: un análisis de las políticas de promoción de exportaciones y atracción de inversiones. Red Latinoamericana y del Caribe para la Investigación en Servicios.
Neely, A. 2007. The servitization of manufacturing: an analysis of global trends. 14th European Operations Management Association Conference. Ankara, Turquía.
Rubalcaba. 2013. Innovation and the New Service Economy in Latin America and the Caribbean. BID, Discussion Paper No. IDB-DP-291.