Por: Alejandro Ramos

En el marco de una incipiente recuperación del crecimiento y el comercio mundial, el MERCOSUR experimenta un renovado impulso, con logros en aspectos demorados de su agenda interna y algunos avances que preparan al bloque para insertarse en un mundo muy distinto del que dio origen.

Un contexto mixto para la integración regional

El Informe MERCOSUR Nº 22[1] da cuenta de una recuperación de las exportaciones totales del bloque en 2017, los cuales habrían crecido 13,8% en el año, frente a la contracción de 2,0% en 2016.[2] Esto se dio en línea con la reactivación de la actividad y el comercio mundiales y en un marco de precios más estables de los productos básicos. La recuperación se dio tanto en los flujos extrazona como intrazona, estos últimos impulsados por la solidez de las exportaciones brasileras y el aumento de la demanda de importaciones a lo largo del bloque, especialmente de las economías de menor dimensión. La relativa mejora en los indicadores de actividad en los miembros ambos dejando atrás periodos recesivos, fue clave en la recuperación del comercio regional.

Esta mejora se dio sin embargo en un escenario macroeconómico aún desafiante y de un contexto internacional que distó de ser óptimo para las iniciativas integradoras, dada la prolongación del impasse que sufren las negociaciones multilaterales y la suspensión o recomposición de los proyectos mega-regionales de integración.[3] En este sentido, el esfuerzo de integración del bloque resulta más meritorio frente al contraste con las tensiones en la globalización reflejadas en otras regiones. En este sentido, el MERCOSUR comenzó a revalorizarse como proyecto regional y como instrumento para lograr una mejor inserción internacional de sus miembros, sobre todo en la perspectiva de una integración más amplia de la región.

El nuevo ímpetu de la agenda de integración interna y externa

El año resultó prolífico para la integración del bloque, con logros concretos en el desarrollo de nuevas reglas regionales, la eliminación de obstáculos al comercio intrarregional, la profundización de las relaciones bilaterales entre los miembros y la reactivación de una demorada agenda de negociaciones externas.

En primer lugar, se destacan los esfuerzos por eliminar barreras al comercio intrarregional. En este sentido, el mejor desempeño relativo de los flujos comerciales se vio acompañado por la remoción de varios obstáculos al intercambio intrazona, un objetivo largamente demorado en el que quedan aún pasos por cumplir. En particular, en línea con la instrucción del Consejo Mercado Común (CMC), se avanzó considerablemente en la eliminación de distorsiones y barreras al intercambio intrabloque. Del universo de 78 obstáculos identificados, se saldaron 35 casos, ya sea mediante la eliminación de las medidas o una respuesta satisfactoria por parte del causante, y se definieron ámbitos de negociación específicos para tratar otros 23 casos. O sea que se logró avanzar en 75% de los obstáculos identificados.

En forma similar, el bloque realizó a lo largo de 2017 esfuerzos para avanzar hacia una mayor coherencia de las normas técnicas y medidas sanitarias y fitosanitarias. Frente al criterio instituido en el Tratado de Asunción de “armonizar” legislaciones, se desarrollaron nuevos enfoques más pragmáticos de convergencia regulatoria o incluso cooperación regulatoria (mediante acuerdos de reconocimiento mutuo) que podrían habilitar avances parciales en los próximos años.

En la misma dirección apuntan algunas de las iniciativas recientes de fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre los miembros del bloque. En particular, la creación de la Comisión Bilateral de Producción y Comercio entre los Ministerios de Producción y/o Desarrollo de Argentina y Brasil ha dotado de agilidad a un vínculo con muchas facetas de trabajo y en permanente evolución. Desde su creación se ha reunido en cinco ocasiones, dos en 2016 y tres en 2017 (enero, abril y septiembre). Aparte de servir como vehículo para tratar fricciones comerciales puntuales, como la reapertura del mercado brasilero de cítricos o el conflicto sobre la carne porcina, la Comisión ha operado como generadora de iniciativas orientadas a perfeccionar la integración bilateral y, por extensión, la del MERCOSUR. Se destacan en este sentido la renovación del Acuerdo Automotor, la entrada en vigencia del Certificado de Origen Digital entre ambos países, la actualización del acuerdo para eliminar la doble tributación, con impacto positivo para el intercambio en el sector estratégico de servicios, la creación del Consejo Empresarial Brasil-Argentina (CEMBRAR) para desarrollar los vínculos entre los sectores productivos de ambos países.

Otros hitos bilaterales fueron el fortalecimiento del vínculo entre Argentina y Paraguay, con un acuerdo histórico sobre Yacyretá, la eliminación de focos de fricción en la relación de Argentina y Uruguay, el inicio de negociaciones entre Brasil y Paraguay para facilitar el intercambio de vehículos y autopartes, y la firma en septiembre de 2017 de un acuerdo tributario de vanguardia entre Paraguay y Uruguay para eliminar la doble imposición sobre la renta y el patrimonio y mejorar el intercambio de información tributaria.

La eliminación de obstáculos al comercio intrabloque y la renovación de las relaciones bilaterales, se dio en conjunto con el desarrollo de nuevas reglas y el comienzo de discusiones sobre la institucionalidad vigente. En este sentido, se lograron acuerdos en dos capítulos pendientes del proyecto original del MERCOSUR: un instrumento para facilitar las inversiones intra-bloque y un nuevo régimen regional de compras gubernamentales. Por otro lado, se comenzaron a abordar nuevas alternativas para la organización del bloque, aunque en forma muy incipiente. Estas incluyen la posibilidad de extender la duración de la Presidencia Pro Tempore (PPT) a un año, de modificar la regla de consenso y de revisar las modalidades de negociación externa, inclusive para dotar a los miembros de mayor flexibilidad para negociar acuerdos en forma individual.  Respecto del FOCEM, aunque sigue en una etapa de transición -con fondos para nuevos proyectos, pero sin nuevos aportes- el bloque está considerando alternativas para potenciar su impacto, como el aprovechamiento de complementariedades con organismos de crédito subregionales.

Finalmente, la renovación del MERCOSUR se evidenció también en el impulso otorgado a la demorada agenda externa. Aunque, al cierre de 2017, el saldo era aún incierto, debe destacarse que la PPT argentina en la primera mitad del año trazó un ambicioso plan de trabajo, cuyo objetivo principal es la reactivación de varias negociaciones que estaban “en suspenso”. La PPT brasileña mantuvo una dirección similar en el segundo semestre.

En el ámbito latinoamericano, la prioridad se ha colocado en la aproximación económica, comercial y política con los integrantes de la Alianza del Pacífico, cuyo resultado más concreto es una instancia de coordinación de alto nivel que comenzó a trabajar en función de los lineamientos establecidos en una Hoja de Ruta concreta.

Esta agenda está concentrada en objetivos que apuntan a hacer más denso el comercio entre ambos bloques, ya se mediante la optimización de la política comercial, de integración y de promoción de exportaciones, o bien de distintos aspectos de la facilitación del comercio. En 2017, entre otros, pueden citarse tres hitos de este proceso de aproximación. En primer lugar, la realización de un Diálogo de alto Nivel “MERCOSUR-Alianza del Pacífico: Una agenda positiva para la integración”, llevado a cabo en el marco de la L Cumbre del MERCOSUR, en Mendoza, Argentina, el 19 de julio. En segundo lugar, un encuentro entre autoridades en facilitación comercial, llevada a cabo al margen de la IX Reunión de la Red Interamericana de Ventanillas Únicas, en Montevideo, el 8 de septiembre y una Reunión de Expertos en materia de cadenas de valor y acumulación de origen, efectuada en Bogotá el 24 de noviembre.

En el ámbito extrarregional, los esfuerzos se han concentrado en la compleja negociación con la Unión Europea, que entró en una etapa decisiva y probablemente definitoria.[4] Pese a que las restricciones históricas para establecer un vínculo birregional profundo volvieron a hacerse presentes, el ambicioso objetivo de llegar a un acuerdo con la Unión Europea permitió una intensificación del proceso negociador que, al terminar 2017, aún no había terminado de madurar.

Al mismo tiempo, el MERCOSUR inició otras instancias de negociación, notablemente con el EFTA[5] y con Canadá[6], por una parte, y con un grupo de economías de Asia-Pacífico como Japón, Corea, Australia, Nueva Zelandia y con el bloque ASEAN. Se trata también de emprendimientos desafiantes, en los cuales el bloque deberá buscar puntos de equilibrio que le permitan mejorar la calidad de su inserción global.

Frente a una época de cambios tecnológicos y geopolíticos exponenciales, trabajar sobre los aspectos tradicionales de la integración no es suficiente. El interés por desarrollar una agenda digital de vanguardia en el MERCOSUR[7] -luego de un largo impasse– es una señal de que el bloque tomó nota de los nuevos tiempos, pero es un primer paso de una tarea compleja para la cual es necesario fortalecer la conectividad, el intercambio de información y establecer mecanismos efectivos de cooperación inter-gubernamental. El trabajo en facilitación comercial, moviéndose hacia VUCEs 2.0, y la reducción de cargas sobre el intercambio de servicios basados en conocimiento son otros ejemplos en la dirección correcta. Un esquema de integración moderno deberá desarrollar estrategias innovadoras para atender en conjunto los principales desafíos globales de las próximas décadas, como el cambio climático[8], las demandas de una población creciente o el impacto de la inteligencia artificial[9] en los tejidos productivos y sociales.

[1] El Informe MERCOSUR Nº 22 analiza la evolución del bloque de integración en el periodo reciente, enfocándose sobre todo en las Presidencias Pro Tempore (PPT) argentina y brasileña ejercidas sucesivamente en el año 2017. La mayor parte de los datos estadísticas fueron al 31 de octubre de 2017, mientas que las principales variables de actividad, precios y comercio corresponden a estimaciones al 15 de diciembre de 2017.

[2]  Para más detalles ver nota: ¿Qué impulsa la recuperación del comercio?

[3] Para más detalles ver nota: “El Acuerdo de los once”

[4] UE y MERCOSUR intensifican esfuerzos para cerrar el acuerdo comercial

[5] Suiza quiere acelerar la firma de un acuerdo comercial con MERCOSUR

[6] Canadá lista para iniciar conversaciones de libre comercio con MERCOSUR

[7] El ¿avance? de la economía digital en Argentina

[8] OMC y Naciones Unidas se unen para coordinar acciones de medio ambiente y comercio

[9] Para más detalles ver nota: La próxima generación de empleo.