El INTAL dialogó con Andrés López, uno de los organizadores de la Conferencia REDLAS 2018, sobre su visión de los servicios basados en conocimiento (SBC), los desafíos para la región y los principales objetivos del evento.

INTAL entrevistó a Andrés López en el marco del llamado a trabajos abierto para la próxima Conferencia REDLAS (Red Latinoamericana y del Caribe para la Investigación en Servicios) a realizarse en Buenos Aires el 12-13 de Septiembre de 2018.

Belisario de Azevedo (INTAL): ¿Qué son los servicios basados en conocimiento (SBC)?

Andrés López (UBA): Esta categorización surgió hace unos años en la literatura académica que estudiaba innovación en servicios. Los servicios siempre para los economistas fueron como un “patito feo”, algo poco interesante desde el punto de vista de innovación y desarrollo productivo. Y de repente, en los 90’, empezó a emerger el mundo del software, el mundo del diseño, se empezaron a tercerizar actividades que antes se hacían in house como los servicios empresariales, la contabilidad, etcétera. Y, además, todo eso empezó a ser algo que se podía exportar, por los TICs (Tecnología de Información y Comunicación).

Entonces apareció la idea de decir: “Bueno, estos servicios que generalmente fueron considerados una caja negra de cosas que no tienen nada que ver una con la otra, tienen puntos en común más allá de que tengan actividades muy heterogéneas adentro”.

El principal punto en común de los SBC es que son intensivos en capital humano de medio/alto nivel de calificación. En algunos casos puede ser un profesional en finanzas, en otros casos puede ser un creativo que hace un videojuego, pero siempre recursos humanos con un piso de calificación relativamente alto. Además, son sectores que, no todos pero la mayoría de ellos, contribuyen a potenciar la competitividad de otros sectores. Son servicios que ayudan a mejorar la experiencia del consumidor, o directamente son servicios que se le proveen a una empresa manufacturera, del agro o de la minería. Esta última industria, por ejemplo, hoy está muy vinculada a servicios de alto nivel tecnológico, incluyendo desde la exploración hasta la remediación ambiental al final. Hay una miríada de empresas de servicios de alta tecnología que contribuyen a hacer más eficiente el proceso minero o a aliviar alguna de sus consecuencias, por ejemplo, ambientales.

Alejandro Ramos (INTAL): En ese caso justamente de la industria minera, en realidad siempre tuvo un componente de servicios. ¿Qué es lo que es distinto entre los 90’ y ahora?

AL: Yo creo que una diferencia es – y me voy un segundo de la minería – que los bienes físicos cada vez tienen más servicios incorporados, lo que se llama “servificación de la economía”. Un auto tiene un GPS y tiene un control que le permite andar solo. Y la heladera mañana va a recibir un e-mail tuyo diciendo “enfriá la cerveza”. Por otro lado, lo que ha habido también es una mayor tercerización de muchos servicios que se hacían in house; una especialización mayor que se da también en la minería. Tercero, la aplicación de las TICs a la producción más intensivamente, por ejemplo, en la agricultura de precisión. Por último, también hay nuevas exigencias a los procesos productivos, por ejemplo, en aspectos ambientales. Antes los mineros llegaban, extraían los minerales y se iban. Hoy necesitan alguien que haga un estudio de impacto ambiental, alguien que se haga cargo de todos los desperdicios, etcétera… y esa es una empresa de servicios.

Ahora, concretamente, ¿qué está dentro de esa caja negra de SBC? Bueno, no hay una sola definición. Los que mencionamos antes son los servicios de mercado. Salud y educación también son intensivos en conocimiento, porque los profesionales de sus sectores son también de alto/medio nivel de calificación, pero obviamente tienen otra lógica. Luego, las clasificaciones varían un poco, pero generalmente se incluye desde software, productos audiovisuales pasando por ingenierías, contaduría, arquitectura, en fin, servicios que a veces las clasificaciones no permiten diferenciar bien. Por ejemplo, en Argentina existen servicios para la actividad minera, pero una parte de eso probablemente es catering o transporte y la otra parte es el ingeniero que está remediando un daño ambiental. Entonces, a veces las clasificaciones no te permiten detectar bien qué califica como un SBC, especialmente en las empresas que tienen más de una actividad. Por ejemplo, cuando la empresa Esso estaba en Argentina, aparte de vender combustible, tenía un centro de servicios compartidos donde hacía toda la contabilidad para Esso América Latina. O sea que la empresa en su rol frente a los consumidores vendía combustible, ahora internamente en su unidad de negocios había mil personas, no treinta, trabajando para todo el continente, haciendo toda la gestión contable e impositiva. Entonces también adentro no es fácil separar.

BA: ¿Qué importancia tienen hoy los SBC en la región?

AL: Bueno, la región es muy heterogénea. Vos tenés las grandes estrellas de este juego en la región que son, por supuesto Brasil -por el tamaño-, Costa Rica y Uruguay. México es un mundo en el cual se supone que pasan un montón de cosas en estos sectores, pero como el país no tiene estadísticas detalladas de servicios, entonces no sabemos qué está pasando, pero se sospecha que hay algo ahí. Después está Argentina, en algún punto, y Chile. Pero en el otro extremo están Honduras, Nicaragua, entre otros, donde realmente pasa poco. Y eso está muy correlacionado con capital humano, por supuesto. Costa Rica y Uruguay son pequeños, pero tienen un nivel de capital humano promedio alto. Brasil no es lo mismo, pero es un país muy grande, igual que México, y Argentina digamos está en el medio.

Además hay distintas historias. ¿Cuándo fue el gran impulso del sector en Argentina? Cuando se privatizaron las empresas de telecomunicaciones, se reguló el sistema bancario, se empezó a automatizar la banca, y ahí aparecieron las empresas de programadores. Porque todo el sistema bancario se automatizó en los 90’, y además apareció la telefonía celular, y de esa manera surgieron los primeros grandes clientes del sector del software, con empresas locales que aprendieron primero a producir para la economía local antes de exportar. El caso de Costa Rica es distinto. Existe capital, pero las empresas son más extranjeras.

AR: Por lo que vos relatás parece un desarrollo muy espontáneo, de la mano de grandes tendencias tecnológicas y globales. Es una pintura muy distinta a la que uno tiene con los típicos problemas del sector industrial en América Latina. No es un tema de protección, digamos…

AL: Es muy idiosincrática la forma en que se producen estos desarrollos. Por ejemplo, si uno piensa en el mundo del software, te dicen “software de Israel”, vos decís “militar, seguridad”; te dicen “software de Irlanda”, vos decís “inversión extranjera, empresas de EE. UU. que se radican para aprovechar las ventajas impositivas, que hablan inglés y que hay gente educada”; “Costa Rica”, pensás en “zona franca”. En Australia, está muy relacionado con la “minería”. Es muy idiosincrático.

Ahora, para ilustrar el peso de los servicios basados en conocimiento en la región, y perdón que hablo mucho de Argentina, pero yo hice una comparación del peso del sector de SBC en el empleo y el valor agregado en Argentina versus Unión Europea y Estados Unidos. Y es casi igual. Sin embargo, lo que hay que explorar es qué pasa ‘adentro’ de ese sector. Digamos, la desagregación de los SBC en términos de tareas. Porque en esos sectores, en Europa, ya hay países donde los sectores de servicios tienen más patentes que los industriales. No está pasando eso en América Latina. En términos de la frontera innovativa, claramente los servicios en Europa están mucho más adelante.

Hagamos un ejercicio: si uno mira ventajas comparativas reveladas (VCR) en términos de comercio bruto, India es un país con ventajas en software; Alemania es un país en cambio relativamente desespecializado, o sea sin demasiadas ventajas. Cuando uno en cambio incorpora el software agregado en manufacturas, esto se revierte. La India pasa a ser desespecializado y Alemania especializado, porque Alemania no exporta software directamente, exporta el software en los autos, en las máquinas, etcétera. Algo similar sucede en América Latina (Ver Tabla 1).

AR: Digamos, en el caso de Europa y Estados Unidos los servicios están mucho más integrados a la manufactura…

AL: Hoy no solo son servicios basados en conocimiento, es el 40% del valor agregado de las exportaciones automotrices de la OCDE. O sea, un auto es 40% servicios, y un tercio de ese 40% es SBC (ver Gráfico 1). Es decir que más del 10% de un auto es software, es ingeniería; sin contar el software que puedan estar desarrollando las empresas para los procesos productivos.

Gráfico 1: Origen del valor agregado (VA) en la exportación de vehículos a motor de la OCDE, por sector (2011)

 

BA: Y pensando en el futuro, ¿qué se debería hacer para potenciar el rol de los SBC en la región?

AL: Bueno, ese el punto con el que vengo insistiendo. Cada uno tiene su obsesión, ¿no? Dentro de este campo, si vos leés la literatura de KIBS como se llama en inglés (Knowledge intensive business services) en Europa en particular, porque en Estados Unidos no hay tanta, no se habla de “exportación de KIBS”. El foco es cómo se vinculan los KIBS con el resto del aparato productivo. En cambio, para nosotros en la región, el foco es cómo “generar divisas exportando KIBS”. Entonces es una mirada parcial. Es decir, Argentina exporta más de 6 mil millones de dólares, lo que es el 10% de las exportaciones de bienes, es bastante. Ahora, lo que falta, para mí, es una mirada estratégica que tome en cuenta no solo las exportaciones sino el hecho de que los servicios se hacen cada vez más relevantes en el mundo, pero no aislados, sino en simbiosis con otras actividades: un auto cada vez va a tener más servicios, una heladera, la agricultura de precisión, la minería, etcétera.

Por ejemplo, una anécdota que vengo contando últimamente. Un ex funcionario del gobierno trabajando en servicios productivos me contó que visitó el clúster de software de Mendoza. Yo le pregunto entonces: “Decime, ahí en el clúster de software de Mendoza, les venden software a los productores de vino en Mendoza?” Me contesta que no. ¿Cómo puede ser? ¿Los productores de Mendoza no usan software? Seguramente sí, porque no están en el siglo XVIII. Deben tener software para controlar los procesos. Es decir, hay empresas que exportan software y en el mismo lugar hay otras que hacen vino, y ambas son competitivas. Entonces falta una mirada estratégica para generar estas sinergias.

BA: ¿Y dónde está la clave para afinar esa sinergia? ¿Es el Estado el que falla en estos casos?

AL: No necesariamente. Pongo un ejemplo. Australia es el país que más exporta software de minería, ingeniería, servicios de ingenierías mineras. Ahora qué pasa, las mineras son australianas. Cuando la minera australiana va a Chile, no va a usar software chileno. O lo hace in house o trae a sus proveedores de allá. Del mismo modo que Ford en Argentina no va a hacer todas las partes del auto en el país. En ese sentido, es el mismo problema en la industria manufacturera que en servicios.

Segundo, a veces, en agricultura de precisión, por ejemplo, que es un área sobre la que estamos trabajando últimamente, vos le decís al agricultor: “Bueno, mirá si usás este drone te va a aumentar la productividad tanto por ciento”, y él no sabe, porque hasta que no haya diez agricultores al lado de él que estén usando el drone, quizás no va a hacer la inversión o no sabe cuánto vale realmente. También hay cuestiones de desconfianza, porque vos vas a tener datos de él, de su campo, y eso quizás no le gusta. Las curvas de adopción de tecnología en general son una “S”: al principio nadie hace nada, hasta que alcanza una masa crítica.

Luego hay también ciertas fallas de coordinación. No porque estés al lado, significa que conocés lo que hace el otro. Justamente ahí es donde aparece la cuestión territorial y de los clústers sectoriales. Uno pensaría que debería haber en la Pampa húmeda empresas que le presten servicios sofisticados a los agricultores; así como en provincias mineras, debería haber empresas de servicios especializados. Ahí hay mucha tarea que los gobiernos locales no siempre ven.

Por ejemplo, teniendo el recurso del litio, existen proyectos de establecer una fábrica de baterías de litio. Hay una fascinación por la industrialización y no se ve que, en realidad, quizás es más interesante desarrollar servicios asociados a la minería. Gente que estudie la dinámica de los salares que son cada uno distinto y para lo cual necesitás geólogos altamente capacitados.

AR: O sea que lo que necesitarías es un centro de investigación sobre el litio…

AL: Claro. Hay uno, pero hay que potenciarlo. A lo que voy con toda esta cuestión es que es más fácil decir: “Que venga una empresa extranjera a instalar una fábrica, que empezar a trabajar con los actores locales para ver cómo generar sinergias”; desarrollar un clúster de proveedores de servicios mineros para el litio, por ejemplo. Como hicieron los noruegos: llevate el petróleo, pero dejame la I+D, y generá algunos encadenamientos para que cuando el petróleo se acabe, tenga empresas que aprendieron algo. En fin, el Estado no creo que tenga que jugar un rol al viejo estilo, pero puede jugar un rol en esto de sentar a la gente en la mesa.

AR: El “viejo estilo”, ¿qué sería?

AL: Subsidios por ejemplo, o que el Estado sea usuario pionero, haciéndose cargo de los costos de innovar.

BA: Teniendo en cuenta que, como vos decís, en muchos casos la inversión extranjera que viene a la región ya incorpora servicios que vienen de la casa matriz, ¿qué oportunidades y desafíos tiene la región en términos de profundizar los acuerdos de libre comercio de servicios?

AL: Bueno yo no soy experto en acuerdos de comercio, pero está claro que el problema de las regulaciones de servicios no es el arancel, sino que es el acceso al mercado entendido en forma más amplia. Hay muchas cuestiones regulatorias mucho más micro por resolver. Por ejemplo, existe un acuerdo de libre comercio de servicios con Brasil, pero ahora, vos sos brasilero y querés trabajar como ingeniero de software en Argentina y empiezan los obstáculos: ¿Estás matriculado acá? No. Entonces tenés que traerme el título, homologarlo, etcétera. Lo mismo para un argentino en Brasil.

Dicho esto, yo creo que abrirse en los servicios basados en conocimiento no es un problema para América Latina. Quizás en América Latina los intereses defensivos en servicios están más en otros sectores, en transporte por ejemplo.

AR: ¿Y respecto de los intereses ofensivos de la región, o incluso respecto de profundizar la integración regional en servicios? Vos decís que Argentina tiene 6 mil millones de dólares de exportaciones de SBC. ¿A dónde van principalmente? ¿A la región?

AL: Nadie sabe muy bien porque no hay datos precisos. Se estima que el 80% se exporta a Estados Unidos y América Latina, porque estamos al mismo huso horario, lo cual es muy útil. Además, a muchas empresas de EE. UU. no les gusta trabajar con la India por un problema de interacción con una cultura muy diferente. La Unión Europea también es un destino importante, aunque no sabemos cuánto. Pero Estados Unidos y América Latina son definitivamente los destinos más importantes, y dentro de América Latina no es Brasil, donde hay una fuerte industria de servicios local y hay problemas de idioma. Aunque ahora que se firmó un acuerdo de doble tributación, eso puede empezar a cambiar. Dentro de la región, entiendo que México es un destino muy importante, Chile es un destino muy importante y Colombia es un destino importante.

AR: Ya que mencionás el tema de medición ¿qué avances hay sobre las metodologías para medir estos flujos?

AL: Yo la verdad no estoy siguiendo el tema. Dejé de seguirlo un poco, pero hay una comisión que se formó hace unos años de organismos internacionales que están intentando unificar criterios, porque ni siquiera está muy claro qué se considera una exportación de servicios, cómo se mide, qué entra, si solo consideras la exportación transfronteriza o también la presencia directa de la inversión extranjera, por ejemplo.

Sé que la nueva versión de balanza de pagos, la séptima, cambia un poco la clasificación, pero sigue siendo una clasificación súper agregada. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: andá y mirá el rubro de la nomenclatura “Máquinas para impresión”, hay seis categorías. Después tenés “Software”, y es como si hubiera un rubro que diga “Máquinas”. ¿Qué importás? Máquinas. No, son “máquinas para impresión para tal industria”. Y el software tiene una sola categoría. O sea que hay un problema muy grande.

AR: ¿Qué esperás de la nueva convocatoria del REDLAS?

AL: El REDLAS se hace desde hace creo seis o siete años. Es una reunión que no es solo académica, es una reunión que tendrá presencia de policymakers y de empresarios. También hay un espacio para el call for papers donde estará el trabajo académico. Pero la idea es que sea el mismo evento, no que los académicos estén por un lado y los policymakers y empresarios por otro (Ver programa preliminar de la Conferencia).

AR: O sea que el call for papers es solo una parte de la iniciativa del REDLAS…

AL: Exactamente. Eso es sólo la parte académica. Este año además la reunión va a coincidir con el Global Services Forum de la UNCTAD. Con lo cual, la idea es que el primer día sea un día de expertos invitados, con policymakers de acá y del extranjero. Van a estar la Secretaría de Transformación Productiva del Ministerio de Producción, como punto focal del lado del gobierno; la UBA, desde el lado académico; y después las sesiones académicas son sobre algunos temas que se van renovando año a año. Porque REDLAS no es solo sobre servicios basados en conocimiento. El call for papers es sobre “Servicios” en general. El turismo, por ejemplo, que no es un SBC es un área muy interesante para la región.

Entonces, la idea es que, si bien hay un call for papers, un comité académico y hay criterios de selección académicos, sea una reunión multi-stakeholder, donde participen también empresarios para discutir sobre experiencias concretas de éxito en la región. En este caso particular de los SBC se facilita la interacción. Los empresarios de estas áreas son ingenieros, profesionales, muchos enseñan en la facultad, entienden lo que hace un investigador. O sea, pueden entender por qué a los académicos les preocupa hablar con ellos. Eso también facilita la interacción, y que no sean dos bichos que no tienen nada que ver.

 

* Andrés López es Doctor en Economía de la Universidad de Buenos Aires, Director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y Profesor Titular Regular de la FCE UBA en la materia Desarrollo Económico. Director Ejecutivo de la Red Mercosur de Investigaciones Económicas. Investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-BAIRES) de la FCE-UBA y profesor invitado en la Universidades de San Andrés. También es profesor en diversos cursos de posgrado en la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en temas de desarrollo productivo, innovación e integración internacional. Es autor de diversos libros y artículos publicados en revistas académicas especializadas, tanto extranjeras como nacionales.